Es un apasionado de la historia y la política. Su trayectoria como estudioso político se refleja en sus discursos, que buscan romper con lo repetitivo y darle espacio a nuevos imaginarios. Se trata del profesor Carlos Pabón de la Facultad de Humanidades del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, con quien Diálogo conversó sobre su más reciente libro: “Polémicas: política, intelectuales, violencia”
En términos de su ejecutoria en el espacio político, en su libro usted describe dos periodos, el del intelectual militante y el del practicante teórico. ¿Cómo se dio esta transformación y que ventajas le ha planteado una y otra posición?
Yo tuve un periodo extenso como muchos de mi generación en los años mediados de los 70’ y 80’ de militancia política, que en mi caso comenzó temprano, en la escuela superior y luego en mis años de bachillerato en la Universidad. En los grupos que estuve, se enfatizaba la necesidad del estudio político y había círculos de estudio continuos… Había una disciplina de estudiar textos clásicos, de Marx, “El Capital”, era un militante político, activista de izquierda. Luego en el 82’ un grupo de gente nos vamos de Puerto Rico a hacer la maestría y el doctorado. No es hasta que regreso en el 91 con mi doctorado que me instalo como académico en la Universidad. […] Me autofiguro como un intelectual que es académico, que se toma muy seriamente el trabajo académico, la investigación, la enseñanza, pero también puede y debe intervenir en asuntos públicos que le parezcan importante, pero esa intervención la defino como una estratégica, que se hace no como un profeta ni como una guía, sino como una persona que puede contribuir a la comprensión de la complejidad de los fenómenos contemporáneos. […] Si uno tiene compromiso con el pensamiento mismo, si uno asume una responsabilidad con el pensamiento, eso implica asumir la complejidad de los fenómenos y eso va en contra de la tendencia a la simplificación del mundo que se ha ido imponiendo con el sentido común de los medios.
¿Cómo las transferencias federales y la economía informal evitan que se produzca un tipo de lucha sostenida sobre la crisis generalizada que atraviesa la Isla?
No sé si lo evitan, pero sí es un elemento que constituye la realidad puertorriqueña donde no empece a lo profundo de la crisis, aquí hay una red social todavía que no permite que la gente toque fondo de manera en que países donde no la hay tocan fondo y eso invade e incide en la vida de mucha gente. […] Cuando sumas una economía informal no cuantificable en Puerto Rico con fondos federales sí cuantificables, con la posibilidad de la emigración a Estados Unidos que se está ejerciendo por miles y miles, pues hay unos mecanismos que a pesar de la crisis hacen que el sistema ofrezca unos mínimos para que no se sienta que esto es un colapso absoluto, cosa que no existía en Grecia, en España y en otros países.
¿Por qué usted plantea que la independencia no podría observarse como una solución a la crisis política y económica actual, si no está acompañada de un movimiento social fuerte de izquierda?
La noción de independencia no es un asunto ontológico ni metafísico, de que la independencia por principio tiene que ser la solución político-jurídica a la situación de Puerto Rico. […] En este momento histórico, si Puerto Rico fuese independiente mañana, en un mes, en tres años, ¿quién va a gobernar?, ¿quién va a ser la clase dirigente? Los mismos que hoy. ¿Y cuáles van a ser las políticas de esas clases dirigentes dentro de la República Soberana de Puerto Rico? Las mismas que hoy y algunas pueden ser peores porque se puede usar el derecho a regular la inmigración para restringir la entrada de dominicanos y haitianos, o se pueden usar las leyes autónomas de ecología para exigir estándares mucho menores que los federales en cuestiones ecológicas y se puede usar la autonomía en legislación laboral para reducir aun más los sueldos. Eso es una realidad porque, ¿cómo va a competir un Puerto Rico soberano hoy con las demás economías en el mundo? Ofreciendo mejores condiciones al capital y mejores condiciones al capital son peores condiciones a las masas sociales. Yo creo que el enfoque en el estatus como asunto determinante es equivocado. Pienso que lo fundamental es lograr crear un movimiento de masas democrático radical y anticapitalista y que ese movimiento en su momento, desde un polo de fuerza, decida qué alternativa le conviene a la mayoría social en términos económicos y sociales. Solo desde la fuerza política, desde un vector de fuerza social, es que uno puede plantearse seriamente un debate de estatus.
Imaginando un contexto en el que Puerto Rico fuera independiente, si un modelo político y económico neoliberal capitalista nos continuaría planteando los mismos problemas actuales, ¿cuál sería un ejemplo exitoso de gobierno que Puerto Rico podría utilizar como marco de referencia?
