
Una de las cosas que mejor conserva la tradición oral, a través de la historia, lo es sin duda el conocimiento sobre la relación de las plantas y el cuerpo humano. Sólo hace falta pensar en las conversaciones clandestinas que tendrían madres e hijas en las cocinas y baños de antaño para imaginar cómo a través del tiempo iban fluyendo esos saberes, manejados en su mayoría por mujeres sin educación formal. El tiempo ha transcurrido, la tecnología impera y las generaciones actuales han perdido mucho de ese conocimiento ante la apabullante oferta de fármacos producidos por farmacéuticas multinacionales. Y es que, por ejemplo con una píldora anticonceptiva de fácil acceso, ¿qué necesidad tiene una mujer de salir a buscar o reconocer la yerba indicada para estos fines? Sin embargo, esta aparente brecha generacional no tiene por qué crear oposiciones. Pues, el estudio y el uso de las plantas medicinales para los experimentos relacionados con multiplicidad de enfermedades, ocupa un espacio de relevancia en las instituciones pertinentes alrededor del mundo. Evidentemente, las universidades forman parte de dichos espacios y la Universidad de Puerto Rico ha querido fomentar la generación de conocimiento en esta dirección a través de la apertura de las instalaciones del Jardín de plantas medicinales, ubicado en el Jardín botánico de la UPR. Dicho espacio está adscrito a la Escuela de farmacia del Recinto de Ciencias médicas y se enfocará en las investigaciones en biomédica y farmacéutica. “Las universidades del futuro serán de investigación, una universidad que no investigue, no será universidad”, expresó el presidente de la UPR, Antonio García Padilla en el discurso que ofreció en el acto protocolar de apertura, en el que además fue muy enfático en que este proyecto no está desvinculado de los demás esfuerzos que se trabajan para el recinto de Ciencias médicas como la renovación de la biblioteca y del edificio de enfermería, entre otros. “Estos esfuerzos no son sólo constructivos todos y cada uno de ellos persiguen varios nortes para la universidad”, añadió García Padilla. Puede decirse que más bien se trató de una reapertura pues en el 1936 el doctor Esteban Núñez Meléndez, inauguró un jardín similar desde el cual se realizaron importantes investigaciones sobre el estudio de la flora tropical. Fue de ese Jardín inicial que surgió la publicación del libro Plantas Medicinales de Puerto Rico cuyo autor fue Núñez Meléndez. Por esas aportaciones fundacionales hoy el Jardín de Plantas Medicinales lleva su nombre.

La agenda de investigación científica y tecnológica se fundamenta en la aplicación de la botánica tradicional a la prevención y tratamiento de enfermedades como el cáncer, la malaria y la tuberculosis. Plantas como la menta, el orégano brujo, la amapola, la guanábana y la sábila son ejemplos de aquellas plantas conocidas por muchos y utilizadas tanto en la cocina como en los remedios caseros, cuyo porvenir farmacéutico es ilimitado. A esto se añade el hecho de que la flora tropical convierte a la Isla en un espacio idóneo para este tipo de estudios. Además, el Jardín mantendrá una colección catalogada y registrada de plantas vivas y un herbario que sirva como fuente de información confiable sobre plantas medicinales endémicas y un banco de germoplasma (material que se conserva como semilla) que permita el mantenimiento de la colección viva. Del mismo modo, se buscará insertar al ciudadano de a pie a que colabore de modo voluntario y lograr un notable número de visitas de estudiantes y público general. Con esta edificación se espera contribuir a la educación farmacéutica, al conocimiento científico sobre los fármacos de origen natural y su función en la medicina. El Jardín acoge a diez y siete investigadores de los recintos de Ciencias Médicas (8), Río Piedras (2), Mayagüez (3), Ponce (1) y Cayey (3) que desarrollan proyectos de investigación en plantas tropicales cuyos efectos pueden servir como inhibidores de enzimas, agentes antibacteriales y tratamientos para enfermedades como el cáncer, el HIV, enfermedades neurológicas, piedras en el riñón y malaria. También, se habrán de tomar en cuenta las implicaciones industriales de este tipo de esfuerzos, al considerar la fuerte presencia de la industria farmacéutica en el País. “La investigación es un instrumentos de desarrollo económico que aplica a todas las áreas, el descubrimiento de un nuevo fármaco además de ayudar a la comunidad pues ayuda a afianzar a Puerto Rico como un centro en este sentido, se crean empleos, tiene toda una serie de efectos a largo plazo”, comentó por su parte el doctor José Carlo, rector del Recinto de Ciencias Médicas quien recordó el hecho de que en un reciente simposio en el que participaron la Escuela de Farmacia del Recinto de Ciencias Médicas, el Jardín Botánico de Nueva York y el Centro de Cáncer MD Anderson, se destacó el potencial de Puerto Rico para el desarrollo de nuevos medicamentos para combatir el cáncer utilizando plantas tropicales. Contrario a jardines botánicos en áreas más templadas como el jardín botánico de Nueva York, el clima tropical permite diversidad y producción continua de cultivos para la experimentación. El Instituto de Medicina Alternativa de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) subvenciona la investigación en sustancias naturales, con potenciales usos médicos. Y es que como bien señaló la decana de la Escuela de farmacia la doctora Lesbia Hernández, “la sabiduría ancestral no es incompatible con los desarrollos farmacéuticos”.