Cambiar el mundo es una ilusión ingenua, máxime en el tiempo que nos ha tocado vivir. Tomando en cuenta la porción de vida que nos es entregada, el artista plástico Osvaldo Budet tiene claro que algunas cosas no cambian, pero sabe que del mismo modo se puede mejorar, aunque sea un poco. En definitiva, siempre se puede estar peor. Budet, quien es egresado de la Escuela de Artes Plásticas de San Juan, utiliza como germen de su trabajo la Historia para generar preguntas, en vez de ofrecer respuestas. El pasado nos condiciona irremediablemente, pero no al revés. Osvaldo revierte este hecho con su trabajo. Mediante el autorretrato y con una base documental se inserta en sucesos históricos de fuerte carga política, para quizá revertir la Historia que siempre nos aplasta. Actualmente, luego de hacer una maestría en Baltimore con el reconocido Grace Hartigan, Budet vive y trabaja en Berlín, Alemania. Diálogo se comunicó con él vía telefónica para ampliar un poco detalles de su trabajo. Diáologo– De más está decir que nuestro País pasa por uno de sus peores momentos. ¿Por qué decidiste el exilio voluntario? ¿Irse es no querer quedarse? OB– Es una mezcla de necesidad y deber. Tenía que irme, la colonia me tenía saturado. Para poder entender la situación del país (colonial), a veces hay que separarse de él. Irse puede ser necesidad de irse. Por ejemplo, la situación económica del país o, en mi caso, el hacer una maestría en pintura con Grace Hartigan era solo concebible en el lugar donde Grace decidiera estar (Baltimore). Al irme también mi obra se transformó, el accidente de carro que sufrí tuvo mucho que ver en incluir el humor en mi obra, ya que ante la muerte o se reí o se llora, yo decidí reír (que es también una forma de llorar). Mi perspectiva sobre crear arte cambió. Ya que me concentré en mi subjetividad. Esto es evidente ya que el autorretrato es (por el momento) el centro de mi trabajo. Diálogo-Alemania actualmente pasa por un buen momento, tanto a nivel económico, político, como en infraestructura etc. ¿Cuáles son las diferencias que existen -si alguna- entre los modos de hacer arte allá y acá? OB– Alemania es el centro del arte en Europa y los países más capitalistas. Aclaro, Berlín es una ciudad muy extraña ya que es extremadamente barata, incluso mucho más que Puerto Rico en cuestión de renta, comida. Esto genera varias cosas, Berlín se convierte en un lugar donde crear arte no es sacrificado a nivel económico, por consecuencia hay un gran espectro de artistas desde artistas comerciales, de museos o arte no convencional. La forma que hago arte es igual, pero ahora tengo acceso a más público y a materiales menos convencionales que no son posibles encontrar en mi país. Diálogo– A pesar de estar lejos, tu trabajo en general, y quizá el del último tiempo en particular, es muy político y representativo de la realidad social de nuestro continente. ¿Cómo toman los alemanes esto? Ellos quizá no estén al tanto de quién es, por ejemplo, el Sub-Comandante Marcos o Filiberto Ojeda. OB– Bueno, la ignorancia de estos personajes y de mi historia latinoamericana es por un lado algo positivo ya que hay la apertura del diálogo y querer conocer. Además no están contaminados con opiniones. Por otro lado, creo que no es entendido de la misma forma que lo es para nosotros en Latinoamérica, -esto sin hacer un juicio moralista-. En mi caso, más que hacer arte que defiende una tesis, hago arte que plantea preguntas. Creo que hacer las preguntas correctas es más importante que las respuestas, en especial, las respuestas correctas. Diálogo– La materia prima tuya en grosso modo, es quizá la subversión de la historia y todo lo que ésta conlleva. ¿Insertarte en distintas escenas por medio de la imaginación no es quizá revertir el pasado, transformar algo que es casi inamovible? A la gente más bien le interesa cambiar el futuro. El porvenir casi nunca viene, tú cambias el pasado, eso es más complejo y fuerte como comentario. OB-El pasado es la amalgama de acontecimientos que influyen en nosotros, pero no recíprocamente. En mi obra rompo con este paradigma. A través de mi trabajo plástico no creo una escena de un pasado ideal, sino escenas del pasado de un futuro ideal. Soy un historiador que, en vez de contar lo que ocurrió, cuenta lo que debió haber ocurrido a través de imágenes que se convierten en pseudo-oficiales, utilizando como marco de referencia el cine documental. Diálogo– Aristóteles, si mal no recuerdo, dice que el poeta se diferencia del historiador, porque no cuenta las cosas según ocurrieron, sino como debieran haber ocurrido. En ese sentido, tu trabajo tiene no sólo una carga política e histórica, sino también poética. OB– Mi trabajo no se trata de hacer Historia o de lidiar con ella, se trata de hacer, como señalas, poesía con ésta. Yo cuento la historia que yo quiero escuchar y vivir. Una completamente utópica, pero que te recuerda que la utopía se acaba cuando ésta se convierte en realidad. Diálogo-El humor también está presente en tu trabajo. Pero creo que es un humor muy serio. ¿El humor no es una de tantas máscaras para develar cosas mucho más profundas? OB– Yo tomo el humor como algo muy serio, sin duda. Creo que el humor es una forma de comunicar cosas serias sin la formalidad de por medio. También confieso que nuestro amigo Sigmund Freud -al cual leí mucho en mi maestría- me ayudó a acercarme a lo desconocido sin tener miedo, o estando consciente de él. Diálogo– También me interesa como te autorretratas, casi siempre con un micrófono o cámara en mano. Pareces un buscador de historias. ¿Cómo es que se logra eso de sacarle historia a la historia? OB– Realmente hago literalmente lo mismo que un documentalista. Tomo pietaje, fotos, documentos históricos y armo una historia que no es legítima, y más importante aún, que tampoco pretende serlo. Cuando cuento mis historias te dejo saber lo que un historiador no te deja ver. Diálogo-La cuestión maniquea de la historia siempre nos aplasta, conocemos dos bandos: vencidos y ganadores. Siempre escuchamos de los vencedores, nunca de los vencidos. ¿No te ves como un vencido que, insertándose en una escena histórico-política, puede también vencer? OB– En el libro People History of USA (Howard Zinn 1980), o en Las venas abiertas de América Latina (Eduardo Galeano 1971) se cuenta la historia de los vencidos. Yo soy uno de los vencidos en esos libros, soy un colonizado, insularista, trato de ser un desaparecido, un vietnamita, un mojado, un esclavo, etc. Al ser un vencido, gano. Y reconozco desde abajo cuál es el camino que tenemos que caminar para llegar al triunfo. Y, si me preguntan si me gustaría ser uno de los que venció, digo, no. Los que hemos perdido, hemos perdido, pero no a destiempo ya que “mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.” Allende.