
Quizás es que se equivocaron. Quizás es que quieren ser irónicos. La gente del Municipio de Vega Baja se está burlando del pueblo o les gusta insultar la inteligencia de los compueblanos. Mientras varias compañías desarrolladoras mueven sus palas en los sistemas judiciales y en las distintas agencias gubernamentales para conseguir permisos para construir a diestra y siniestra en las zonas marítimo terrestres, un área llena de sumideros y acuíferos aledaña a la zona kárstica de la costa norte, el Municipio que administra el alcalde Edgar Santana, exhibe un gran letrero en plena Carretera #2 que lee: “Vega Baja, capital del ecoturismo”. Parece un chiste de mal gusto. “No es tan solo ridículo sino antagónico”, reaccionó un tanto airado Ricardo Laureano, portavoz del grupo conocido como Vegabajeños Impulsando Desarrollo Ambiental Sustentable (VIDAS), cuando Diálogo le inquirió sobre el particular letrero. “Las alternativas están ahí para lograr que eso sea verdad. Hay gente que sabe bregar con los sistemas ecológicos de la costa, pero ellos no hacen caso. Pero a lo que ellos se han dedicado es al compadreo y al busconeo de dinero, a trabajar con los ‘desastrolladores’. Y por eso es que tenemos los problemas que tenemos”, explicó, recordando que “ese letrero iluminado está desde la administración del ex alcalde popular Luis Meléndez Cano”. Los problemas a los que Laureano se refiere corresponden a la construcción desmedida y la planificación a favor de los desarrolladores durante años recientes en la zona marítimo- terrestre de la costa vegabajeña que comprende desde la desembocadura del Río Cibuco hasta el área playera de Los Tubos, en la frontera con Manatí. Esa área costera se caracteriza por interconectarse mediante sus acuíferos terrestres y subterráneos que alcanzan el área kárstica del norte. Es decir, todo lo que sucede en el área marítimo-terrestre afecta la zona kárstica y viceversa. “Nuestra condición de isla oceánica hace que nuestra relación con el mar sea directa y en todos los ámbitos, ya sea directa o indirectamente”, explicó a este rotativo Félix Aponte, profesor de la Escuela Graduada de Planificación de la Universidad de Puerto Rico (UPR). “Es decir, la gente que viva, por ejemplo, en Jayuya se ve afectada por el mar indirectamente, pues el viento en el mar levanta gotas de aguas en forma de aerosol que se mueven muchos kilómetros y se depositan tierra adentro. La contaminación en el mar y en los acuíferos cercanos a ellos también les llega mediante esta forma. Pero son varios aspectos en los que muchos de los habitantes de Puerto Rico (humanos, fauna y flora) son afectados y la cosa es tanto de arriba hacia abajo como del área del mar hacia arriba”, agregó. La construcción de represas en algunos acuíferos del país, la remoción de arena de los ríos para utilizarse para la construcción, la explotación de la piedra caliza para producir cemento y el desplazamiento de áreas verdes para dar paso a mega carreteras han colaborado durante décadas al deterioro de los recursos naturales de la isla, indicó Aponte. “En ciencias ambientales hablamos de tres categorías de impacto: el primario, que es el que se puede medir en la zona inmediatamente afectada; el secundario, que es el que afecta indirectamente a áreas más lejanas, como expliqué en el ejemplo de Jayuya; y el impacto acumulativo que es el que se nota años después… ese es que no vemos rápidamente, pero que quizás es más fuerte que los otros, como son las inundaciones”, dijo el profesor Aponte. “Es una cadena muy compleja”, dijo al preguntársele directamente sobre la situación en ‘la Ciudad del Melao Melao’, dónde el profesor ha participado en numerosos casos judiciales en calidad de experto. “Todo está conectado, todo se afecta”. Precisamente, el problema en Vega Baja se puede ejemplificar mediante el asunto de las inundaciones, considerando que el área marítimo-terrestre donde se han construido inmensos proyectos de viviendas y donde se planean proyectos aún más grandes han establecido que la densificación de esa zona sea peligrosa, pues está llena de sumideros, cavernas subterráneas, áreas pantanosas y afloramientos de agua. “Es que en esa zona hay un sistema de cuevas submarinas y plantas que solamente crecen en esta parte del mundo”, interpuso Aponte. “Eso es parte de la zona kárstica del norte, que comprende unos 700 kilómetros y un 10 por ciento del país, llena de actividad subterránea que no se ve en muchas partes del mundo. Ahora mismo, sólo