Ante el aparente desconocimiento en relación con ciertos detalles de la huelga de los estudiantes de la UPR en el 2010, me parece importante tener presente lo siguiente para que entendamos mejor en dónde estamos situados.
La huelga del 2010 se inició en repudio a la Certificación 98 de la Junta de Síndicos de ese mismo año, una certificación cuyo propósito era declarar una moratoria (aplazamiento) en la concesión de nuevas exenciones de matrícula. Esta medida surgió a manera de atender la crisis fiscal de la Universidad. La huelga se concibió para impedir que se privara a los estudiantes de recibir exenciones. En otras palabras, el objetivo principal no era impedir la imposición de una cuota. Ésta se propuso después.
El movimiento estudiantil tuvo sus altas y bajas, y fue para algunos fuente de desilusión e incluso de heridas que, aún seis años más tarde, apenas comienzan a sanarse. No obstante, lo que sí es indiscutible es que, como consecuencia, se evitó que se detuviera la concesión de nuevas exenciones de matrícula. Por lo tanto, al menos en este sentido, la huelga del 2010 fue exitosa.
Una huelga es meramente una herramienta, y su desarrollo y desenlace están ligados al contexto histórico en el cual se da la misma. El que haya funcionado o no en el pasado no garantiza si servirá o no en el presente. Es nuestro deber como estudiantes analizar las posibles implicaciones de nuestros actos e implementar estrategias teniendo en mente nuestro contexto particular.
A mi entender (ya esto pierde el carácter informativo, naturalmente), nuestro reclamo principal debe ser la autonomía de gobernanza de la Universidad, desligándola así de los intereses político partidistas que han coartado su progreso. Si bien se han presentado iniciativas de este tipo en el ámbito legislativo previamente, ¿por qué no retomar estos esfuerzos ahora que el movimiento estudiantil cobra fuerza?
Esta lucha ha de enfocarse en la concientización y en el servicio al país. Debemos convocar al resto de la comunidad universitaria y juntos—no nosotros solos, no los profesores solos, no los empleados no docentes solos—producir una propuesta en pos de la autonomía de gobernanza. Tanto Christian Arvelo como el profesor Raúl Cotto-Serrano coinciden en sus opiniones en que la acción del profesorado es imprescindible. Es necesario, sin embargo, ir más allá y que los estudiantes extendamos nuestra mano solidariamente para luchar lado a lado con los profesores. No actuemos “por” ellos sino con ellos.
Con una universidad abierta, podemos tener una serie de diálogos inclusivos, como lo hemos estado haciendo, en los cuales desarrollemos nuestro proyecto. Podemos llevar una campaña intensiva a través de los medios de comunicación y de las redes sociales explicando nuestro reclamo principal y esbozando los servicios que la Universidad puede y debe ofrecer al país tal y como requiere la ley (Artículo 8.016, Capítulo VIII de la Ley Núm. 81 del 30 de agosto del 1991, conocida como “Ley de Municipios Autónomos de Puerto Rico”). Podemos contactar a los políticos que dicen representarnos. Podemos apoyar las manifestaciones de otros sectores. Podemos hacer demostraciones organizadas que inviten a la reflexión. En todo momento seamos respetuosos y demostrémosle al pueblo que la Universidad de Puerto Rico sí vale la pena.
Si se rechaza decisivamente nuestro reclamo luego de todos estos esfuerzos, entonces consideremos proponer una huelga. Atendiendo las inquietudes expresadas por el profesor Cotto-Serrano, y que sin duda no se limitan a él, definamos claramente desde un principio los términos bajo los cuales terminará la huelga y que éstos sean razonables.
El momento histórico en el que nos encontramos es complejo, y según trascendió en la asamblea del pasado 15 de marzo, tenemos muchos otros reclamos de igual o mayor importancia. Escribo estas palabras bajo la convicción de que debemos enfocarnos inicialmente en adquirir mayor autonomía a la vez que planteamos maneras alternas de financiar las operaciones de la UPR y nos ganamos el apoyo de la gente. Si durante este proceso nos encontramos de repente ante una Junta de Control Fiscal o ante un país que continúa desplomándose desenfrenadamente, seamos prudentes, y con el apoyo de nuestros profesores y del pueblo, demos cátedra de cómo llevar a cabo un movimiento estudiantil efectivo y moderno.
La autora es estudiante subgraduada del Departamento de Biología de la Universidad de Puerto Rico-Recinto de Río Piedras.