Hacen falta estudios científicos que vinculen la degradación de la tierra, la migración, los conflictos armados y la inestabilidad política, según Uriel N Safriel, presidente de la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD, en inglés).
La desertificación de la tierra podría desplazar a 135 millones de personas para 2045 según un reciente informe del ministerio de Defensa de Gran Bretaña.
Y el número alcanzaría los 200 millones para 2050 debido a otras consecuencias del cambio climático, como los desastres naturales, advirtió el especialista británico en refugiados ambientales Norman Myers.
La guerra civil en Siria generó más de cuatro millones de refugiados en poco más de 24 meses, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, y más de 7.6 millones están desplazados dentro del país, lo que representa la mitad de los aproximadamente 23 millones de habitantes que tenía el territorio antes de la guerra.
A pesar del dolor y la angustia que provoca la guerra en Siria, estos números son mínimos en comparación con la cantidad de desplazados que con probabilidad provocarán la desertificación y el cambio climático.
Safriel destacó la urgente necesidad de que los responsables políticos cuenten con estudios científicos que vinculen la degradación de la tierra, la migración, los conflictos armados y la inestabilidad política, evidente en varios países, especialmente en África.
“Siria consiste mayormente de tierras áridas. Por lógica, y según la experiencia no basada en la ciencia, es probable que las sequías ocurridas en Siria e Iraq (entre 2006 y 2010) hayan reducido severamente la productividad de la tierra”, aseguró el funcionario de la UNCCD.
“Gran parte de la población siria depende de la tierra para subsistir y la crisis agraria quizás haya contribuido, o incluso incitado, el conflicto”, agregó.
Siria es un país relativamente nuevo cuyas fronteras fueron definidas por Francia y Gran Bretaña tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Así se reunieron diferentes grupos étnicos en un mismo territorio, lo que sentó las bases políticas para la inestabilidad, afirmó.
“Estudios de otros países apoyan indirectamente que las sequías provocaron el conflicto de Siria… uno de la isla (italiana) de Sicilia y otros dos de África, que concluyen que regiones clasificadas como áridas aquí se volvieron híper áridas debido al cambio climático, como lo pronosticó el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC)”, explicó Safriel.
“La ciencia puede afirmar con razón que la degradación del suelo es un factor importante en la migración porque los países que generan la mayor cantidad de migrantes hoy en día son (aquellos) donde la desertificación y la degradación de la tierra se han materializado”, indicó.
Simulaciones científicas prevén que América Latina e India tendrían caídas de ocho a 14 por ciento y cuatro por ciento, respectivamente, en su producto interno bruto agropecuario. En África, Burkina Faso tendría una reducción de 20 por ciento y Malí hasta 30 por ciento.
El cambio climático ya afectó de diversas maneras a los 2,000 millones de personas que viven en las regiones más áridas del mundo, las que abarcan 41 por ciento de la superficie terrestre, según la UNCCD.
La migración zafral o temporal se ha intensificado. Las malas cosechas obligan a 40 por ciento de los hogares en todo el mundo a desplazarse. La destrucción de los cultivos lleva a 17 por ciento a trasladarse, mientras que 13 por ciento abandonan sus tierras debido a eventos climáticos de magnitud, como las sequías extremas.
En los últimos 60 años, 40 por ciento de los conflictos dentro de los Estados estuvieron vinculados a la tierra y recursos naturales como el agua, según informes de UNCCD.
En 2008 la inseguridad alimentaria provocó 60 disturbios en más de 30 países, y en 10 de ellos se produjeron numerosas muertes.
Como sucede en Siria, bajo la superficie de los conflictos y la inestabilidad política en Afganistán, Eritrea, Gambia, Iraq, Nigeria, Pakistán, Senegal, Somalia y Sudán se encuentran tierras áridas y frágiles que sufrieron una caída abrupta en sus rendimientos agrícolas, lo que generó hambre, desempleo, falta de oportunidades y, finalmente, el caos.
En la actualidad 70 por ciento de los países declaran problemas de seguridad nacional a raíz del cambio climático, manifestado en la desertificación y la sequía, entre otras consecuencias.
El informe del Ministerio de Defensa británico señala que, dadas esas situaciones socioeconómicas, las zonas con mayor población de jóvenes son más susceptibles a la inestabilidad y a los conflictos armados, así como de ser víctimas del extremismo radical.
“Si bien la migración siempre ha sido un mecanismo de adaptación natural, la dificultad actual es que las causas y las consecuencias de la migración tienen vínculos complejos… con el clima y otros factores sociopolíticos”, explicó Safriel.
“Los científicos sociales no presentan con claridad – o no lo hacen en lo absoluto – los vínculos existentes entre el uso inadecuado de la tierra, la consiguiente degradación… y la pérdida de medios de vida como posibles causas de la migración”, subrayó.
“Aunque necesitamos más información acerca de estos vínculos para conocer cuáles factores contribuyen más a la migración, sabemos con certeza que la degradación de la tierra es el factor que puede impulsar otros factores”, precisó.
“A su vez, la degradación de la tierra tiene otras numerosas causas, una de ellas es el cambio climático. Un factor directo de la degradación de la tierra es el uso inadecuado del suelo”, añadió.
“¿Por qué un agricultor degrada su propia tierra? La respuesta está en un conjunto de otros factores indirectos – políticos, de política pública, y demográficos”, destacó Safriel.
También es importante que los agricultores cuenten con un mercado estable para sus productos, lo cual depende de la estabilidad social, política y económica del país, añadió. Los científicos sociales y políticos no logran explicar por qué hay tan pocas políticas públicas para apoyar a los usuarios de la tierra, dijo.
Según cálculos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, en los últimos 40 años casi un tercio de las tierras cultivables del mundo sucumbieron a la erosión. Un informe de 2015 concluyó que se pierden 12 millones de hectáreas al año.
Para alimentar a la población mundial de 2050, estimada en 9,700 millones, la producción agrícola deberá aumentar 70 por ciento, y 100 por ciento en los países en desarrollo.