recuerdo que haya algo así fuera del Caribe en Nueva Zelanda y en Indonesia”, expresó, apuntando a Cuba y República Dominicana como otros lugares caribeños con estas formaciones. Durante años, VIDAS ha reclamado que los desarrolladores se han dedicado a rellenar a la mala los sumideros, provocando innumerables problemas que afectan sus mismos proyectos y las comunidades aledañas. Laureano ayudó a enumerar los distintos problemas surgidos por construcciones irresponsables. Los proyectos en agenda conocidos como Playa Hermosa I y II pretenden tomar vida en el área conocida por los locales como Cibuco, pues es ahí donde el poderoso río desemboca en el mar. Dicho proyecto se realizará cercano a la Barriada Las Lisas, la Barriada Sandín y el Barrio Cabo Caribe, sectores notablemente pobres del municipio que en los últimos años han sentido el embate de los desarrolladores en sus pantanosos terrenos, viendo como una mera llovizna les ocasiona inundaciones inmediatas. Hace unos años se realizaron mejoras a una vieja planta de tratamiento de agua que no aguantaba más las necesidades de estas comunidades, por lo que suena irrazonable añadirle más peso a la zona. “Los desarrolladores quieren amarrar las primeras 200 casas a la vieja planta de tratamiento y también propusieron otra planta adicional, lo que significaría seguir utilizando los humedales como pozo séptico. Hay que destacar también que en la carretera que lleva a la playa de Vega Baja (Carretera #686) se hizo un ensanche, lo que significó rellenar los humedales que allí hay, lo que aumentó la capacidad de inundabilidad de esa área, que a la larga resultará en el desplazamiento de las comunidades pobres de Las Lisas, Cabo Caribe y Sandín, eso sin contar el alza en los niveles de agua debido al calentamiento global”, destacó Laureano. Suena macabro y muy premeditado. Pero quizás más malintencionada es la situación correspondiente a la reconstrucción del balneario de Puerto Nuevo, una de las primeras acciones de la administración de Santana cuando entró tras las elecciones de 2004. Según un artículo de la periodista Sandra Kuilan, publicado en el periódico El Norte en la edición de la semana del 18 al 24 de noviembre de 2009, la poda de árboles en la playa de Vega Baja fue resultado de una recomendación de la firma que realizó la evaluación ambiental del área, Golden Environmental Corporation, la misma compañía que presidió hasta hace año y medio el actual secretario del Departamento de Recursos Naturales (DRNA), Daniel Galán Kercadó. Curiosamente, tal empresa cerró tan pronto Galán Kercadó fue nombrado al puesto por Luis Fortuño. Ahora, cualquier queja correspondiente a este proyecto, o a cualquiera de los muchos en los que la Golden Environmental Corporation realizó la documentación ambiental es vista en el DRNA por la administración de Galán Kercadó en lo que es un obvio conflicto de intereses. Such is life. “Recuerdo que durante la reconstrucción del balneario, los desarrolladores metieron máquinas al agua, haciendo cosas que causaron daños a los arrecifes. Además, no pusieron el plan de control y sedimentación que comprende barreras de sedimento”, rememoró Laureano sobre las supuestas acciones de la compañía Fortis Construction. “Y si seguimos esa misma costa encontramos más problemas de construcción, tanto con logística básica como con contaminación”. Por ejemplo, está la gasolinera frente al mar que, después de construida, no ha podido abrir debido a las múltiples acciones legales del grupo VIDAS. Fuentes consultadas por Diálogo vinculan estas acciones con reconocidos líderes de los partidos políticos de mayoría. ¿Y qué del complejo de viviendas conocido como Chalets de la Playa, aledaño a la mentada gasolinera, que parece construido por niños jugando con bloques de lego y no por verdaderos profesionales? “Ahí hay problemas grandes con las correntías fluviales que están inundando la zona pues no son compatibles con el resto de la comunidad”, dijo en alusión al complejo construido por Fullana Constructions. Inmediatamente después de esos complejos de vivienda se encuentran otros dos: Villas de Playa I y II, construidos en uno de los suelos más sensibles, justo encima del área de cavernas subterráneas que habíamos mencionado ya. “Dios no lo quiera, pero en cualquier momento eso ahí se puede hundir”, dijo Laureano. Laureano recordó que en el área conocida como Sarapa, en el Barrio Yeguada, también se libró una lucha contra la construcción de seis torres de