
SOBRE EL AUTOR
Esta semana se ha incendiado con el asunto de los documentos clasificados y secretos del Departamento de Estado de los Estados Unidos (EEUU), publicados en Internet por Wikileaks. En dichos documentos se revela la hipocresía que se anida detrás de la política de relaciones exteriores de EEUU. Se desvelan los motivos reales para muchas de sus decisiones, la intervención de este país en eventos internacionales como el golpe de Estado en Honduras o la presión internacional ejercida para aislar a Venezuela y a Irán, en sus respectivos territorios.
También se dio a conocer la manera despectiva en la que muchos diplomáticos se refieren a figuras políticas internacionales, la manera en la que manejan la situación en el medio oriente, Asia y otros países, muchas de las razones y tácticas en Irak y Afganistán, la orden de Washington dada a los diplomáticos para que sirvan de espías de los líderes mundiales, evidencia del efecto mundial que tiene la corrupción, detalles escandalosos de la vida privada del presidente italiano, Silvio Berlusconi, la poca confianza que tiene EEUU en el presidente francés Nicolás Sarkozy, la petición de una evaluación de sanidad mental de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner e incluso la convicción de que el ex presidente ruso, Vladimir Putin, continúa ejerciendo el poder indirectamente. Son más de 250 mil documentos que ponen en entredicho la honestidad del Departamento de Estado Americano.
Pero la hipocresía ha salido a relucir con este evento, no sólo al quedar demostrada la doble cara del supuesto “paladín de la justicia mundial” quien siempre ha declarado que todo lo que hace lo hace en nombre de la paz, la libertad y todos los buenos valores que salen en el diccionario. La hipocresía también ha salido a flote cuando todas aquellas personalidades que siempre atacan a EEUU actúan como si éste fuese el único país que habla mal de otro. A ver, ¿Cuántos diplomáticos han usado alguno de los siguientes términos? Gringo, Yanqui, Cerdo, Imperialista, Negro o Negrito (refiriéndose a Obama)? ¿Cuántos gobiernos contemplan la prevención y vigilancia a los EEUU o incluso el ataque a esta nación? Por favor, dejemos la hipocresía, todos los gobiernos son iguales.
¡No me malinterpreten! Me parece genial que Wikileaks exista y que haya sacado a la luz esos documentos. Mucha gente cree que los “gringos” están en Afganistán para "luchar contra el terrorismo" y en Irak para "defender la democracia". Esa misma gente cree que los EEUU son incapaces de jugar sucio, que no fabrican golpes de Estado (muchas veces en contra de la misma voluntad democrática), que no intentan controlar el globo debido a fines económicos, que no menosprecian al tercer mundo y otro sin fin de mitificaciones sobre las buenas intenciones norteamericanas. Esta filtración de datos sirve, por supuesto, para aplacar esa ingenuidad colectiva que tienen muchos de los que defienden al “destino manifiesto” y el “sueño americano” de EEUU. Pero, me encantaría que Wikileaks pudiera hacer lo mismo con documentos venezolanos, argentinos, cubanos, iraníes, franceses, italianos, rusos, etc; para dejar en evidencia que este comportamiento no es exclusivo del “gringo” sino del ser humano en general, sobre todo el que se dedica a la política.
Mi punto es que definitivamente, es sorprendente comprobar que las relaciones diplomáticas están basadas en la hipocresía, pero que no podemos decir ahora que EEUU es el único que actúa de esta manera. Esta evidencia apunta, en todo caso, a que todos los países lo hacen. Es una advertencia a que el nacionalismo ciego, la creencia dogmática de las buenas intenciones en la acción del gobierno y la política de una nación, el fanatismo que impide cuestionar y criticar a nuestros líderes y esa ingenua y maniqueísta idea de que la política internacional se divide en “buenos” y “malos”, no es más que una forma de pensar errada, insensata, inconsecuente e incluso producto de una mitificada construcción que responde precisamente a motivos mucho más individualistas y menos altruistas que lo que la propaganda nos quiere hacer pensar. Esta filtración de información nos invita, más que a criticar y apuntar con el dedo al vecino del norte, a pensar cuan parecida será la forma en que se maneja nuestro propio gobierno.