
La falta de voluntad del gobierno federal en su respuesta hacia los embates de los huracanes Irma y María por Puerto Rico, y la forma en que estas catástrofes se engloban en agendas políticas fue el principal tema de conversación en la conferencia In the Shadow of Flora and Katrina: Hurricane Responses in the Neoliberal Age.
La actividad, en la que participó el historiador Stuart B. Schwartz -autor del libro Mar de tormentas: Una historia de huracanes en el Caribe desde Colón hasta Katrina-, y que se llevó a cabo en la Facultad de Ciencias Sociales del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, comparó el manejo de los huracanes Flora (1963) y Katrina (2005) por parte de los gobiernos de Cuba y Estados Unidos.
Schwartz, quien se destaca por sus vastos estudios en la historia colonial de América Latina -principalmente de Brasil-, enfatizó, en numerosas ocasiones para el público universitario, que el verdadero desastre que trae un huracán es su manejo gubernamental.
“Los gobiernos no están interesados en reportar [los efectos de los desastres naturales] con exactitud, para evitar la crítica”, señaló el historiador en la Universidad de Yale.
Con relación al huracán Flora, que se considera uno de los ciclones más mortales en la historia, y que impactó con mayor fuerza a Cuba y República Dominicana, Schwartz analizó cómo el manejo de este evento por parte de las autoridades cubanas mostró un modelo distinto de respuesta política.
La tormenta de categoría cuatro, que causó entre 7,000 y 8,000 muertes, azotó a Cuba por cuatro días consecutivos, desde el 3 hasta el 8 de octubre de 1963. De acuerdo con Schwartz, la isla permaneció inundada por cinco días aproximadamente, registrando hasta 100 pulgadas de lluvia en Santiago de Cuba. Por tal razón, el régimen evacuó a sobre 175,000 cubanos.
Aprovechando los primeros años de la revolución cubana, y las relaciones tensas entre Cuba y la Unión Soviética por discrepancias tras la culminación de la crisis de los misiles, Fidel Castro utilizó el huracán Flora como la ocasión idónea para demostrarle al pueblo cubano su capacidad de liderazgo.
De acuerdo con el historiador, Castro fomentó un “sentido de comunidad” y una defensa al desastre natural similar a la defensa de la revolución. Comparó la solidaridad comunitaria en Cuba luego del impacto de Flora con la solidaridad puertorriqueña tras el paso del huracán María por Puerto Rico.
“Los huracanes siempre están mezclados con la política”, mencionó Schwartz.
Sin embargo, el conferenciante resaltó las medidas esenciales que empleó el gobierno socialista para atender la crisis ocasionada por Flora, tales como suplir agua a todo el pueblo cubano, mantener los hospitales abiertos, inclusive, que las personas pudieran desalojar con sus mascotas.
Por consiguiente, Cuba se convirtió en un modelo en el manejo de desastres para otros países caribeños, según el conferenciante.
No es hasta la década de 1970 que en Estados Unidos se fundan agencias para las ayudas relacionadas a desastres naturales, como la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) y la Administración Nacional Oceánica Atmosférica (NOAA), entre otras.
Empero, para la década del 1980 y 1990, los esfuerzos para las ayudas se degradaron significativamente. Teóricos políticos e historiadores, como Murray Rothbard -a quien Schwartz cita en la conferencia-, argumentaban en aquel momento que el gobierno estadounidense fue “ineficiente e innecesario” en el manejo de emergencias, refiriéndose al caso del huracán Hugo (1989).
Inclusive, el mismo teórico refutó que, ante la respuesta tardía que tuvo FEMA para los damnificados de Hugo, y la insuficiencia en sus ayudas, la agencia federal “debería ser abolida”.
Consecuencias del 9/11
Parte del análisis discursivo de Schwartz también se basó en el giro que tuvieron las prioridades del gobierno federal para el manejo de desastres naturales luego de los ataques terroristas que acontecieron el 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos.
Conforme al historiador, el gobierno estadounidense está enfocado y “prioriza” las amenazas a una posible invasión terrorista sobre las amenazas de los eventos naturales.
Por tal razón, FEMA pasó a las manos del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) en el 2003, con la prioridad de enfatizar el manejo a ataques terroristas, pero que, a la vez, sufría de recortes presupuestarios.
Para Schwartz, esto fue uno de los mayores agravantes para el manejo de emergencias luego del embate del huracán Katrina, especialmente en la ciudad de Nueva Orleans.
Katrina, considerado el huracán que ha dejado mayor daño económico en la historia de los Estados Unidos, le arrebató la vida a 1,836 personas en agosto del 2005. Dejó al 80% de Nueva Orleans bajo agua, y a una nación indignada con la incompetente respuesta del entonces presidente George W. Bush.
“Los desastres naturales nunca son naturales”, indicó Schwartz, explicando que el riesgo o la amenaza de un evento atmosférico sí es natural. No obstante, el desastre es creado por la humanidad y las medidas de prevención políticas y sociales ante tales eventos. Por lo tanto, la humanidad puede contribuir a la vulnerabilidad y a la intensidad de estos fenómenos atmosféricos.
Comentó que luego del huracán Katrina, Nueva Orleans se vio afectada por la respuesta del mercado neoliberal ante una economía y ciudad destrozada. La vivienda pública fue eliminada y las escuelas públicas -que antes del huracán estaban luchando con índices de graduación por debajo de la tendencia nacional- fueron privatizadas mediante el modelo chárter, al tiempo que se comenzaron a entregar vales educativos.
Se repite la historia con María
Según Schwartz, la respuesta gubernamental al huracán Katrina en el 2005 es cónsona con el contexto histórico actual que vive Puerto Rico tras la devastación ocasionada por el huracán María.
Luego de que el mes pasado el gobernador Ricardo Rosselló anunciara la privatización de los activos de generación de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), y tan reciente como esta semana el establecimiento del modelo chárter en el sistema público de enseñanza, la respuesta gubernamental en Puerto Rico luego de María parece ir en el mismo camino que la de Luisiana tras Katrina.
“Puerto Rico se acerca más al paso de Katrina, y no al de Flora”, indicó la geógrafa y comentarista de la conferencia, Tania del Mar López Marrero, a modo de crítica.
Por otro lado, Schwartz también aprovechó para denunciar las diferencias que hubo en las respuestas gubernamentales de Texas [con el huracán Harvey] y Florida [con el huracán Irma] en la temporada del 2017, comparada con la de Puerto Rico.
“[El gobierno federal] utilizó una actitud neocolonial contra personas que no pueden ayudarse a sí mismas”, acusó, subrayando algunos factores a los que se podría deber esa respuesta. Entre ellos, el hecho de que Puerto Rico no tiene representación con voto en el Congreso de los Estados Unidos ni el derecho a votar en la contienda presidencial.
El historiador concluyó su conferencia con unos datos sobre la tendencia de muertes relacionadas a huracanes por año, en los que Estados Unidos cuenta con una cifra de 222, mientras que la cifra de Cuba es de solo tres.
“No importa si el país es demócratico o socialista. No es su régimen político. Es la voluntad del gobierno, y Estados Unidos ciertamente necesita más voluntad”, recalcó, refiriéndose a la clave a la hora de manejar exitosamente una catástrofe.