
Parecería que es adrede y, sí, lo es. De cara al nombramiento del próximo y flamante Presidente de la Universidad de Puerto Rico (UPR), me di a la tarea de buscar tres opiniones, tres rostros que, de alguna forma, representen distintas perspectivas o cumplan funciones específicas dentro del mayor centro docente del País. ¿Los elegidos? Un decano, un profesor y un estudiante. Quizá uno piense que del mismo modo en que desempeñan funciones distintas, pero no distantes, en el aula, igual de diferentes serán sus planteamientos. Nada más errado. Por aquello de no faltarle el respeto al lector, creo que hay que ser justo y, en consecuencia, debo hacer una aclaración: me comuniqué con los tres, de maneras distintas y, como ya dije –aunque esto no necesariamente altere el producto-, fue adrede. Los candidatos con más oportunidades de ocupar la silla de la presidencia son tres también (otra vez el tres). Por un lado está quien fuera ex catedrático de la facultad de Humanidades de la UPR, José Ramón de la Torre; el doctor Jorge Sánchez, catedrático del Recinto de Ciencias Médicas, y en la representación femenina se encuentra la decana de Educación del Recinto de Río Piedras, Ángeles Molina Iturrondo. Al parecer ya las fichas están puestas sobre la mesa, con elegidos y descartados respectivamente. Pero ¡vaya uno a saber! Para no romper con el tradicional número tres que propuse, utilicé tres medios de comunicación, para así, entonces, hablar un poco con los elegidos. Internet, celular y presencia física. Es de esperarse, quizá, el hecho de que al decano le haya hablado por celular, o también el que haya elegido el Internet para hablar con un estudiante, y por último, un profesor en presencia de cuerpo y espíritu. Lo cierto es que no me sorprendí mucho. O al menos no tanto como esperaba. Y es que parece ser que todos coinciden en las mismas expectativas, anhelos y decepciones. “¿Expectativas?, muchas. ¿Realidades?, pocas”. Así definió el profesor de la Facultad de Humanidades, o de Estudios Hispánicos específicamente, Fernando Feliú, lo que espera de la persona que ocupe el puesto de Presidente. “Me interesa mucho cómo se van a utilizar los fondos que ya casi ni tenemos”, dijo mientras se acomodaba los espejuelos. “Sería ideal que recorten la presidencia, el cuerpo que la compone y no porque sea mala, sino porque es ajena a la Universidad”, añadió. A la pregunta obligatoria sobre qué opina en torno a los tranques o empujoncitos políticos por uno u otro aspirante es enfático y casi desolador. Con un resoplido respondió: “no es nada nuevo, lo curioso es que sea alguien de la vieja guardia. El puesto de presidencia es siempre, como muchos otros, político. El Gobierno no ratificaría jamás a alguien que no sea de su mismo partido, y es lamentable”. “Es necesario un diálogo, más allá de ser un negocio, la Universidad debe considerar otras cosas, quizá más compromiso con el resto del país. Hace falta más transparencia, que terminen los jueguitos de las subastas. ¿A dónde van, por ejemplo, las cuotas de tecnología que le cobran a los estudiantes, si apenas hay tizas?”, cuestionó enfático y ya un poco más airado. Por su parte, el estudiante de derecho Arturo Otlhaui Ríos y a través de una deplorable señal de Internet me escribió: “Me preocupan las vinculaciones con los partidos de turno. Hay que ver cómo el que sea electo va a reaccionar con el estado difícil y casi caótico que se vive en el País”. “¿Expectativas? Jajajajaja”, tecleó. “Todo parece ser bien poco pintoresco, mientras no haya una postura mutua de puentes, mientras no se escuchen a los estudiantes vamos a perpetuar la crisis. No existe un plan a largo plazo. Hacen falta acciones concretas, iniciativas, si se garantizan las necesidades del estudiantado mis anhelos mejorarían algo”, comentó antes de que la señal muriera casi en su totalidad. Por otro lado, el decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Carlos Severino, también se añadió a la trilogía. Amablemente me concedió su tiempo y, vía celular, casi se cuajó lo que en un principio imaginé. “Actualmente se vive una coyuntura histórica en las universidades del mundo, una etapa de transformación. Espero que haya una inserción de la Universidad en el marco global. Me interesa, además cómo en Puerto Rico se formulará una sociedad del conocimiento”, explicó. “Se necesitan cirugías mayores. Quiero saber cómo el presidente que elijan, cualquiera que sea, va a mantener y afianzar la Universidad como el mejor espacio educativo del País. Creo que además hace falta un compromiso del gobierno para que se invierta más dinero en las investigaciones que abarquen todas las áreas del saber”, continuó. Los tranques políticos y las influencias son obvias para mal de males. “Creo que la sociedad puertorriqueña está lo suficientemente madura como para sacar del latón político elecciones que conduzcan a nombramientos importantes. Soy partidario de que se elija un presidente para que dirija por más tiempo, unos diez años, tal vez”, concluyó. No se sabe aún quién salga elegido, o al menos eso es lo que se hace creer. Del mismo modo, alguna certeza pude sacar, el desaliento es casi compartido, casi unánime. La opinión de estas tres personas, por medios distintos, coinciden en algo, es trabajo del lector y no mío sacar alguna conclusión.