Wreck it Ralph es uno de esos estrenos que llevo meses esperando. Para un cinéfilo que gusta mucho de las películas animadas y fanático de los videojuegos, el trailer de este film era básicamente toda una fantasía. Un largometraje de Pixar, ambientado en el mundo de los juegos de video y con la participación de los personajes más famosos de la historia de esta industria del entretenimiento.
La película narra la historia de Ralph, el villano de un juego de plataformas quien cansado de la soledad que conlleva ser temido y despreciado, busca abandonar su puesto como malvado y convertirse en el héroe de algún juego. Por supuesto, Ralph se dará cuenta de que ese objetivo no es tan sencillo como suena.
En líneas generales, disfruté de la película muchísimo. Su realización es impecable, y la historia genial y muy hermosa. Lo único que me trajo algún conflicto es su mensaje confuso.
Hablemos primero de los aspectos técnicos de Wreck it Ralph. Como es costumbre en los filmes de Pixar, esta película tiene una animación y un diseño de personajes espectacular. La compañía vuelve a demostrar porqué son la casa productora de películas animadas por computadora más popular de todas. Asimismo, la edición mantiene un ritmo bastante atinado y acorde con la narrativa del film.
La musicalización es también un gran acierto. Basada en los sonidos propios de la era del 8-bit (sonidos típicos de los videojuegos de antaño), el genial Henry Jackman (quien también fue el compositor de la música de X-Men First Class y Kick Ass) realizó un trabajo estupendo con la banda sonora. A eso, le podemos sumar los geniales temas originales de Buckner & Garcia (dúo de músicos famosos por su tema de 1982 Pacman Fever), Owl City y la banda japonesa AKB48.
Pero a la par con la animación, el plato fuerte de Wreck it Ralph, podría ser el gran talento de quienes le dan vida, con sus voces, a los personajes principales. John C. Reilly hace el papel de Ralph, que no es muy distinto al que usualmente interpreta tan bien: el del hombre cansado de su vida, opacado por la sombra de otro. La genial y cínica Sarah Silverman, le da vida a la hermosa, adorable e igualmente cínica Vanellope von Schweetz, quien verdaderamente logra robarse el corazón de la audiencia. Al mismo tiempo, Jack McBrayer, la siempre divertida Jane Lynch y comiquísimo Alan Tudyk, logran honestamente hacer reír con sus interpretaciones.
Mención especial merece el personaje de Vanellope, quien responde a la fórmula que pareciera comenzar a volverse una constante en los filmes de animación: la niña pequeñita y adorable que acompaña al personaje principal e influye directamente en la trama. En Monsters Inc. era Boo, en Despicable Me fue Agnes; la diferencia quizás es que, mientras en las dos anteriores la única función de estos personajes fue ser encantadora, en esta ocasión Silverman le inyecta un poco de su cinismo y sarcasmo propio.
Como fanático de los videojuegos, debo decir que el gran número de referencias a distintos clásicos de una gran diversidad de consolas, es un deleite.
Sin embargo, aquellas personas que no son conocedoras de este entretenimiento, podrán de igual modo disfrutar de esta película sin ningún problema, ya que las tramas individuales de estos juegos a los que se hace mención, no influye la historia de Wreck it Ralph. Si bien en algún momento me decepcionó levemente que estos personajes realmente no estén involucrados en la trama, al final no los extrañé. La aparición de Sonic, M. Bison, Zangief, Blanka, Ryu, Ken, Q-Bert, Dig Dug, Frogger, Clyde (el fantasma naranja de Pacman), Bowser y otros personajes famosos, solo funciona a modo de chiste interno entre “gamers”.
Ahora bien, el único elemento que me perturbó un poco del film es que la ideología que presenta entre líneas es confusa. En un principio, podríamos pensar que el mensaje de Wreck it Ralph es que quien creemos que es un villano, en realidad es un héroe en potencia. Otra posible lectura es que necesitamos que existan malvados, para que los héroes puedan existir y ganar medallas. Estas dos lecturas son confusas y presentan incluso, perturbadores problemas de ética para algunos padres.
Pero si vemos al villano como una metáfora que nada tiene que ver con el bien y el mal, sino con aquello que la sociedad ve como desagradable y feo, como por ejemplo, la clase obrera, entonces el mensaje tiene más sentido.
Veamos el caso de Ralph. Por ser el villano, no le es permitido vivir en el flamante edificio de su videojuego, sino que debe conformarse con dormir entre la basura. Es rechazado por los inquilinos del edificio, quien, por el contrario, idolatran y admiran a Felix, el héroe, quien vive en el penthouse del condominio.
Ralph es, si lo ponemos en contexto de la lucha de clases, el pobre quien es excluido y marginado por la sociedad (los inquilinos) por ser un obrero (un villano). Él no se siente a gusto con esto, por lo que busca un modo de salir de esta realidad, buscando un modo de convertirse en héroe consiguiendo una medalla (busca convertirse en miembro de la clase alta), aún si esto conlleva hacer trampa (aún si es por medios ilegales).
Aquí vemos una metáfora clara de lo que en ciencias sociales se conoce como “conducta desviada debido a la anomia”. Es decir, la razón por la cual un sector de la sociedad, imposibilitado de conseguir aquello que la misma sociedad le impulsa a añorar, decide tomar vías alternas (e ilegales) para lograrlo. Según esta teoría, es la misma sociedad, mediante la cultura propia, la que fomenta la criminalidad.
Advierto que a partir de este momento, puedo darle al lector algunos “spoilers” o información sobre el final de la película. Si usted no desea que le adelante nada, salte los tres siguientes párrafos y siga leyendo. La cosa se complica cuando, al Ralph abandonar su propio videojuego y su labor en él, los inquilinos ven amenazado su estilo de vida y entienden que necesitan al villano (al obrero).
Ralph se da cuenta entonces de que no es tan malo ser villano, cuando por fin es reconocido por serlo. Los inquilinos del edificio ahora lo felicitan por su labor y lo aprecian, pero igualmente sigue viviendo fuera del edificio y siendo “el villano”. En pocas palabras, el obrero y el pobre no tiene razones para sentirse mal por ser marginado, siempre y cuando la clase dominante lo trate bien y le muestre aprecio y ayuda.
Ralph se ha aceptado que aquello que la sociedad le impulsaba a añorar no es necesario para ser feliz, entonces el mensaje es maravilloso. Nuestro “villano” ha entendido que no es necesario vivir en el edificio para sentirse pleno. Ha conseguido la compañía de otros, el respeto del mundo por su trabajo honesto y digno. Quizás, la única lectura posible que pueda molestar a algunos es la de un conformismo de la clase obrera de seguir siendo pobre pero contenta. Personalmente, creo que ese no es el mensaje.
Wreck it Ralph es una gran película. La gran dirección de Rich Moore (quien ha sido director de Los Simpsons, Futurama, The Critic y otras series animadas) maneja perfectamente el humor, el drama, la aventura y el dinamismo de la acción. El film hace que el espectador ría, llore, se enternezca, se emocione, se maraville y se quede con ganas de jugar estos videojuegos, o al menos, de que la película no termine. Otro acierto de Pixar y una nueva confirmación de que, de la mano de Disney (y el presupuesto que esto conlleva), podemos esperar grandes cosas de esta compañía.
El autor es crítico de cine, periodista independiente y editor de video en Univisión Miami.