Varias organizaciones conservacionistas se han unido para reconocer al 2018 como el año de las aves. Esto coincide con el centenario del tratado o la ley para proteger las aves migratorias, que salvaguarda a más de 1,000 especies. Otro de los objetivos es alertar sobre el proceso de extinción que se ha acelerado.
El último golpe para los pájaros lo está asestando el cambio climático, al cual se le acredita la extinción de 11 especies y de enviar a la lista de amenazadas a otras 35. No obstante a esto, las aves siguen siendo el único grupo de animales que encontramos viviendo en los siete continentes, desde lugares tan inhóspitos como desiertos y los casquetes polares, hasta nuestros complejos entornos urbanos.
Hay muchas razones por las cuales debemos tratar de ayudar a conservar las aves. Muchas especies se han domesticado y forman parte de nuestros alimentos cotidianos como lo son para nosotros el pollo y el pavo. En otros lugares, como los países asiáticos, consumen patos y gansos con similar frecuencia a la que nosotros consumimos pollos y pavos.
Otras aves menos conocidas para nosotros, como el avestruz, la rea o ñandú y el emú, además de carne, proveen cuero y plumas para la confección de correas, carteras, botas y plumeros especiales para desempolvar carros previo a ser pintados.
Cabe señalarse, que a lo largo de nuestra historia a las plumas se les ha dado una amplia variedad de uso. Entre estos, la preparación de tocados o penachos, collares, pantallas, flechas, capas (como la famosa capa de Moctezuma), cojines, almohadas, colchones, abrigos, carnada para pescar y, no menos importantes, instrumentos para escribir. Esta es la razón por la cual aún llamamos al bolígrafo “pluma”.
Las plumas de ganso, cisne y más tarde las de pavos se utilizaron como instrumentos para escribir por más de 12 siglos. Al presente se están utilizando plumas para la producción de tiestos biodegradables, plásticos y pañales desechables.
Actualmente se consumen huevos de pollo, patos, gansos y codornices. Pero antiguamente, culturas como la egipcia consumieron cuanto tipo de huevo estuviera disponible en el estado silvestre, incluyendo huevos de aves marinas. Durante la época medieval, en Europa solo el pan era de mayor consumo que los huevos. Pero estos no han sido únicamente un artículo básico de nuestra dieta, se han utilizado de forma muy variada. Muchas tribus africanas utilizaron huevos vacíos de avestruz como cantimploras.
Otras utilizaban las membranas que cubre el huevo como vendajes para heridas pequeñas. Antiguamente, la clara de huevo se utilizó como pegamento y para la producción de fotografías. La yema se usó como la base para producir pigmentos para pintar. El huevo se utilizó y se utiliza como un producto para lavar y acondicionar el pelo. La clara se usó para mascaras faciales. Actualmente se utilizan millones de huevos para producir vacunas entre estas la de la influenza y anticuerpos que nos protejan de algunos venenos como los producidos por algunas culebras.
Las aves configuran el grupo de vertebrados más estudiados de este planeta. En la actualidad se conducen estudios con aves para determinar cómo evolucionan patrones de aprendizaje, patrones de conducta social, el desarrollo y uso de herramientas y el adaptarse a diferentes condiciones urbanas. También se están estudiando pájaros, como cotorras, para construir modelos de envejecimiento en nosotros.
Las aves, principalmente las canoras, consumen anualmente millones de insectos que de otra manera dañarían gran parte de los alimentos que consumimos.
Aves como las golondrinas consumen una enorme cantidad de mosquitos, algunos de estos vectores de enfermedades como dengue, sika y malaria, entre otros. Las aves además, polinizan plantas, dispersan muchas de las semillas que dan origen a nuestros bosques y son un indicador de la salud de comunidades y ecosistemas.