apartamentos en la zona marítimo-terrestre. Por ahí siguen los ejemplos, hasta que llegamos al área de Los Tubos, donde recientemente el Municipio de Manatí y su alcalde José Aubín ‘Bin’ Cruz Manzano anunció la intención de construir un supuesto proyecto de ecoturismo sustentable. “En cuanto a eso hay que ser bien cuidadoso. Aún no tiene nombre. Dicen que no va a ser un hotel, pero igualmente dicen cuchucientas historias. Estamos luchando para que continúen las vistas públicas ante la Junta de Planificación, porque las descontinuaron. Queremos presentar evidencia de todo nuestro trabajo arrecifal [sobre los arrecifes] en la región que comprende desde Los Tubos hasta la peña de Moncho Díaz. Y si el municipio no continúa las reuniones nosotros vamos a citarlas y los vamos a invitar a ellos. Total, nosotros sabemos más que ellos en cuanto a ecoturismo se refiere”, sonrió mientras puntualizaba que el grupo VIDAS siempre ofrece propuestas alternas sustentables, “pues esto no es cuestión de protestar por protestar”. Cabe señalar que una de las luchas principales de años recientes de VIDAS ha sido la protección de la vasta comunidad de corales en el área que comprende desde Cibuco hasta Los Tubos, espacio que alberga al menos dos especies en peligro de extinción. Con ayuda de expertos internacionales, VIDAS logró que dicha área fuera protegida federalmente, pero hay varios factores que atentan contra todo el trabajo logrado, como la posibilidad de construcción irresponsable que aparece con las propuestas del Municipio de Manatí. Con la ayuda de expertos en biología marina y en ecología y el respaldo del Programa Sea Grant, que conjuntamente auspician la UPR y la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), lograron salvar lo que anteriormente era una decadente comunidad de corales, y los frutos de esos esfuerzos han sido reseñados en numerosas revistas internacionales de ciencia y ecología. “Esa labor fue muy importante pues existe una especie de coral en peligro de extinción llamada cuerno de arce que es bien susceptible a la sedimentación y hay unas amenazas serias de diferentes desarrolladores del área”, señaló el director del Programa Sea Grant, Ruperto Chaparro, quien ha laborado con VIDAS tanto en lograr la protección federal para esta zona como en la educación de la comunidad sobre el significado del área. El ecosistema de esta área no tan sólo sirve para proporcionar oportunidades noveles de exploración marina e investigación que no existen en ninguna parte del mundo, sino que coopera con el desarrollo de la pesca y ayuda a que las olas sean espectaculares, manteniendo el área como un punto sólido para los amantes del surf internacional y otros deportes acuáticos. Entonces está el hecho de que también sirve de barrera costera natural, protegiendo el área ante posibles eventos climatológicos extremos. Ya que está de moda, ¿alguien dijo tsunami? “El área norte, desde Arecibo y Loíza, es conocida como un ‘anfiteatro’ por la forma en que está compuesta debajo del mar”, comenzó a explicar el conocido ecólogo y biólogo Mario Bosque Pérez. “Mediante ondas debajo del mar se captó recientemente la forma del lecho marino de la plataforma de la costa norte de Puerto Rico. Encontraron que hay una parte desprendida, más pronunciada hacia Arecibo. Esos desprendimientos son de millones de años atrás, y es lo que crea la forma de la costa norte de Puerto Rico. Asimila un anfiteatro griego, con los asientos alrededor de un hueco. Y si hubo un desprendimiento pueden haber más”, dijo. Para eso sólo hace falta actividad sísmica. Los recientes terremotos en Haití, Chile y Turquía hacen pensar que podría suceder en cualquier momento. “A eso hay que añadirle la subida de los niveles del mar debido al calentamiento global, que es lo que causa las marejadas ciclónicas. Eso podría combinarse con un tsunami de ocurrir un sismo. Sería nefasto. Las construcciones en el área marítimo-terrestre se borrarían, habría gran pérdida de vida y de propiedad, incluso podríamos perder parte de la costa, como sucedió en Indonesia”, apostilló Bosque Pérez. ¿Llegaría la ola de un tsunami hasta la Carretera #2 donde ubica el letrerito que irónicamente bautiza a Vega Baja como la “Capital del ecoturismo”? Quizás esa sea la única solución para acabar con la desfachatez que amenaza la costa norte del país. ¿Alguien tiene un salvavidas? Este texto fue publicado en la edición de marzo-abril de Diálogo. Para ver la versión en PDF del periódico, pulse aquí .