A los catorce años de edad decidí que estudiaría en el Colegio de Mayagüez. Quería ser científica y ese era el lugar idóneo para acercarme al apasionante mundo de la Biología Marina. Aunque navegué en otras aguas, haber sido colegial me marcó para siempre. No solo académicamente, sino como experiencia de vida. Aún suelo comentar sobre el sentido de solidaridad de los compañeros colegiales. Es una de mis remembranzas más perdurables y quisiera apuntar sobre ello.
Se han generado iniciativas para independizar del Sistema de la Universidad de Puerto Rico (UPR) al Recinto Universitario de Mayagüez, o Colegio, como todavía es tradición llamarle. Se alega que se mantendrán abiertos los once recintos, pero dudo de esa premisa. Siento que se ciernen amenazas sobre nuestra universidad.
El deber inalienable de mantener en pie el sistema público de educación superior está en vilo. Toca a los colegiales el primer paso, por haber sido escogidos como la piedra que algunos quieren quitar para derrumbar la pared monolítica del sistema. “Divide y vencerás”, es la consigna de quienes pretenden destruir nuestra universidad. Hace seis años vi una lista de las unidades de la UPR donde aparecían las entidades privadas que se habían apuntado para comprarlas. Se logró mantener la Universidad intacta, pero otra vez hay que dar la batalla.
Independizar el Colegio sería socavar un pedazo de la zapata que sostiene el edificio del sistema UPR. Tratarán de convencer a los colegiales con cantos de sirena. Dirán que aunque es un recinto que genera gran parte de los ingresos, se le asigna poco presupuesto, que no hay justicia en la distribución de los fondos. Nadie se debe prestar a utilizar esa justificación como arma política para hundir nuestra universidad. Esa situación debe resolverse en el seno de la administración universitaria. ¡Que se respete la plena autonomía que legalmente tiene el sistema universitario! Así podrán hacerse los cambios, para el Colegio, y para todos los recintos. Arreglemos el sistema. No lo desbaratemos.
No sirvamos de verdugos de nuestra universidad.
Una gran preocupación es que se utilice la UPR como una empresa generadora de ingresos. Los universitarios no son las gallinitas de los huevos de oro. Son Gallitos y Jerezanas, Tarzanes y Juanas, Vaqueros y Vaqueras, Búhos, Guaraguaos, Toritos, Lobos y Lobas, Leones y Leonas, Jaguares, Panteras, Tiburones y Tintoreras. Son evidentes sus características aguerridas de lucha. Su historia lo confirma. Las nuevas generaciones tienen igual derecho de disfrutar del programa académico libremente, como los anteriores alumnos, sin ser obligados a rendir un beneficio monetario para sustentar las arcas que fueren.
Recalco que los colegiales se han distinguido siempre por su solidaridad. Es un gen presente en el ADN de su sangre verde. No abandonemos a nuestros hermanos, no sirvamos de verdugos para resquebrajar la UPR y que el orgullo de la sangre verde pase a ser vergüenza en nuestra historia, como mancha indeleble. No nos prestemos para separar la familia universitaria. Sería como si un hermano mayor abandonara a sus otros hermanos porque piensa únicamente en su propio bienestar. Dejaría de ser solidario. Dejaría de ser el Colegio que conocí.
Luego de Mayagüez irán contra los otros. Tras la primera hendidura, seguirán hasta llevar al quiebre total. Demostremos que “Somos once recintos, una Universidad”. Quienes se pregunten, pero ¿qué se hace en la Universidad de Puerto Rico?, esta es una muestra: http://exalumnos.upr.edu/wp-content/plugins/files/civicrm/persist/contribute/files/Universitas.pdf
Hoy toca la primera batalla a Mayagüez. Es un reto a los colegiales para que demuestren que son los guerreros estoicos de siempre y den la lucha en este primer Frente por la Salvación de nuestra universidad. Que armados de solidaridad puedan seguir diciendo con orgullo: ¡Antes, Ahora y Siempre, Colegio!