En estos momentos, ninguno. Ahora, cosas viables dentro de las posibilidades políticas reales, uno podría tratar de tener un sistema parlamentario, con representación proporcional de las minorías, con revocación de cargos (políticos), con límite de término, sin derecho a la reelección, con un sistema de financiamiento público a las campañas que le dé igual tiempo a todos los partidos que están en las elecciones, que se eliminen las donaciones privadas. […] Dentro de la crisis, con excepciones, el neoliberalismo sigue avanzando y en parte creo que es porque nosotros los que nos oponemos al neoliberalismo y capitalismo y a la desigualdad no acabamos de reconocer que tenemos un déficit teórico. No podemos volver a invocar sin más, socialismo. […] Yo me considero en todo caso una persona dentro de lo que se llama el postmarxismo, que propone que hay que recuperar ciertas tradiciones críticamente, por lo tanto hay que evaluar esa tradición y hay que reconocer que son insuficientes y que son necesarios nuevos imaginarios y eso es una labor teórica y política. En otras palabras, no basta con oponerse a, hay que hacer política y hay que hacer teoría y memoria crítica de la tradición que uno viene y tratar de reformular un nuevo imaginario para el siglo 21.
¿Qué significaría ser de “izquierda” en el contexto actual?
Un movimiento de izquierda en el contexto actual tendría que tener dos mínimos. Uno, ser democrático radical, es decir, postular y plantearse programáticamente posiciones que van más allá de la democracia liberal, que implican el ejercicio del poder político y la deliberación y participación política de manera horizontal a sectores que hoy día están excluidos de esa participación política y poder político en torno a una política de lo común, ni de lo público ni de lo privado, sino de lo común. Y número dos, implica una plataforma anti capitalista y anti neoliberal en términos de oponerse a las políticas que generan exclusión económica y desigualdad económica y favorecer políticas que propendan a la igualdad política, social y económica, e implica ciertamente una redefinición de las prioridades económicas del País. Esos dos mínimos son puntos de partida, porque dentro de lo democrático radical estaría también otros movimientos y causas que no son meramente vinculados al capitalismo como la cuestión de género o la cuestión racial o étnica. […]
¿Podría hablarnos sobre las implicaciones éticas y políticas de la lógica de reestructuración neoliberal del capitalismo y las medidas de “ajuste” de la crisis económica?
La lógica neoliberal de reestructuración y ajuste de la crisis capitalista es clara, un fundamentalismo de mercado que supone que el mercado de alguna manera va a dispensar justicia económica y crecimiento económico y lo va a resolver todo, una política creciente de privatización de distintas instancias. El neoliberalismo parte de una premisa que yo creo que es correcta y es que el “estatus quo” es insostenible. El capitalismo actúa como una fuerza de renovación. […] El neoliberalismo logra que impere una lógica de campo de concentración en los individuos, cada cual por su cuenta, la lucha de uno contra todos. Entonces, de repente no se trata de que hay que luchar para exigir al Estado, no se trata de que hay diferencias de clases sociales y de que puede haber una lucha entre los sectores de esas clases sociales, no se trata de identidades colectivas y sociales de clase. Se dice que ‘el problema de la crisis es individual, la solución a la crisis es individual, el individuo auto-gestionándose como empresario va a salir de la crisis’. Eso es un discurso neoliberal que ha logrado interpelar a muchísima gente. Entonces, en vez de la una lógica de solidaridad, una lógica social, en vez de una lógica de que podemos buscar lo común y luchar por lo común, el neoliberalismo por un lado económicamente expropia, apropia, logra desposesión, quita derecho, logra precarizar a un montón de gente, pero de alguna manera no se traduce en una respuesta social y colectiva, sino que se traduce en el propio lenguaje del neoliberalismo de la competencia entre individuos.
¿Plantea en su libro que en Puerto Rico vivimos una cultura anti-intelectual. ¿Cómo transformar la cultura actual?
