“Es tanta la fuerza de la repetición que todos creen que
algo pasó. Pero que lo crean todos no significa que exista
o haya ocurrido. En un tiempo todos creían que la tierra era plana”.
-Fernando de la Rúa
El aumento desproporcionado en el costo de la matrícula de los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico (UPR), solicitado so pena de cerrar hasta cinco recintos y unidades, es peligroso para la sociedad puertorriqueña.
Además de limitar el acceso de talento joven a una universidad potente y costoefectiva, este aumento tendrá el efecto de precarizar las condiciones económicas del universitario promedio y reducirá el ritmo de movilidad social en muchas comunidades pobres.
Los maestros, los jóvenes, sus familias, la industria, el comercio, los municipios y las organizaciones que se benefician directa o indirectamente de la UPR, deben entender el efecto de este asalto histórico. Lo que es peor: esto lleva gestándose hace más de dos décadas a base de una estrategia de gradualidad.
Así se crearon las condiciones políticas para iniciar el “golpe de timón” a la UPR y a la educación pública en general. Hoy, la farsa de un necesario aumento de matrícula o la reducción de recintos, está insertada en la psiquis del pueblo como una toxina.
La intensa manipulación mediática y la verborrea de algunos sicofantes con toga que cumplen su encomienda político-partidista, ha rendido frutos y oportunamente tendrán su recompensa.
Eso se pretende con la UPR vociferando seis falsedades, los seis mitos de su apocalipsis:
1. “La UPR sale cara”.
Esta fijación que manifiestan algunos es producto de un espejismo fatal, de una especie de “conjuro maldito” que reta la razón y a renombrados economistas del patio, de las premisas económicas mundiales (incluyendo al Fondo Monetario Internacional) y hasta de la perspectiva del Premio Nobel Joseph Stiglitz.
La mentira repetida se transforma en “verdad”. Este fenómeno ocurre en la comunión de dos tipos de sujeto: el demagogo que difunde la mentira y el fanático que en su ignorancia, hace eco al demagogo que lo manipula.
En realidad, un país bien orientado en su porvenir debería aspirar a ofrecer educación pública libre de costo para su ciudadanía. Así ocurre en Escocia, Suecia, Dinamarca, Grecia, Finlandia, Argentina, Uruguay, México y en otros países que visualizan la educación como su inversión fundamental.
Parece que en Puerto Rico los heraldos del progreso determinaron que invertir en la sociedad no es seguro ni legítimo porque no responde a las premisas del mercado y de paso amenaza la prolongación de su dominio. Por eso la educación pública está desmantelándose aceleradamente en Puerto Rico.
No seamos ingenuos. ¿Por qué invertir (o “gastar”) en una institución que genera la mayor concentración de individuos cuyo talento es un riesgo potencial de impugnación a decisiones o planes que los partidos imponen a nombre de la pseudodemocracia que los alimenta?
Evidentemente, para estos corsarios del patrimonio nacional es absurdo brindar recursos a la UPR, matriz de la disidencia puertorriqueña, cuyo cuerpo docente prepara a la juventud para ser crítica, proactiva y resolutiva ante los problemas del País. Eso no conviene al mediocre ni al ladrón.
2. “Hay demasiados recintos”.
Se acusa que ciertas unidades de la UPR respondieron a estrategias políticas en su momento. Sin embargo, hoy ya son marcadores geográficos de una transformación económica y de justicia social que además de democratizar el capital nacional mediante la distribución en favor de la educación, les asigna liderato regional en términos institucionales.
Está demostrado ad nauseam que las unidades de la UPR son catalíticos, dínamos de la actividad económica, sociocultural y del progreso social en sus respectivas regiones. Ahora piensan cerrar lo que crearon para su beneficio pero evolucionó en beneficio del pueblo. Narciso descubre su trasero… después de tanto usarlo.
3. “La matrícula y los gastos universitarios son lo mismo”.
Esta aseveración ignora que la inversión en equipo, materiales, libros, hospedaje, transportación y alimentación, entre otras, no se contempla en la matrícula y es necesaria para mantenerse y progresar académicamente en una experiencia de vida universitaria de alto nivel. La declaración es una chiquillada que no resiste mayor análisis ni explicación.
4. “El estudiante de la UPR no sufre este aumento porque el dinero se le extrae a la asignación de la beca del gobierno federal”.
Si se pensó el aumento de esta manera, entonces se trata de una conspiración en vías de ejecutarse para desfalcar los fondos asignados por el Gobierno de Estados Unidos según sus escalas, para que los estudiantes en desventaja económica se mantengan y culminen sus estudios. Este descarado asalto amenaza la persistencia académica del 75% de los estudiantes en la UPR y, por tanto, le hace daño al país.
5. “Es un aumento justo porque en Estados Unidos las universidades son más caras y porque se equiparan en mayor o menor grado los costos de matrícula que la gente pagará en todas las instituciones universitarias del País”.
La gran mayoría de los jóvenes en Estados Unidos no puede estudiar en una universidad gracias a los elevados costos de matrícula. De hecho, de los que entran, más de la mitad ni siquiera termina el primer año.
Los datos del panel que maneja la Cartera de Préstamos Estudiantiles de la Reserva Federal del Banco de New York, indican que quienes logran entrar y terminar, hasta este 2018, enfrentan un deuda colectiva que alcanza $1.4 trillones. Cerca de 45 millones de jóvenes (70% de los universitarios estadounidenses) están sumamente endeudados por el costo de sus estudios. Así inician sus vidas profesionales, endeudados. Si eso es justicia, que venga Dios y lo vea.
6. “El aumento es necesario por los recortes de la Junta de Control Fiscal y porque la UPR tiene problemas económicos”.
La Junta de Control Fiscal considera que los servicios esenciales deben estar protegidos en esta crisis. Estuvimos en una mesa de diálogo en la que su presidente, José Carrión III, confesó: “Creo en la universidad…sé que es un servicio esencial y sé que es extremadamente importante para el desarrollo de nuestro pueblo”. Las creencias requieren ejemplos que las validen.
Se ha tratado a la UPR como una amenaza para el plan de acaparamiento del País y con ello la usurpación de nuestro patrimonio educativo y cultural. Los “Bárbaros Trucutú”, como les decía Rosendo Matienzo Cintrón, entienden bien la relevancia de la universidad, que es poderosa en ciencia y en conciencia.
Por eso la atacan con esta demagogia y no hablan de su producción científica, ni de su altura académica, ni de su impacto social, no hablan de su reconocimiento internacional, ni del cumplimiento de pago a sus bonistas, ni de las deudas del gobierno con la institución, no consideran cuanto beneficio devuelve al País, más de lo que se invierte en ella, no explican cuán robusto es su sistema de retiro, callan el alcance de su influencia en las economías regionales.
En fin, este aumento que multiplicaría el pago del crédito en la UPR, es un atentado socioeconómico y cultural que fractura la espina dorsal del País y le impone un nuevo paradigma: la educación pública en Puerto Rico es un privilegio, una responsabilidad individual de quien pueda costearla o esté dispuesto a endeudarse.
Esta situación probablemente motivará nuevas protestas y manifestaciones civiles que pueden desembocar en el colapso definitivo de la UPR. En ese momento la universidad del pueblo ya no será un proyecto nacional enmarcado en el desarrollo de recursos humanos y cívicos.
Puerto Rico está perdiendo el último rescoldo del patrimonio público que abraza al pueblo y le da esperanza. Los responsables están frente a nosotros, frente a nosotras y frente a la historia que confío agrande sus portones para que los recordemos bien, si es que insisten en este crimen.