Meses después de vivir en agonía, tratando de alejarnos de todo estornudo, de correr a las tiendas a pelear por el último “hand sanitizer”, de ver con cara de locos aquellos que pasearan enmascarados por el mall, de volar al hospital por algún resfriado y de indagar para conseguir las estadísticas actualizadas de casos sospechosos y de muertos, ahora nos traen la milagrosa noticia de que enviarán a la Isla las vacunas preventivas del AH1N1. Pero, ¿quién puede garantizar que estas no tengan efectos secundarios graves, posiblemente, peores que el virus mismo? Sí, esto no es tan absurdo como se escucha. Norman González Chacón, uno de los naturópatas más importantes en Puerto Rico, y muchos otros expertos, están seguros de que otra alternativa, pero natural, será más efectiva. El pasado martes 15 de septiembre la Administración de Drogas y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés), aprobó la vacuna. Las cuatro vacunas son fabricadas por CSL Limited, MedImmune LLC, Novartis Vaccines and Diagnostics Limited y Sanofi Pasteur Inc. Según la FDA, las cuatro empresas fabrican vacunas H1N1 con el mismo proceso y tienen seguridad comprobada en la producción de vacunas contra la influenza estacional. La Organización Mundial de Salud aseguró que los controles nacionales e internacionales “garantizarán la seguridad”, aunque “ninguna vacuna tiene efectos secundarios cero”. Por su parte, Concepción Quiñones, subsecretaria del Departamento de Salud, indicó que la vacuna no llegará al País hasta finales de octubre. Aunque se espera alrededor de 500 mil dosis de vacunas, no estarán listas en su totalidad, sino que se recibirán por cantidades. El Departamento de Salud se encargará de distribuirlas teniendo como prioridad al grupo de mayor riesgo, entre estos: mujeres embarazadas, niños, cuidadores de niños, trabajadores de la salud y personas entre las edades de 25 a 64 que padezcan de alguna condición crónica. Y aunque la novel vacuna fue preparada con la misma metodología usada desde hace años contra la influenza, sigue presente la incertidumbre de los efectos secundarios. Incluso en el pasado, se ha comprobado muertes a causa de la vacuna de la influenza. Para rematar, con la vacuna de la gripe porcina en los años 70, hubo un aumento en problemas neurológicos y apareció el síndrome de Guillain-Barré, una cepa distinta a la actual, por el cual murieron cientos de personas, tras la campaña de vacunación de una población de 40 millones, durante la epidemia. Hasta el momento, se ha dicho que los posibles efectos secundarios de la nueva vacuna serian: dolor en el lugar de la inyección, así como posible fiebre leve, dolor en el cuerpo y fatiga durante algunos días después de la inoculación. Para el naturópata, la mejor manera de prevenir el virus es la combinación de aceite de menta con eucalipto, lavanda y romero, los cuales ayudan a matar bacterias. Además, está convencido que son mejor que el medicamento “Tamiflu” ya que este sólo funciona una vez. Si se toma el Tamiflu sin tener la porcina, se crea anticuerpos que al transmitirse concretamente el virus, ya el medicamento no tendrá ningún efecto. Según aparece en la página web del Doctor, el sistema inmunológico recibe un impacto de una química que es totalmente ajena al cuerpo humano cuando uno se vacuna. Por otro lado, en China han descubierto un remedio natural basado en plantas de aceites que combaten el AH1N1. Varios hospitales en Beijing lo probaron en 117 pacientes de los cuales 88 fueron dados de alta. El remedio natural funciona para subir las defensas inmunológicas y crear resistencia; en cambio, el otro medicamento evita la intención y debilita otros sistemas. Ya decidirás si prefieres un químico más en el cuerpo, el cual por naturaleza e historia, tiende a tener efectos adversos, o si en vez, utilizas productos naturales que han mostrado ser realmente exitosos y de los cuales aún no se ha encontrado ningún virus resistente. ¿Será que una vez más se comprobará que los remedios caseros pueden resultar mas eficaces que los descubrimientos de la ciencia?