Aspirar a una cultura intelectual sería aspirar a una cultura donde no se menosprecie y se denigre la labor del pensar, donde se reconozca la importancia y lo imprescindible de que una sociedad asuma que el pensamiento, la reflexión, es central, y eso se refleja de mil maneras. ¿Cuál es el espacio que la sociedad le otorga a medios que puedan discutir con profundidad asuntos en Puerto Rico? ¿Dónde están las revistas que pueden darle espacio a escritores, artistas, intelectuales, para que profundicen sobre asuntos? Es cada vez más restringido. […] ¿Cuál es la centralidad que aquí tiene el espacio universitario público que sabemos que hace décadas está siendo atacado y amenazado? ¿Cómo es posible que los profesores universitarios enfrentemos situaciones cada día más precarias, menos dinero para investigar, no hay aumentos salariales, más estudiantes por clase, no hay estímulos reales para investigar y publicar? Si miras la esfera educativa, el maestro que antes era una figura respetada, es una figura denigrada. […] El espacio académico no se privilegia, no se respeta, no se estimula la labor del pensamiento y en la esfera llamada pública tampoco. Una sociedad que genera espacios de encuentro, de discusión, que subvenciona y apoya los esfuerzos creativos y críticos, sería una sociedad donde por lo menos habría un lugar donde decir, ‘mira, aquí se está haciendo un esfuerzo por conocer la importancia de una labor abstracta que es el pensar’, pero que se transforma en una forma de acción que son las ideas que surgen de esas discusiones.
¿Respecto a la concepción de lo contemporáneo y de las crisis contemporáneas, cómo la inmediatez podría estar afectando esta noción? ¿Cuáles podrían ser las consecuencias?
La más grande transformación de nuestros tiempos tiene que ver con cómo nosotros percibimos el mundo, cómo nos enteramos del mundo y cómo actuamos en el mundo y esa transformación tiene que ver con la revolución digital. Tenemos ya toda una serie de aparatos tecnológicos informáticos que median absolutamente nuestra relación con el mundo. Eso tiene grandes ventajas porque uno puede desde el propio teléfono enterarse de cosas que si lees la prensa del País no te enterarías, pero a la misma vez eso significa que hay una velocidad. El tiempo se ha ido acelerando y los acontecimientos se suceden con una tremenda velocidad y eso yo pienso que hace más difícil la labor de un intento de análisis crítico sosegado sobre los acontecimientos y entender qué está sucediendo en el mundo contemporáneo. Apenas comenzamos a ver las aristas y las complejidades, hay una reacciones inmediatas, se va polarizando una discusión, se va construyendo unos binarismos, pero cuando comienza a complejizarse el debate ya viene otra cosa, hay algún otro acontecimiento que llama la atención. Hay un movimiento interesante, por lo menos en las redes, de gente que llama a “desacelerarnos”, no dejar que se imponga la dictadura de lo digital y de estos medios informáticos que nos llevan a trote y yo creo que la reflexión de un intelectual no puede ser una carrera de caballo, o no puede estar al ritmo de lo que le toma alguien que le da “send” a una noticia y sale publicada. Esa inmediatez tiene sus ventajas, pero contribuye a la superficialidad de las discusiones contemporáneas porque no hay oportunidad para profundizar.
La táctica del voto útil o votar por el “menos malo” ha resultado una y otra vez en fracaso. ¿Qué faltaría para que los puertorriqueños desarrollemos una memoria política crítica que nos permita ejercer el voto más sabiamente? ¿Nos estaremos convirtiendo en ciudadanos ahistóricos?
Se va dando ese asunto de lo ahistórico porque si todo se sucede a gran velocidad y nada se cristaliza, ¿qué vas a poner en contexto histórico si ese evento se desvanece casi tan rápidamente como ocurre? ¿Cómo puedes construir historicidad y memoria pública sobe eso? Hay una fuerza que va erosionando la capacidad de memoria y yo he dicho siempre que en Puerto Rico hay una especie de máquina invisible que borra debates y discusiones. Si vas a discutir sobre la nación, el nacionalismo, el marxismo, que fue despachado y está reteniendo una segunda mirada, no puedes partir de cero, tiene que haberse acumulado algún tipo de memoria intelectual y crítica, tiene que haber una capacidad para reconocer dónde quedaron los debates, qué quedó en agenda, que quedó pendiente, que quedó en el tintero. […]Un problema serio de esta universidad es que, como el País, está envejeciendo sus miembros, su facultad está envejeciendo y por las políticas fiscales no se está actualizando la plantilla de profesores y por lo tanto no hay relevo generacional, no hay puente y eso tiene efectos en los pensamientos y en los debates. […] Lo que hace falta son nuevas preguntas, nuevos enfoques y nuevas miradas, pero si no se sabe y no se recoge en una memoria colectiva qué fue lo que se debatió, entonces empezamos de cero. Hay cierta arrogancia, también, de pensar que somos los primeros que nos planteamos X asunto y que no hace falta esa memoria y que nosotros desde ese vacío, desde ese descontexto podemos proponer cosas novedosas. Con todo y eso se dan (las discusiones profundas), sé que hay muchas cosas ocurriendo y eso también hay que investigarlo y darle su importancia.