
La Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) nos tiene al borde de la silla. Con una deuda de alrededor de $9,000 millones y su calidad crediticia por el suelo, el futuro de la corporación pública se discute en una mesa de negociación compuesta por sus dirigentes y los representantes de sus acreedores. Ambos grupos, dispuestos a aprobar un acuerdo que viabilice la reestructuración del déficit de dicha entidad, mantienen sus esperanzas en un proyecto que está varado en la Legislatura, pero que supone para los bonistas la seguridad de que el gobierno de la Isla cumplirá con sus obligaciones como deudor.
Pero, ¿qué pasaría si la legislatura no aprueba el proyecto de ley en el plazo en que vence el acuerdo (16 de febrero) entre la AEE y el grupo Ad-Hoc que representa a los bonistas? ¿El próximo verano llegarán los apagones que vaticinó el gobernador Alejandro García Padilla y Lisa Donahue?
Con probabilidad, como lo mencionó en los pasados días Ángel Figueroa Jaramillo, miembro de la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y Riego (UTIER), esta situación no pasará. No obstante, más allá del proyecto de ley para la Revitalización de la Autoridad de Energía Eléctrica, en el ojo público no se discuten otras opciones que en el futuro podrían fortalecer y mejorar la generación de electricidad en el País. Más aún cuando las negociaciones -que comenzaron hace 18 meses- se han convertido en una montaña rusa. El vaivén más reciente fue la semana pasada, cuando el 23 de enero los bonistas y directivos de la AEE cesaron de negociar, aunque el día 28 reanudaron el proceso.
Ante este panorama, Diálogo conversó con el profesor de ingeniería Efraín O’neill, del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), sobre los posibles apagones y qué sistemas de generación de energía podrían ser viables para Puerto Rico.
O’Neill mencionó que de suceder apagones la Isla vivirá una posición “bien retante debido a los estilos de vida a los que estamos acostumbrados”. Lo primero, según el también investigador, es que la AEE determinaría a qué sectores y a qué horas suministraría la energía. Ofreciéndole a los abonados la oportunidad de hacer el mejor uso posible del recurso energético en el tiempo determinado.
El profesor del RUM añadió que prevé un gran sentido de comunidad en la sociedad puertorriqueña. De acuerdo al experto, la norma sería utilizar plantas eléctricas que operan con diesel. Sin embargo, aclaró que generar energía con este combustible es costoso, así que tal vez no sea la opción más común a la que recurrirían los boricuas. Es por esto que el apoyo mutuo sería muy importante, no compartiendo plantas eléctricas (es ilegal), sino colaborar en espacios amplios que estén electrificados (centros comunales, etc.).
Otra opción sugerida por O’Neill es la adquisición de sistemas que utilizan la energía solar para generar electricidad. No obstante, también comentó que comprar uno de estos equipos, que genere al menos 3KW de energía (suficiente para una familia de 3 personas), tal vez no sea viable para toda la población. De acuerdo al profesor, esta tecnología ronda los $9,000 y si añadimos el costo de las baterías (necesarias para cuando hay días nublados o es de noche) esta cifra aumentaría un 30%. “Estamos hablando de unos $12,000 aproximadamente”, sentenció.
Por tal razón, utilizar energía solar para enfrentar los apagones requeriría del uso mesurado de dicho recurso por parte de la población y nuevamente, de cooperación entre pares.
El ingeniero explicó a Diálogo que para el año fiscal 2014, el consumo residencial total de energía eléctrica en Puerto Rico fue de 6,270,840 MWh (seis millones doscientos setenta mil ochocientos 40 MEGA-vatios-hora). Agregó que “si presumimos 3,700,000 habitantes, entonces el consumo anual por habitante sería de 1,694.82 kWh. El consumo diario por persona es de 4.64 kWh. Si tengo un sistema solar de 3 kW, y tengo una exposición solar equivalente a 5 horas, puedo generar 15 kWh al día con ese sistema”.
De manera que si dividimos 15 kWh entre el consumo diario por persona, 3 individuos podrían usar dicho sistema para satisfacer su demanda de electricidad. Si redujéramos ese consumo por persona a la mitad, unos 6 sujetos podrían tener acceso al recurso energético, reducido en una tercera parte, se beneficiarían 9 personas.
“Es decir, la crisis o la amenaza de crisis nos debe concienciar sobre nuestros usos actuales de energía eléctrica, y cuánto realmente necesitamos para nuestras necesidades básicas versus cuánto desperdiciamos”, afirmó.
Una mirada a otras opciones
Para O’Neill, de continuar la precaria situación de la AEE , se tendrían que “mirar otras opciones”. Por ejemplo, la operación de islas eléctricas o micro redes. Este método consiste en instalar un generador de energía (puede ser de gas natural, solar u otros) que supla electricidad a grupos reducidos de casas o comercios.
“Ahora mismo eso no está permitido en Puerto Rico. Yo no puedo tener un grupo de casas compartiendo una misma generación”, aclaró el doctor. Al mismo tiempo, agregó que la posibilidad de apagones puede ser un pie forzado para que la legislatura tome acción y “enmiende la ley que haya que enmendar, para que así se permita el funcionamiento de las islas eléctricas”, añadió.
Esta práctica ha sido probada en Japón, así como en universidades de los Estados Unidos. Aunque O’Neill mencionó que tiene algunos “retos”, tales como el mantenimiento de las líneas eléctricas y la compra de combustible, para lograrlo “habría que repensar todo el marco legal de cómo se distribuye la energía eléctrica en Puerto Rico”.
Asimismo, una alternativa para las personas que vivan cerca de ríos o tomas de agua son los equipos micro-hidro. Estos funcionan produciendo energía a partir de la corriente o flujo de agua. El problema con este equipo, según O’Neill, es conseguir que el Departamento de Recursos Naturales permita su implementación.
Los aerogeneradores también son tecnología que podemos auscultar. Sin embargo, el investigador argumentó que este sistema necesita un “buen viento, no es tan fácil como tenerlo en el techo de una casa”. Para tener una cantidad de energía considerable debe estar de 50 a 100 pies de altura y ubicado en un sector geográfico en donde hayan ráfagas constantes.
Otras dos opciones para producir electricidad son el uso de olas del mar y la biomasa.
“Hay dos cosas importantes aquí. Todas esas opciones están ahora mismo disponibles y no se miran, porque la ciudadanía no está enterada. Todas esas alternativas tienen unas ventajas importantes: se están usando recursos locales, no se está quemando combustible y en su mayoría son de energía renovable”, aseveró O’Neill.
Finalmente, el doctor nos instó a participar de los procesos decisionales en este momento de crisis, al tiempo que subrayó que aprovechemos este periodo histórico para dirigir la producción de energía del País, de forma que nos beneficie a todos.