Ningún espacio –ningún lugar– debería representar un riesgo para que sucedan incidentes de violencia sexual. Sin embargo, hay lugares que de acuerdo con la psicóloga social Ilia Vázquez, reúnen factores que podrían aumentar las posibilidades de este crimen.
La avenida Universidad, la Placita de Santurce y otros sitios de “jangueo” reúnen algunas de las características, explicó la experta.
En lo que concierne a Río Piedras, de acuerdo con el reporte de incidencia criminal de la Policía de Puerto Rico, en el 2016 ocurrieron dos violaciones en los sectores 155 –el casco urbano– y 156 –la avenida Universidad, Santa Rita, y la barriada Blondet– de dicho precinto. Este asunto provocó gran consternación entre profesores, estudiantes y otros miembros de la comunidad del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
En el 2015, la uniformada reportó cinco casos en la misma zona. Es probable, a juicio de Vázquez, que los casos sean muchos más, pues investigaciones señalan que solo un 5% de las víctimas reporta el crimen.
La psicóloga, quien fue coordinadora general del Programa de Prevención de la Violencia hacia las Mujeres de la UPR en Humacao, expuso que parte de la población que habita Río Piedras es estadísticamente la más vulnerable. Según la experta, varios estudios identifican a las féminas entre 15 a 24 años como la población más afectada por la violación; mismo espectro de edad donde ubica el grueso de las universitarias. Abonando a la teoría, el National Intimate Partner and Sexual Violence Survey del 2011 reveló que el 76.6% de las mujeres víctimas de violación enfrentaron esa situación antes de los 25 años.
Las féminas, acotó Vázquez, comprenden el grupo más vulnerable por la ideología patriarcal que impera en la sociedad puertorriqueña.
“Si las personas no manejan bien sus tristezas y emociones las van a canalizar de forma violenta. La violencia sexual es una forma en las que socialmente los hombres ejercen poder y control sobre las mujeres, porque no tiene que ver con un asunto sexual, se trata de que ‘yo quiero ejercer poder y control sobre una persona y utilizo un medio sexual para hacerlo’, en el caso de la violencia sexual”, destacó.
La doctora manifestó que es importante trabajar en la prevención para minimizar este factor de riesgo. Uno de los aspectos que nos ayudaría, acotó, sería la implementación de la educación con perspectiva de género en las escuelas, elemento que se intentó desarrollar en la isla durante la administración del exgobernador Alejandro García Padilla. No obstante, la semana pasada el gobierno de Ricardo Rosselló Nevares se posicionó en contra de esta política pública.
En cuanto al rango de 15 a 24 años, Vázquez apuntó que durante esta etapa es común comenzar los estudios universitarios en Puerto Rico. Al momento de buscar hospedajes lejos de su lugar de origen, planteó la también investigadora, muchos estudiantes desconocen el espacio geográfico al que se mudarán.
“Deberíamos poder caminar por cualquier lugar, pero un estudiante que no sea de Río Piedras tal vez no conoce los lugares que son más riesgosos. Por ejemplo, alquilas un hospedaje, no eres de la área y a lo mejor descubres más adelante que es un sitio un poco riesgoso, un lugar de incidencia criminal. Pues ahí tienes otro elemento”, añadió.
Por tal razón, nuestra entrevistada sugirió informarse bien antes de escoger un lugar para hospedarse.
Los elementos del alcohol y drogas, comunes en lugares de “jangueo” como La Placita y la avenida Universidad, pueden facilitar las acciones de un agresor si la víctima no está por completo consciente como consecuencia de los efectos de estas sustancias.
“¿Cuán responsable es un negocio si continúa expidiendo bebidas alcohólicas a una persona que ya no está en sus cabales? No tiene nada de malo beber, pero otras personas se pueden aprovechar de que ya no está en sus cinco sentidos para agredirle sexualmente”, destacó la psicóloga social.
Para reducir este factor de riesgo, Vázquez insistió en la necesidad de que todos los que visiten un lugar de venta de alcohol deben estar al pendiente de lo que sucede alrededor y tomar acción si ven alguna conducta indebida.
“Hay que buscar maneras creativas y no quedarnos cruzados de brazos. Por ejemplo, si vemos que a alguien le están echando en la bebida una sustancia controlada, hay que hablar con la persona de seguridad y contarle. Si es un conocido o conocida, invítale al baño y dile que le han puesto algo en su trago y que no se lo tome. Es más, si es necesario, hay que tumbarle el trago disimuladamente”, sostuvo.