Parecían etéreos. Se convocaban por redes sociales y reunían decenas de miles de personas en las plazas públicas. El movimiento estudiantil #yosoy132 hizo de la indignación un sujeto político y fueron el catalítico del descontento social contra la clase política en plena campaña electoral. Pedían un país más democrático, con unos medios plurales y una ciudadanía crítica que tuviese las herramientas efectivas para participar activamente en la toma de decisiones. Querían evitar la imposición del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto, a quien identifican como símbolo del poder autoritario, la corrupción, la opacidad gubernamental y el control de los medios. Con ello, se ganaron la simpatía de una gran parte de la sociedad y a su causa se sumaron artistas, intelectuales y movimientos sociales. Parecían la gota que iba a derramar el vaso.
Cuando estallaron el 11 de mayo supusieron un “cuestionamiento radical al sistema, devolvieron la política al terreno del antagonismo” resume Massimo Modonesi, experto en movimientos sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Sin embargo, el resultado electoral les asestó un duro golpe. El mismo candidato contra quienes ellos habían articulado su movimiento salió ganador por más de seis puntos en unos comicios donde la Fiscalía Especial para los Delitos Electorales recogió centenares de denuncias por compra de votos, ausencia de papeletas e incluso violencia en las urnas (se reportaron seis muertos e incluso gente armada junto a los colegios). Estas evidencias motivaron que el movimiento #yosoy132 y partidarios del Partido de la Revolución Democrática (PRD) impugnasen los resultados y ahora está en manos del Tribunal Electoral decidir si valida o no los comicios. El fallo debe hacerse público a más tardar el 6 de septiembre. Mientras tanto, las movilizaciones del #yosoy132 han dejado paso a la reflexión. En el último mes y medio, la red social ha salido de la computadora y de las manifestaciones para ponerse cara y voz.
“Desde que aparecimos todo ha sido muy rápido, ahora tenemos que repensar cuál es nuestra posición a nivel nacional. Hay algo de incertidumbre respecto a nuestro marco de acción y las posibilidades reales del movimiento. Lo que sí está claro es que nunca vamos a renunciar a nuestros tres principios innegables de pacifismo, ser un movimiento político horizontal y apartidista”, explica Lucila Sandoval, estudiante de la licenciatura de Comunicación en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) en Jalisco y portavoz de la asamblea #yosoy132 en esa universidad.
Mientras los jóvenes lo ven como una oportunidad para definirse y trabajar, a aquellos que les molestan se apresuran a publicar su ocaso. Pero prueba de que el movimiento sigue vivo es que Lucila viajó el fin de semana del 18 y 19 de agosto más de 500 kilómetros para asistir a la VIII Asamblea General Interuniversitaria, “máximo órgano rector” del movimiento a nivel nacional mientras debaten la nueva organización de tintes más federalistas. En esta reunión, donde participan delegados de cada una de las asambleas del #yosoy132 de todo México se decidieron las próximas acciones y se debatieron algunas líneas generales. En primer término, se declararon en “alerta amarilla” ante la posibilidad que el Tribunal Electoral ratifique a Peña Nieto como presidente en los próximos días. Esto supone que hasta que se pronuncie, los jóvenes llevan acabo brigadas de información en los espacios públicos de sus ciudades sobre lo que, para ellos, significa el candidato. Si finalmente es declarado vencedor de la contienda volverán a las movilizaciones.
Sin embargo, para muchos la pervivencia del movimiento no pasa por las manifestaciones callejeras. Diego Bautista se escapa de la asamblea para recibirme. Son las 18.30 horas de la tarde del viernes 24 de agosto y han tenido reuniones todos los días desde el fin de semana anterior. El curso ha comenzado y con él, los debates en cada facultad que tiene célula del movimiento, en las mesas de trabajo, en la articulación. “Las elecciones nos marcaron la agenda durante un buen rato pero ahora ya pasó esa fase de movilizaciones masivas. Es un momento de discusiones organizativas, sobre el qué se va a hacer ahora y cómo se hace. Si va a quedarse en un movimiento estudiantil o si va a ser una organización más amplia, en ese caso con qué aliados…y por otro lado queda aún la lucha contra la imposición de Peña Nieto.
Podría ser un poco lo que pasó en el 15M cuando decidieron levantar las acampadas”, explica Diego. Como el movimiento español, se está desplazando a otros ámbitos fuera de las plazas y de la universidad. “Tenemos brigadas que van a los barrios populares, a las fábricas. Con la gente de la facultad fuimos por ejemplo a Cuajimalpa, volanteamos información, llevamos talleres e hicimos un mitin explicando por qué estamos luchando y se plantea una asamblea con la gente que se acerca”, recuerda este estudiante de Historia. Diego estudió el curso pasado en Rennes, Francia y se acercó a conocer a los indignados españoles. Para Diego, el movimiento español fue una inspiración para el #yosoy132 y ambas reivindicaciones comparten “la pelea por una democracia auténtica, y la lucha juvenil a través de la reapropiación del espacio público”.
“Esto no es una cuestión de un personaje, es una estructura. Los temas transcienden en mucho lo electoral. Se están planteando procesos concretos en medios, seguridad, sanidad, democratización de la sociedad… Personalmente creo que hay que superar la dinámica asamblea-marcha-plantón”, señala Lucila. Por ello, han empezado a trabajar sectorialmente para contrarrestar en la opinión pública las propuestas del priísta. De hecho, más allá de la Asamblea General, el movimiento mantiene seis mesas de trabajo permanente en los siguientes ejes:
1- Democratización y transformación de los medios de comunicación, información y difusión
2- Cambio en el modelo educativo, científico y tecnológico
3- Cambio en el modelo económico neoliberal
4- Cambio en el modelo de seguridad nacional y justicia
5- Transformación política y vinculación con movimientos sociales
6- Cambio en el modelo de salud
De quedar en la presidencia, Peña no solo continuaría el modelo neoliberal implementado en el país desde los años 90, sino que lo radicalizaría con reformas que ya avanzó como la energética -que supone la privatización de las pocas empresas estatales que quedan- y de seguridad nacional, para lo que ha contratado como asesor a un general colombiano muy cercano al gobierno de Álvaro Uribe.
Es el mismo partido que acusó al movimiento de ser “porros” y “acarreados” (arietes) de la izquierda partidaria. Y cuyos simpatizantes golpearon a miembros del #yosoy132 en varias ciudades del país. Ahora sin embargo, el mismo PRI se intenta apropiar de su discurso al proponer en la cámara legislativa reformas para aumentar la transparencia en los medios y luchar contra la corrupción, algo que ni siquiera estaba en su programa electoral y que queda en duda por la misma trayectoria del PRI y del propio Peña. En su anterior mandato como gobernador, Peña destacó por repartir dinero indiscriminadamente a decenas de medios de comunicación a cambio de coberturas favorables (entre ellos a Televisa, quién ostenta el 70% de las concesiones de televisión en México) y la transparencia brilló por su ausencia.
Así las cosas el movimiento ultima una propuesta elaborada de democratización de medios que hará pública el próximo 30 de agosto. De momento avanzan que se trata de devolver a la ciudadanía el espectro radioeléctrico, es decir, abrir nuevas concesiones de radio y televisión para medios ciudadanos y fomentar la participación de la ciudadanía en éstos. Cabe tener en cuenta que en México no hay medios públicos y las radios comunitarias o ciudadanas no solo no están reconocidas legalmente sino que incluso han sido perseguidas.
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