Hace más de 40 años la Universidad de Puerto Rico tomó la decisión de expandirse por medio de la creación de otros centros post-secundarios repartidos más o menos uniformemente en la demografía isleña. El objetivo era satisfacer la necesidad educativa de una población que dejaba de ser agrícola y empezaba a tener necesidades más técnico-industriales. Entonces solo teníamos Río Piedras y Mayagüez y cualquier estudiante del interior de la Isla encaraba serios problemas de transportación para acudir cotidianamente a cualquiera de estos recintos.
Originalmente estos centros se diseñaron para ofrecer los cursos básicos de los dos primeros años universitarios, como si fueran escuelas secundarias avanzadas, para después completar en los recintos mayores las especializaciones profesionales conducentes a grados de Bachiller. A medida que estos recintos cumplían con sus respectivas misiones, se consolidaban, y atraían los naturales talentos locales, surgía la necesidad de hacerlos más completos al punto de que ofrecieran ellos mismos bachilleratos de acuerdo a las tendencias de la época y a las necesidades regionales y estatales.
Uno de estos recintos es el de Humacao. Originalmente llamado Colegio Regional de Humacao, funcionó en una casa tradicional en el centro del pueblo, y atrajo a estudiantes de todos los pueblos aledaños y algunos no contiguos como Luquillo, Fajardo, Guayama. Entonces la necesidad obligó a separar un amplio terreno en el barrio Tejas y allí construir estructuras que definieran un centro educativo global, donde hubiera no solo aulas y oficinas administrativas, sino elementos que permitieran brindar educación completa y genuina vida universitaria, como biblioteca, teatro, auditorios, piscina, canchas deportivas, gimnasio, cafetería y zonas de estudio e interacción educativa; elementos básicos de toda institución que pretende dar una experiencia universitaria seria y completa.
Este Colegio Regional de Humacao fue pensado originalmente como un centro científico-tecnológico con los cuatro puntales tradicionales de la ciencia: biología, física, matemáticas y química (el orden es alfabético), pero no como ciencias puras, sino con el sesgo tecnológico que empezaba a definir la época. Así, biología tendría subespecialidades como microbiología y vida silvestre; física se definiría por su aplicación a la electrónica; las matemáticas serían computacionales y la química, industrial.
Desde temprano en su desarrollo, los correspondientes departamentos académicos de estas especialidades establecieron contactos de beneficio mutuo con las industrias que entonces florecían en la zona oriental de la Isla. Así por ejemplo, la corporación Intel, pionera en la producción de microchips electrónicos, tuvo, durante mucho tiempo, una planta en Las Piedras, municipio aledaño a Humacao, y los laboratorios de física se equiparon sustancialmente con material donado por Intel, y muchos de los graduados de esta especialidad entraron a formar parte de los cuerpos profesionales de la empresa. Poco antes de la separación de la Isla de la sección 936 del Código de Rentas Internas, Intel se fue, pero eso no disminuyó la actividad tecnológico-educativa e investigativa de este departamento.
Por su parte, la industria farmacéutica, con varias fábricas enfiladas a lo largo de la autopista 30 estableció lazos con el Colegio a través de los departamentos de Biología y Química y también recibió beneficio recíproco al contratar a jóvenes graduados de estas especialidades para llenar sus cuadros profesionales.
Matemáticas computacionales se encargó de preparar profesionales en el campo de computación, proveyendo técnicos en programación a las industrias locales, a la banca, el comercio y la creciente industria del seguro.
El Colegio de Humacao, llamado ahora Universidad de Puerto Rico en Humacao (UPRH) cumple con creces su misión de educar y formar profesionales en esas áreas de ciencia y tecnología mencionadas; pero un aspecto que ha destacado a su facultad, desde casi sus inicios, es su compromiso con la investigación. Ninguna institución universitaria que intente formar profesionales en ciencia y tecnología con visión de presente, puede ignorar el desarrollo contemporáneo de las ciencias. Todos los currículos de ciencias de UPRH tienen cursos electivos de investigación, para aquellos estudiantes que aspiren a algo más que el simple dominio de técnicas profesionales.
Desde sus inicios estos departamentos han contado con docentes inmersos en investigación. Muchos de ellos son exitosos en proponer proyectos a agencias promotoras de la investigación científica, como National Science Foundation, National Institutes of Health, por nombrar las más relevantes. La consecuencia natural es la contribución a la ciencia que se evidencia en publicaciones referidas (peer review) de sus resultados en revistas científicas de alcance global y de su participación en congresos científicos locales e internacionales. Consecuencia directa de esta actividad es la promoción de jóvenes que han continuado estudios graduados a niveles de maestría y doctorado en universidades continentales, y la Isla ha recibido el beneficio de tener a varios de ellos de vuelta como jóvenes docentes en universidades locales.
Ciencias no es la única actividad de UPR-Humacao. Esta unidad también forma profesionales en áreas relacionadas con la administración empresarial, ciencias sociales, comunicaciones, educación, enfermería, humanidades y terapéutica (orden alfabético). Todas ellas con la misma excelencia y seriedad, como lo atestigua el periódico reconocimiento académico, infalible a lo largo de su historia, por la agencia acreditadora nacional Middle States Commision on Higher Education. Reconocimiento frecuentemente acompañado por otras acreditaciones específicas a programas de varios de sus departamentos académicos.
Presento solo el caso de Humacao pues es el que mejor conozco. A lo largo de los años, Puerto Rico ha visto, vivido y progresado gracias al aporte tanto de sus dos recintos principales como de sus colegios regionales.
Reducir la UPR a solo tres recintos, como se ha sugerido como medio de aliviar la dolorosa crisis económica, es cercenar elementos vitales en la formación de profesionales y en el progreso de la Isla. El talento surge sin discriminación en todas las poblaciones y razas y soslayarlo o ignorarlo sería el más grave error de un gobierno que tiene la ineludible obligación de atenderlo.