Lo que comenzó como hoy empiezan tantos otros proyectos editoriales independientes, cumple ya sus 20 años. Son los pioneros. Me refiero a la editorial Isla Negra, liderada por el poeta dominico-puertorriqueño, Carlos Roberto Gómez Beras. Para esta entrevista me recibió en su casa con la amabilidad de siempre.
Fui sin grabadora, para que la conversación fluyera. Cuando le pregunto por los inicios de la Editorial, responde: “Yo iba a ser dentista”. En el camino cambió a Derecho. Estaba terminando los créditos en Ciencias Políticas cuando conoció a José Emilio González. No hacía mucho había llegado de París este profesor, gran conversador, gran lector, co-fundador del Departamento de Literatura Comparada junto con Magdalena Ferdinandi, Piri Fernández, Miguel de Ferdinandi y Esteban Tollinci entre otros. Una sola experiencia con la literatura le bastó y en lugar de Derecho estudió literatura con esos y otros maestros. González hizo más por Gómez Beras. Lo vio escribiendo en un pasillo y le pidió copia de su trabajo para leerlo. “Ven la semana que viene”, dijo.
Carlos Robertohabía ganado el premio de la revista estudiantil, “Contornos”, así que estaba seguro de que impresionaría bien al profesor. Al ir por sus elogios, se sorprendió de encontrar sus papeles crucificados en tinta roja. “Esto es una mierda”, dijo José Emilio, así con esas palabras. El aspirante a poeta se encerró en el cuarto por días. “¿Te estás metiendo droga?”, preguntaba preocupada la madre desde el otro lado de la puerta. “No, mami. Es que estoy triste”. Aprendió su primera lección. Para escribir hay que leer. Leyó en sus cursos de comparada una muestra selecta de toda la literatura del mundo. Luego de un año se atrevió nuevamente a pensarse poeta. Escribió un libro y se lo dejó a José Emilio. La respuesta. “Ven a verme a mi casa que aquí hay poesía”. La segunda lección lo esperaba. Además de
leer, hay que corregir lo escrito.
“Me junté con Iván [Figueroa]. Quiero publicar y quiero hacer una editorial,” le dijo. No había editoriales independientes en ese entonces. Se destacaba la Editorial Cultural, que publicaba obras canónicas, y Huracán, la alternativa que publicaba trabajos de la nueva historiografía y la nueva literatura que estaba en apogeo desde los años setenta. “Iván estaba trabajando en Publicaciones Puertorriqueñas y sabía el cómo del proceso editorial. Pidió permiso y ahí hicimos, en 1989 el primer libro titulado Viaje a la noche. Salió bajo el sello de
Publicaciones Puertorriqueñas, colección Isla Negra. Ganó el certamen del Pen Club”. Se le acercó gente en ánimo de pedirle que publicara otros títulos.
“En los 90 vino la huelga. Iván se fue a estudiar arte a Estados Unidos. Asumí Isla Negra. Comencé a diseñar yo y para ayudarme, retomé el lado dominicano. Usé cuadros de pintores dominicanos, como Luz Severino, Julio Valdés, Ezequiel Torres, Rosalina Arias y otros, en
las portadas y así, mientras resolvía el arte de cubierta, ayudaba a exponer sus trabajos”, sigue el relato.
A mi pregunta de si todavía considera Isla Negra una editorial independiente, me responde: “Todavía, porque subsistimos de nuestros propios recursos. No recibimos fondos del gobierno. La creé con fines de lucro. Me dijeron que es más restrictivo hacer una sin fines de lucro y quería tener más libertad de hacer cosas. Más flexibilidad. Creo que es independiente en comparación con otros proyectos que reciben fondos de fundaciones o del gobierno. Mi norte ha sido siempre la Literatura. Es complicado. No sé si sabes que hay editoriales españolas grandes que financian otras pequeñas para hacerlas lucir como independientes. Pero sus fondos y filosofías editoriales son los de las editoriales matrices. La independencia es flexibilidad. Te permite tomar decisiones que de otra forma no podrías tomar. Los problemas mayores para el funcionamiento de una editorial independiente son económicos, pues al publicar solo literatura y no libros escolares ni autoayuda, entonces tienes que vender lo que no es vendible, porque ¿quién en Puerto Rico vende poesía?”
Sin embargo, Carlos Roberto lo ve como un reto más que como una dificultad y subraya que Isla Negra tiene dos colecciones de poesía. Una publica primeros libros, y lleva el nombre en homenaje a José Emilio. El otro es para quien ya ha publicado poesía. Se llama “Filo de juego”, en homenaje a la revista de los ochenta donde comenzaron a publicar Rafael Acevedo, Mayra Santos, Israel Ruiz Cumba, Mayrim Cruz Bernal, por dar solamente algunos nombres.
Le pido su evaluación de la cantidad de editoriales independientes, proyectos parecidos al suyo en sus inicios, que han surgido en los últimos años. Entre ellos se encuentran El Sótano Editores, que surge de un colectivo de estudiantes y tiene ese nombre porque la administración universitaria les había dado una oficina en un sótano de la Facultad de Humanidades, comenzó como una revista. Agentes Catalíticos, de Samuel Medina, tiene una historia parecida y ha evolucionado de revista a editorial y hace unos meses (en octubre) abrió un local en Santurce que alberga una librería y café.
