Lejos quedaron los años en los que el hombre salvaje y descuidado de su aspecto exterior era valorado o, al menos, aceptado. Asimismo, el tiempo borró la idea de que la mujer natural y poco arreglada era considerada como el símbolo de la belleza. El fanatismo por el aspecto exterior aparece para sepultar aquellos dogmas.
Pocos creen que el sexo femenino no necesite ningún retoque artificial para alcanzar la perfección. Cada vez se escuchan más frases como: “es un diez de cara pero de cuerpo es un siete”. Hoy en día la mujer no es considerada como una totalidad sino que se la divide en dos partes -cuerpo por un lado y rostro por el otro- o incluso en tres -cara por un lado, pechos por el otro y piernas y cola en otra instancia-. A raíz de esto se ha creado una industria alrededor del aspecto exterior con el fin de complacerlas de todas sus disconformidades. Este sentimiento muchas veces es incentivado por las mismas industrias por medio de la publicidad y de los medios con el fin de crear e imponer ciertas necesidades.
Los implantes de senos representa el crecimiento más grande en procedimientos de cirugía plástica. “Aunque la economía ha estado sufriendo, la cirugía plástica o estética ha permanecido inalterable. 72 millones de personas hacen averiguaciones acerca de las cirugías plásticas”, Según el canal CBS. Este es uno de los tantos ejemplos que demuestran el fanatismo del sexo femenino para con el aspecto exterior. Ya sean madres, jóvenes o adolescentes cada vez más se opta por este tipo de cirugía para encontrar la plenitud tanto exterior como interior. Detrás del aumento de busto se alinean cirugías como las de nariz, boca o cola como las prioridades para las mujeres. Sin olvidarnos de las ya famosas lipoaspiraciones. Además, otro indicio de que las mujeres están cada vez más obsesionadas por su aspecto exterior es el hecho de que muchas mujeres se han hecho socias de ciertas obras sociales y planes específicos con el fin de obtener cirugías a menores costos y de forma regular. Al respecto Paula Roldán, estudiante de la Universidad de Buenos Aires y 25 años de edad justificó: “El plan 410 de OSDE me garantizaba que en menos de seis meses me iba a poder hacer las lolas sin tener que pagar todo de una”.
Pero en este baile los hombres no se quedan afuera. El sexo masculino ha dejado de lado el complejo del macho descuidado y su refinamiento se ha hecho más intensivo. El metrosexual es el ejemplo extremista de este caso. La noción, de origen británico, refiere a individuos que viven en las grandes ciudades. Se la rec onoce como la definición del ser del siglo XXI y se refiere a los hombres que realizan un cuidado exhaustivo de su aspecto exterior. Entre otras actividades que realizan están: religiosas visitas al gimnasio, depilación de todo el cuerpo y la utilización de todo tipo de cremas para el cuidado y adorno de sus pelos, uñas y piel. El ícono del metrosexual es el reconocido futbolista David Beckham. Las ropas que utilizan también son un aspecto fundamental en la conformación de su imagen. A años luz de los clásicos negro, blanco y azul el metrosexual opta por colores vivos y llamativos.
Tanto en hombres como en mujeres es evidente que se ha creado una adoración por el cuerpo que antes no existía, no al menos en los términos de la actualidad. El espejo es idolatrado y puesto por encima de muchos valores. Pero este fanatismo como todos los extremismos puede generar satisfacciones de humo que terminen en desagradables tormentas tales como enfermedades u obsesiones extremas.
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