Cuando se constituyó la clase media, la sociedad de masas recibió el envión del rock and roll y las universidades dejaron de ser elitistas, se creó una nueva época en el individuo: la adolescencia. Las tribus urbanas son eso, grupos de jóvenes que tratan de conformar su identidad. Mediante la teoría antropológica de la metáfora del reloj de arena trataremos de analizarlas.
Entre las décadas del 50 y 60 se ve un momento clave de resignificación de la juventud. No sólo porque hay una extensión de la escolarización secundaria y universitaria consecuencia del aumento de la capacidad adquisitiva de los jóvenes, sino también por el rol que juega la moda y el nacimiento del rock´n roll –primera gran música generacional-.
En determinados puntos del planeta la filosofía socialista –juvenil por naturaleza- comenzaba a ser sustituida por una existencialista. La particularidad ya no era la integración del individuo en la clase social, sino más bien la aversión a lo social, el repudio a pertenecer a la cultura de masas.
Carles Feixa Pampols es un antropólogo catalán nacido en la ciudad española de Lleida, capital de la provincia homónima, en el año 1962. Es un teórico contemporáneo que ha estudiado el universo de la juventud y sus especificidades culturales. Particularmente hay un artículo llamado “De las culturas juveniles al estilo”, publicado en 1996, que nos servirá para hacer un análisis profundo de las denominadas tribus urbanas.
Feixa expone la teoría del reloj de arena y vierte una metodología analítica donde analiza los componentes principales en la gestación del estilo propio de la tribu. A partir del siguiente gráfico se detallará cada concepto.
La arena baja y así los jóvenes parten de una puja con la cultura hegemónica –grandes instituciones como la escuela, los medios de comunicación, la familia, el trabajo, el Estado y sus órganos burocráticos de control- donde entran en contradicción. Es a partir del choque contra la cultura hegemónica donde se ponen en juego las condiciones sociales.
Las condiciones sociales son los derechos y obligaciones de una estructura social determinada. Y son los siguientes:
Generación: implica la identidad de un grupo de edad socializado en un mismo período histórico.
Género: la juventud ha sido vista como la emancipación de la familia de origen y la articulación con una identidad propia. No podemos plantear que los varones y las mujeres poseen las mismas posibilidades en ese proceso emancipador.
Clase: se expresa en la relación con las culturas parentales y su medio social específico. La clase media tiende a aplicar ciertas funciones al núcleo familiar mientras que la clase obrera lo hace de manera más ampliada en forma de una comunidad local.
Etnia: muchos jóvenes provienen de una familia inmigrante. Aquí sucede algo particular porque no pueden identificarse con la cultura del país de sus padres porque no es la suya y mucho menos con la del país donde viven porque los discrimina.
Territorio: las tribus urbanas tienen la especificidad de los sitios urbanos y su acción sirve para descubrir lugares de la ciudad olvidados y dotarlos de nuevos significados.
Ahora bien, para centrarnos en la cuestión primordial y determinante de la teoría del reloj de arena, la generación de la identidad de la tribu urbana y su relación con las estructuras sociales, definiremos el estilo. Feixa lo define como “la manifestación simbólica de las culturas juveniles, expresada en un conjunto más o menos coherente de elementos materiales e inmateriales, que los jóvenes consideran representativos de su identidad de grupo”.
Para analizar como se constituye el estilo introduce dos conceptos semióticos. El primero es el bricolaje que sirve para comprender la manera en que objetos y símbolos inconexos son reconocidos y recontextualizados para comunicar nuevos significados. El segundo concepto es el de homología que refiere a la simbiosis entre los artefactos, el estilo y la identidad de grupo.
Esto es el nudo central de la teoría de Feixa Pampols, la cuestión del estilo. Resumiendo en otras palabras: las condiciones sociales –clase, etnia, territorio, género y generación- se introducen en el estilo mediante el bricolaje que les da nuevos significados, los ordena y los contextualiza. Luego, el estilo para materializarse realiza la homología que es un proceso donde reagrupa, jerarquiza y expone las denominadas imágenes culturales, que son elementos culturales como textos, artefactos y rituales. Específicamente son las siguientes:
Lenguaje: formas de expresión oral características de los jóvenes en oposición y los adultos y de cada tribu en diferencia a otra.
Música: la emergencia de las culturas juveniles está estrechamente asociada al nacimiento del rock and roll, la primera gran música generacional. Los jóvenes hacen un uso selectivo y creativo de la música en general.
Estética: raramente se trata de uniformes estandarizados, sino más bien de un repertorio amplio que es utilizado por cada individuo y por cada grupo de manera creativa. He aquí un arma de doble filo cuando el estilo se universaliza dado que facilita la apropiación comercial.
Producciones culturales: los estilos no son receptores pasivos de los medios audiovisuales sino que se manifiesta públicamente mediante grafitis, blogs, murales, revistas, radios unders, cine. Su función interna es reafirmar las fronteras del grupo –se puede ubicar aquí gran parte del cine de culto-, y la externa promoverse como una tribu sólida.
Actividades focales: rituales y actividades de ocio propias de cada grupo. Ir a bailar a discos en el caso de los floggers, vender artesanías en el caso de los hippies, fumar marihuana en el caso de los rastaman.
Todas estas imágenes culturales se reproducen en las industrias del ocio y en la juventud convirtiéndose así en microculturas o macroculturas dependiendo de su masificación. Éstas culturas son las tribus urbanas, término utilizada en este último siglo.
Cuando la arena termina de caer y el recorrido, cual ley de la gravedad, atraviesa cada concepto de arriba hacia abajo, puede darse vuelta el reloj y observar cómo las tribus urbanas ejercen su influencia en la cultura hegemónica y en las culturas parentales.
Insisto: las tribus urbanas existen desde que la juventud se separó de forma contundente de la adultez. Nuestros abuelos fueron jóvenes antes de la década del 60 y no vivieron la adolescencia que devino luego.
El dinamismo de las tribus urbanas es una de sus características centrales. En palabras de Feixa: “Los estilos distan mucho de ser construcciones estáticas: la mayor parte experimenta ciclos temporales en que se modifican tanto las imágenes culturales como las condiciones sociales.”
Una de las funciones más elocuentes y paradigmáticas de las tribus urbanas es la de invertir la valoración negativa que se asigna socialmente a determinados estilos, transformando el estigma en emblema. Así vemos como los hippies acentúan colores “locos” y su “desprolijidad” de barbas y cabellos largos; los emos alientan su oscurantismo con que ven al mundo; y los floggers celebran la “ridiculez” de sus pasos y sus coloridos accesorios.
La metáfora del reloj de arena logra ilustrar el carácter histórico y temporal de las culturas juveniles, cómo constituyen su identidad a partir de las condiciones sociales y cómo la proyectan basadas en las imágenes culturales. El factor clave fue, es y será la constitución del estilo propio.
Fuente Revista Alrededores