Esta mañana escuché con asombro el anuncio de que próximamente el Canal 6, la emisora televisiva del pueblo de Puerto Rico, administrada por Israel “Ray” Cruz, cobraría entre $400 y $500 por la realización de entrevistas en su programación. Casi me ahogo al tragar el sorbo de café mañanero, tras corroborar que no despertaba de una horrible pesadilla sino que lo que oía era pura realidad. La indignación se apoderó de todo mi ser… me negaba a creer lo que acaba de escuchar. Me pregunté cómo hará de ahora adelante este pueblo para conocer iniciativas alternativas de producción cultural (no afines a los medios comerciales), que hicieron de Cultura Viva, por ejemplo, uno de los programas más favorecidos por el público en un momento dado. Más aún, me cuestioné si en lo sucesivo el ciudadano común tendrá que pagarles a los pocos periodistas que quedan en el desarticulado noticiario de esa estación para que informen sobre lo que ocurre en sus escuelas, sus trabajos y sus comunidades. Esta aberrante medida, establecida por el Sr. Cruz, es una comercialización absurda que viola los más fundamenteles derechos de expresión. ¿Cómo es posible que en un espacio público, costeado con el dinero de los contribuyentes de Puerto Rico, se le ponga precio a la expresión? Por otro lado, las nuevas directrices también conllevan una censura a las clases más desventajadas. ¿Qué personas pueden pagar tal suma de dinero por una entrevista? Es muy peligroso el precedente de exclusión que plantea esta nueva política de la emisora pública, para los demás medios de comunicación públicos existentes en la Isla. ¿A qué intereses responderá este nuevo plan? Mientras buscaba una respuesta, recordé otro de los aspectos más reveladores de la noticia: “TUTV cambió de nombre”. El juego de letras que componían las siglas que identificaban a las emisoras de todos los ciudadanos, precisamente simbolizaban el carácter inclusivo de la política que ahora se pretende cambiar. TUTV les regalaba programación de calidad, tanto al rico como al pobre, sin que ello estuviera sujeto a la posesión de un yate de 50 pies de eslora, o a la miserable desgracia de sólo contar con 50 chavos para comprarse un limber. Ahora, las siglas que le darán nombre a la emisora, PRTV, parecen indicar que las emisoras de TODOS, sólo le servirán a ese minúsculo, no obstante poderoso Puerto Rico que puede pagar por acceder a la televisión “pública” Pay per appearance?… Such is life!