
SOBRE EL AUTOR
Una batalla se cierne en el horizonte universitario entre lobos judiciales y comadrejas. El botín es la lucha social y los movimientos reivindicativos en un Puerto Rico asediado por acreedores, malas leches gubernamentales y una Junta plenipotenciaria y colonizadora, que hieren, entre todos, la sensibilidad del más indiferente espectador. El actor principal del reparto, es un movimiento estudiantil distribuido entre la mayoría del sistema universitario público de Puerto Rico, que muestra independencia de criterio, valores claros y un talante digno y admirable. Algo sumamente escaso en la contienda.
En esta campal batalla, el lobo judicial, mejor dicho, la loba, ha decretado un ultimátum a la comadreja encargada que danzaba desesperada por mantener un poder inexistente y que para brotar realmente de las cenizas institucionales, necesitaba que ella se convirtiera en pitirre. Eso hubiese sido lo mejor, pero la muy rojiza comadreja encargada no tenía ese carácter. Esta siempre ha preferido el entrepiso, la sombra, arrastrarse, en fin, velar por su sobrevivencia aunque para ello tenga que destruir o abandonar su manada.
La loba judicial le pidió un plan a la comadreja. A esta le tienen sin cuidado y no le bastan las horas invertidas por funcionarios universitarios, incluidos administradores, profesores y empleados no docentes que desinteresadamente, se han volcado en un esfuerzo de atemperar lo que realmente es imposible conciliar. Estos no han fallado, la misión era imposible. Se trata nada más y nada menos que de conciliar a un movimiento estudiantil independiente y cristalino en propuestas y expectativas, con una iniciativa gubernamental necrófila para satisfacer al sector financiero que puja por más beneficios económicos y por transformar a Puerto Rico en mercado aún más fácil y dócil para sus nuevas proyecciones económicas.
Repetimos, la loba judicial quería un plan específico y de implementación inmediata. Claro está, este requería el concurso afirmativo de la totalmente colorada y subalterna madre comadreja, que por casualidad dirige con mucha dificultad el gobierno universitario que tomó hace unos años por asalto, emulando las acciones antes impuestas por la también madre comadreja azulada que le precedió en la tarea. El plan, repitió insistente y molesta la loba judicial, debía asegurar que serán los recursos exclusivos de la UPR los que pongan solución a la huelga.
El mismo debía detallar hasta dónde llegaría la comadreja encargada y los planes de contingencia que tenía para enfrentar y controlar los insatisfechos que se mantienen protestando. Detalles y pormenores con relación a la contratación de policías privados ataviados como fuerza de choque, de los arrestos, de cuántos macanazos, empujones y sanciones habrá que dispensar entre esa multitud alborotosa que compone la comunidad universitaria y que sigue insistiendo en la no violencia para resolver sus diferencias internas. En ausencia de ese urgido y urgente plan, la alternativa para ambas comadrejas coloradas era la cárcel por desacato. Sin embargo, entremezclando la conveniencia con la virtud, los seleccionados para fungir como verdugos del tribunal, para hacerle el trabajo sucio al lobo mayor, decidieron largarse sin acusar a nadie, sin decir la verdad y mucho menos condenar con honestidad el asedio de la universidad.
Antes de vomitar sobre la comadreja encargada, toda su prepotencia en repetidas amenazas, la loba judicial aclaró sus particulares perspectivas jurisprudenciales. No procedía, según su punto de vista, que se atendiera con prioridad el mandamus radicado por la comadreja solicitando la intervención de la manada de otros lobos vestidos de policía para dar cumplimiento a las órdenes dadas por diversos lobos judiciales. Desde su perspectiva, la Universidad sola puede y tiene que enfrentarse a los estudiantes y acabar la huelga a como dé lugar. Esto para aleccionar a la comunidad universitaria y ayudarles a redefinir su defendida autonomía.
En realidad, la loba judicial coincide con la determinación de la otra manada de lobos judiciales apelativos, que determinaron anteriormente que el derecho de cinco estudiantes que tienen prisa por estudiar de inmediato, está por encima de 10 asambleas donde se congregaron miles de estudiantes que, en reiteradas ocasiones, han deliberado democráticamente y votado por mantener una huelga para protestar las políticas de ajuste fiscal y austeridad impuestas a Puerto Rico y prometidas a la Universidad en los próximos 10 años.
La loba judicial ha develado la naturaleza de su manada, no solo aceptan ser una fuerza que socava legítimos reclamos sociales, sino que están dispuestos a transformar la violencia institucional que les caracteriza en verdaderas batallas de violencia descarnada, contar de asegurar el control de una Universidad de Puerto Rico que acepte gustosa y calladita la receta de medicina amarga que le quiere imponer el Gobierno de Puerto Rico.
Mientras tanto, en la madriguera de la loba judicial se busca otra comadreja encargada, papa caliente ante la situación imperante. La que sea, cualquiera comadreja encargada sirve para engordar la lista de más de una docena de renuncias por parte de gerentes universitarios. Se busca el verdugo ideal: tontamente asertivo para autoproclamarse con bombos y platillos de su selección; ensimismado al punto de creerse un mesías cuando solo será una marioneta bastarda y lo bastante indiferente como para aceptar hacerle el trabajo sucio a un conjunto de lobos gubernamentales que solo esperan que se desmorone su presa para atraparla.
Entre estos, espera paciente, el lobo azul de mayor rango y de la manada llamada ejecutiva, que cree que controlando la Universidad podrá crear la ilusión y creerse que controla un país que ya tiene dueño y que ha sido descaradamente atrapado por la metrópolis imperial. Por eso, acecha a la Universidad esperando que se cometa un delito, para intervenir de inmediato junto o a través de la patrulla de sus lobos subalternos y vasallos. Su errada ilusión es que se puede salvar a la Universidad aplastando a los universitarios.
¡Vaya enajenación! ¿Acaso piensa el lobo azul, que a este encaje no se le ve la costura? Continuaremos…
El autor es Catedrático en Relaciones Laborales y Derecho Laboral de la Escuela Graduada de Administración Pública de la Universidad de Puerto Rico (cala2525@gmail.com). Actualmente, se desemepeña como investigador adjunto invitado del Centro Europeo y Latinoamericano para el Diálogo Social (CELDS) de la Universidad de Castilla La Mancha (UCLM), Campus de Ciudad Real en España.