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Este atardecer medio invernal de 23 de marzo, ha dejado una huella profunda en la memoria de la Tribuna Antiimperialista de la Habana que hubiera jurado, tras ser testigo de tantos acontecimientos multitudinarios y combatientes, que ya nada habría de asombrarle. Como réplica de un fin de semana en que la tierra tembló, y tembló fuerte, allá por el oriente cubano, una onda expansiva de 300 mil cubanos y cubanas se dio cita para darle la bienvenida y disfrutar de lo lindo con René Pérez y Eduardo Cabra, arropados bajo el nombre de Calle 13, que llegaban avalados con su decena de Premios Grammy y sus tres impactantes discos: los llamados “reyes de la música urbana”. Nadie podrá asegurar cómo esa multitud, compuesta por muchachos y muchachas de todos los confines habaneros, pudo trasladarse hasta allí. Los ómnibus- abarrotados- recorrían las calles desde todos los barrios, pero, sobre todo, fue a pie, como en los días de concentración en la Plaza de la Revolución. Mas ahora el destino era El Malecón, el que vio llegar desde ese mediodía oleadas de gente joven, pero que muy joven, que emulaban a las olas gigantes que en este invierno nos han acompañado y que a estas alturas, no quieren abandonarnos. Junto a sus diez músicos e Ileana Cabra, y precedidos por la actuación del cubano Kelvis Ochoa, los temas de Calle 13 fueron coreados por casi dos horas e hicieron moverse sin cansancio a quienes les parecía mentira que finalmente estuvieran allí, en vivo y en directo. Para que no se olvidara que, tras el concierto, había que correr a los hogares a ver por la televisión el primero de los juegos entre el equipo insignia de la pelota cubana, “Industriales”, y su rival de años, “Villaclara”, que decidirán al campeón nacional, Calle 13 se presentó vistiendo el traje del equipo cubano, mientras Kelvis les devolvía el gesto luciendo el de Puerto Rico. Una hermosa obra plástica de “Cacho” y Ernesto Rancaño, en que las dos banderas conforman las alas del pájaro de los versos inmortales, simbolizó nuestra indestructible unidad. Convocado por estos integrantes de una brigada de artistas cubanos que riega la esperanza en Haití y movidos por su espíritu solidario, irá Calle 13 hasta la isla destrozada a dar alimento espiritual a los hermanos y hermanas en desgracia. Ojalá esta brecha que se abrió la recorran otros artistas boricuas, de los tantos que Cuba quiere y admira, sobre todo representantes de sus más jóvenes generaciones. Que se repita este terremoto puertorriqueño de música, de ritmo y de pasión comunicativa que ha dejado mudas de asombro a todas las escalas científicas que pretendieron medirlo, ya que sólo es posible por las del sentimiento, la fraternidad y la carga de sueños que compartimos. La autora es cubana, trabaja como historiadora del Centro de Estudios Martianos de la Ciudad de La Habana. Ganó el premio Pablo de la Torriente Brau en el 2007 por su libro de memorias, “Nostalgia de una habanera del Cerro”.