Mentes y manos privilegiadas visitaron a la Sultana del Oeste y, entre cuerdas, instrumentos de viento y estremecedores ritmos percutidos, regalaron al pueblo una noche que buscaba enriquecer las almas presentes a través de la música. El objetivo se logró en una de las salas más importantes del País, el Teatro Yagüez, que el martes, 24 de febrero se engalanó con la presencia de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico. La agrupación, que celebra 50 años de existencia, ofreció un majestuoso concierto ante casa llena compuesta por estudiantes, profesores, empleados y la comunidad en general. La velada formó parte de la serie de conciertos que auspicia Travesía… una pausa musical, proyecto que actualmente cumple seis años de ofrecer una propuesta musical y cultural para el Recinto y el Oeste, según comentó el doctor Jorge Iván Vélez Arocho, rector del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), durante la bienvenida a los participantes del evento. La actividad contó con el auspicio de la Vicepresidencia de Asuntos Estudiantiles de la Universidad de Puerto Rico, como parte de la Ruta Cultural. La Orquesta Sinfónica, dirigida por el mayagüezano Roselín Pabón, abrió el evento con un Homenaje a Federico García Lorca, pieza divida en tres movimientos: el primero y el tercero aludían a bailes mexicanos y canciones infantiles. En éstos se destacaron los instrumentos de viento, en especial, un solo de trompeta. La segunda parte de la obra, Duelo, recordó la muerte del poeta español a través de pesadas melodías y de dinámicas inesperadas como los cambios de crescendos a pianísimos. Continuó el concierto La lira, obertura compuesta por el ponceño Juan Morell Campos, en la versión del puertorriqueño Roberto Sierra. La pieza mostró cortes franceses e italianos y su orquestación reflejó la gran capacidad creativa de Morell, según Pabón. En turnos distintos y entre otras obras presentadas, la orquesta interpretó El tango y La conga, piezas que forman parte de la Sinfoneta latinoamericana del estadounidense Morton Gould. La primera, fue descrita por Pabón como “un pensamiento triste que se baila”, mientras que en la segunda se destacaron los sonidos de percusión y la técnica de cuerdas punteadas, entre otras. La enérgica expresión “¡Bravo!” del público demostró su aprobación en las siguientes dos piezas. La primera fue el ballet La bruja de Loíza de Jack Delano y que se divide en tres partes: Baile de la plaza, Noche embrujada y Muerte de la bruja. En ésta se refleja cómo el compositor captó y plasmó en el pentagrama, la música puertorriqueña de este pueblo costero. La segunda pieza, Aires de mi tierra del maunabeño Mariano Morales, provocó que los asistentes se identificaran con ella en cada segundo que fue interpretada, ya que incluyó desde un bolero hasta un seis chorreao. Sin duda alguna, esta velada sobrepasó las expectativas de todos los que disfrutaron de tan importante noche. “El concierto estuvo espectacular, nunca pensé que la experiencia fuera de tal magnitud. Si volvieran a planificar otro evento como éste, seguramente vendré”, manifestó Cauly Mercado, estudiante de Ingeniería Agrícola. Por su parte, el profesor Santos Torres Toro, director de la Orquesta de Cuerdas del RUM, estuvo entre el público y en un aparte con Prensa RUM expresó que el concierto reflejó la calidad musical y cultural de la Sinfónica y que la selección de repertorio fue excelente. Incluso, Torres Toro indicó que piensa incorporar varias de las técnicas que pudo presenciar durante la velada, como el de