Además están las editoriales Erizo, de Ángel Antonio Ruiz (poeta) que publica literatura homoerótica; Pasadizo que sale de la Maestría en Escritura Creativa que ofrece la Universidad del Sagrado Corazón. El poeta Rafael Acevedo publica libros selectos bajo el sello La Secta de los Perros. El también poeta, Jorge David Capiello ha publicado textos importantes bajo el sello Aventis. Arco de Plata sale del Recinto de Aguadilla de la Universidad de Puerto Rico. Terranova es un proyecto de años que dirigen el poeta Elidio Latorre Lagares con su esposa y gestora cultural, Ana Ivelisse Feliciano. Néstor Barreto (poeta) coordina la Colección Maravilla. José Luis Figueroa (dramaturgo y librero) fundó Tiempo Nuevo, que ha dado especial atención al teatro puertorriqueño.
Callejón, dirigida por Elizardo Martínez, es un proyecto que ya tiene más de una década y publica trabajo académico de calidad y alguna literatura. Atarraya Cartonera publica libros en cartón, bajo la tutela de los poetas Xavier Valcárcel y Nicole Cecilia Delgado. Edgardo Nieves Mieles, también poeta, bajo el sello Espejitos de Papel, tiene varias colecciones en formato pequeño que resultan libros encantadores y económicos. Sobre esto comenta: “Es un momento extraordinario y único. Antes no había habido esa abundancia de proyectos. Pienso que un modelo para la mayoría de ellos es Isla Negra. Algunos me han dicho que si Isla Negra lo logró, ellos también quieren intentarlo. Es un honor escuchar eso. Creo que en ciertos aspectos del complejo trabajo editorial algunas de esas editoriales hasta nos han superado. La calidad de algunos trabajos es impresionante. A veces, logran llevar la calidad de Isla Negra a otro nivel. Yo no tenía modelos. Construí un modelo de tres cuerpos, como el doctor Frankenstein. Mis modelos fueron Editorial Cultural, porque me mostraron que es importante dialogar con el canon; Huracán era mi modelo ideológico, no necesariamente en lo político pero es una editorial que tenía un norte claramente definido. Mi norte fue hacer una editorial de Literatura, que también es un aspecto político. Mi otro modelo fue la editorial
catalana Seix Barral, pues uno de sus fundadores, Carlos Barral, era un poeta y editor con un sentido especial para el diseño del libro”.
Entiende que el logro mayor de Isla Negra ha sido la constancia, los veinte años que celebraron el año pasado. Comenzó como un proyecto ar tesanal, hasta convertirse en una empresa. “Pienso que logramos, hasta cierto punto, crear un contra-canon de autores no oficiales que también pueden lograr ser leídos dentro y fuera de la academia, que ha tenido vida paralela al canon”, dice. El canon es el corpus de libros obligatorios porque son un hito o una referencia obligada. Además añade: “Fuimos los primeros en tener el catálogo de libros en las redes electrónicas. Ahí vendemos libros, pero también en las librerías, para los cursos, a los distribuidores académicos, que suplen las bibliotecas locales y extranjeras, y en ferias de libro nacionales e internacionales".
¿Cómo se desarrollará Isla Negra?, pregunto. De tres modos. Vamos a abrir un nuevo sitio electrónico. Se va llamar Café Isla Negra. Será interactivo. Un lugar donde se encuentren los actores y los lectores. En segundo lugar, estamos trabajando en la creación de un certamen caribeño, aunque limitado a las tres Antillas Mayores. Será de poesía o cuento. Finalmente, algunos amigos me han pedido organizar las editoriales independientes en un gremio. Supongo que me tocará el premio de convocar la reunión. Los independientes valoran el trabajo
de Isla Negra y yo los respeto y aprendo de ellos”.
Antes había escuchado esa idea del gremio. Me parece fabulosa. Y es que la calle está encendía en términos de proyectos culturales. En diciembre hubo una primera Feria del Libro Independiente en la Calle Loiza de Santurce, dondehabía gente sentada hablando de libros, leyendo poesía, mesas en las que se ofrecían libros objeto de hechura artesanal y delicada, a la manera del libro modelo para este tipo de trabajo, La casa de la forma del Che Meléndez.
Hay definitivamente un boom y, contrario a lo que se podría esperar en un momento en que hay mucha oferta, gran parte de ella es de calidad. Esto es evidencia de que en gran medida se han roto las jerarquías del pensamiento público desde las artes y la cultura. La academia es solo una esquinita de una ciudad letrada que la rebasa y en instancias, la supera. Tenemos computadoras para hacer libros, cuando antes había solo maquinillas, y se dependía de un editor y un impresor. Pero lo más que hace falta es idea de qué hacer, manejar ciertos referentes culturales para producir un producto que debata con lo hecho y lo lleve a otra parte, mucha lectura, como decía Carlos Roberto, saberse editar. De eso hay de sobra.
La autora es profesora de Literatura Puertorriqueña y Estudios Hispánicos en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Pierdas.