
SOBRE EL AUTOR
Para mi papá y mi hermano. Hoy, mañana y siempre.
Los padres, o las figuras con las cuales se tenga una relación similar, son personas queridas y son los ejemplos que tomamos para vivir. Son una especie de guías que sin un título académico inevitablemente te enseñan y modifican tu comportamiento, te hacen crecer.
En mi caso, estas figuras son mi papá y mi hermano. A ellos es que debo una gran parte de mi conocimiento, pues las experiencias compartidas junto a ellos han sido unas llenas de aprendizaje.
Para hablar de mis referentes tengo que explicar la figura impecable de Manuel Enrique Coss Pontón, Don Manolo, mi mayor mentor en la vida.
¡Ese Manolo! Persona que cuando parece que ya no se podría aprender más nada con él, vuelve y sorprende. Ser altruista, ordenado, perseverante. Evitar que los deslices menores de la vida tomen control sobre las emociones, ser curioso e interesado, y sobre todo nunca perder la concentración. Todas esas lecciones las he visto en mi papá.
¡Manolo! Él insiste en que no hay problema que no traiga de cola una solución. “Yo como embajador estudiantil trabajé sobre todo como mediador. Realmente lo que era, era un resuelve problemas. Y eso he hecho, resolver problemas”, me dijo alguna vez.
Es también el periodista, el literato, el ingeniero de ideas ingeniosas, el humilde y empático personaje por quien adquirí el interés sobre asuntos similares.
A él le debo mis deseos de viajar y conocer el mundo. Cuando veo sus pasaportes me motivo aún más de salir y aprender sobre otras culturas, otras maneras de vivir, en fin otros contextos. Lo miro y veo como goza de una perspectiva amplia de la realidad en el mundo, ¡ha viajado tanto, se ha interesado tanto!
Lo más importante es que me confiere un gran nivel de confianza, sobre todo porque él tiene un gran nivel de confianza. Los retos que conozco no parecen insuperables, siento que un nivel de felicidad siempre es posible -especialmente si uno logra felicidad en sí mismo- y seguridad en que existe una solución para cualquier problema… confía.
Es un amigo y un líder, y su presencia para mí no tiene valor. Pero mi padre también me enseñó a ser padre, sin querer queriendo. Estos últimos años que he velado por mi hermano, he encontrado un cariño profundo en nuestra relación. Él me observa como un padre y yo veo en él mis sentimientos de adolescencia. Ser un referente para él ya de por sí conlleva algún sentido de responsabilidad por lo que busco enseñarle a mi hermano las cosas que me han ayudado a crecer, a ver si lo ayudan a él.
Con ellos también he aprendido que uno sólo puede señalar caminos, trazar en el aire para que el otro descifre sus propias lecciones. Entonces eso busco, que mi hermanito aprenda a escuchar, entender y tomar decisiones propias, ser una persona crítica e informada.
Tomo el ejemplo de mi papá, sus acciones y sus aprendizajes, para intentar tener una relación similar con mi hermano. Son seres increíbles, no tengo duda de que todos tengamos uno que otro que rodeen nuestras vidas, llenándonos de bienestar y seguridad.
Pienso que es obvio, y quizás cursi, decir que no cabe en ningún texto el amor, el afecto, el respeto, el aprendizaje, que ellos generan en mí. Y esto se ha dicho antes, no encuentro que se deba establecer un día determinado para reflexionar sobre el amor que uno siente por una persona, esto es un acto constante.El nombrar un día particular, termina siendo un intento acertado de apelar a los sentimientos para compensar de manera material la conexión con un ser querido.
En vez, reflexionemos sobre ellos, dediquemos un espacio en nuestras vidas para velar el efecto que causan en nosotros y como nos hacen descubrir. Llevar relaciones en armonía con otra persona es necesario y gratificante, y para mí ha sido una parte fundamental en la vida.