Los movimientos sísmicos, a pesar de ser constantes en la región caribeña, deberían ser lo suficientemente alarmantes como para ocasionar un cambio en las normas de edificación en Puerto Rico. Durante los pasados 300 años, cuatro eventos han sido documentados por los daños percibidos en esta zona. Más aún, desde el 4 de octubre del 1918 no se ha registrado un maremoto, a consecuencia de un terremoto, como el ocurrido en el noroeste de la Isla, en el cual un aproximado de 100 personas perecieron. “Los primeros pasos para determinar la magnitud (del impacto) es hacer mapas del suelo marino”, explicó Alberto López Venegas, doctor en Geofísica, en la conferencia “Maremotos y Terremotos en Puerto Rico e Islas Vírgenes: un vistazo al pasado y preparándonos para el futuro” en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. López Venegas, quien se ha dedicado al estudio de dichos fenómenos naturales, aclaró que el origen de un terremoto e incluso de un maremoto es “incierto” pero añade que con éstos últimos se pueden hacer recreaciones dependiendo del desarrollo de las olas, si éstas respondieron en su entonces a un efecto de depresión (el mar se aleja de la costa) o de ascensión (el mar arropa directamente la costa). No obstante, a punto de cumplir el siglo desde aquel suceso en el Paso de la Mona, las construcciones en la costa no han frenado y cada vez son más los ciudadanos que optan por vivir lejos de las montañas y cerca de las playas. “El nivel de amenaza no ha variado, lo que sí ha aumentado es la probabilidad”, expresó Christa von Hillebrandt, directora de la Red Sísmica de Puerto Rico. Von Hillebrandt, instó a influenciar una modificación en los códigos de construcción de la Junta de Planificación de Puerto Rico, pues señala que están ideados para superar terremotos pero no a las consecuencias de éstos, como lo pueden ser los maremotos. La profesora del departamento de Geología del Recinto de Mayagüez dejó abierta la reflexión de que haya una posibilidad de que suceda un fenómeno en cualquier momento, y evitó pensar que fueran una amenaza para los Juegos Centroamericanos 2010, a celebrarse en este municipio. “El reto para enfrentar es cada vez mayor”, comentó ante la necesidad de crear consciencia. Esta conferencia fue la primera de una serie de charlas auspiciadas por el Instituto de Estudios del Caribe.