El locutor anunciaba el mensaje previsto del Gobernador y ya corría por el país el olor del pánico y del infortunio. Nueve palabras en voz metálica ponían en manifiesto la disposición de hacer pública su insensibilidad y cobardía. Hizo un llamado a todos a la selva. Cuando digo todos me refiero solamente al pueblo. Su intención se hizo clara: lanzar al precipicio-a fuerza de empujón abusivo-a mucho más de quince mil seres humanos padres y madres de familia, para tirarlos a la calle a ver cómo sobreviven por sí solos… No supe qué pensar además de saber que Fortuño recitaba una de sus recetas de un libro de economía neoliberalista. “Ya pasó lo peor”, dijo tras despedir a miles de trabajadores. Inmediatamente tuve que rehabilitar mi temperamento que se trastocaba por los insultos oficiales del E.L.A. tan humillantes como las agresiones verbales destinadas al pueblo y recitadas por los González Goenaga y Maderos de la vida . La realidad del mundo al que pertenecen los dirigentes de nuestro país está fuera de sintonía con la realidad puertorriqueña. El vino de sus bodegas no se acaba, pero el pan del trabajador hace mucho ya no da ni para nuestros hijos, ni para nosotros mismos. Desde una cabina de comando colocada en Wall Street se gobierna el país, y el Gobernador es meramente una marioneta de Estado. El aire que percibimos en nuestras calles es mucho más denso. Se reclama justicia diariamente cuando nos topamos unos con otros, sea con una mirada o con una palabra sabiendo que tenemos que unirnos, dejar las lealtades partidistas y servir a nuestros propios intereses -que están muy lejos de ser representados por este gobierno inmunizado al dolor del país-. El despido masivo ejecutado empeora la crisis socioeconómica como consecuencia natural y aún así se prefiere sofocar al pueblo puertorriqueño antes de crear fricción con los grandes intereses que cada día se hacen más grandes, menos intocables y más protegidos íntegramente con esmero por la clase política dominante. La violencia contra la gente es política pública oficial: disminuyen nuestros derechos constitucionales, se censura, se persigue la clase estudiantil, se entrega el país a la empresa privada, se desplaza el pobre, se insulta el pueblo, se politiquea con la educación, se despiden miles de trabajadores o se amenazan de despido, se aumentan las contribuciones, la criminalidad, el contrabando al igual que las enfermedades sociales provocando gran angustia en la calidad de vida de todos los puertorriqueños. La oposición política partidista es tan semejante al partido de mayoría que no se debería llamar oposición sino negociadores de cuotas de poder. Es necesario ilustrar a los dirigentes de este país deque no se tolerará ningún otro insulto al pueblo, que se calculen las consecuencias de sus propuestas insensibles disparadas como balas al aire que descienden a toda velocidad contra la clase trabajadora sumergida bajo la amenaza de constante de daño. Aun así, para manejar la crisis, Fortuño avisó acudir a la creatividad como instrumento de trabajo. Esto es la expresión mas alta de incapacidad para enfrentar seriamente los asuntos de nuestro pueblo. Hoy los puertorriqueños se seguirán uniendo aún con un mayor compromiso para denunciar políticas incoherentes porque la dignidad del ser humano va más allá de líneas partidistas. Vivimos enmarcados en una estructura política agotada y manoseada para pretender que funciona. La soberanía política en el plano internacional es inexistente, obligándonos a ausentarnos de las relaciones globales, contribuyendo esto a nuestro entierro económico y social por décadas. Es tiempo de que el pueblo sepa que en las urnas cada cuatro año no se resolverá nuestros problemas. Las elecciones son pretextos probado para engañarnos y obligarnos a creer que decidimos nuestro destino político cuando al final, se utiliza nuestro voto para legitimar el poder de los grandes intereses que gobiernan para sí mismo. La factura la pagamos los puertorriqueños de esta nación con mecanismos que dejan al descubierto la vértebra del inhumanismo dentro de un sistema de gobierno colonial . Es nuestra responsabilidad como pueblo oprimido continuar la lucha y detener esto ya. El autor es graduado de Ciencias Políticas y es actualmente estudiante de derecho en la Universidad de Puerto Rico.