Le preocupaba seriamente esa grave enfermedad que desde hace tiempo le venía afligiendo. Un problema hepático le cercenaba su vida lentamente y aunque le habían programado una cirugía de trasplante, para mejorar su afección, su vitalidad se veía ya deteriorada. Sus amigos más allegados cuentan que en los últimos eventos a los que asistió, era posible notar en él la incertidumbre por irse sin terminar su último proyecto, quizá el más ambicioso de su vida artística, 2666. El 15 de marzo de 2003 como mal lo presagiaba y tras estar varios días en coma, el 14 de julio murió; llevándose consigo el final de su novela, pero dando lugar para convertirse en una de las joyas literarias de mayor valor en Latinoamérica. Hoy se habla de Roberto Bolaño como el fenómeno de Suramérica, a pesar de que la gloria artística lo acompañó muy poco en vida, su muerte lo catapultó a los grandes escenarios de la literatura. Considerado por algunos como el mejor escritor de su generación y un punto de referencia para los nuevos escritores. De él hoy se recuerda su habilidad para reprochar la literatura de su época, un maestro de la provocación que se atrevía a desafiar “las vacas sagradas”, y a elogiar las nuevas producciones de los jóvenes escritores. Vale la pena recordar un poco de la persona de Roberto Bolaños, de su vida y algo de su obra.
Se deleitaba con la poesía y en su larga carrera nunca la olvidó, pero sabía que le era más favorable la prosa con la que podía ganar premios y sobrevivir. Los primeros reconocimientos locales ya predecían el nacimiento de un gran artista y sobre todo de una gran obra. Una mano prodigiosa que efectivamente en 1998 publicaría “Los detectives Salvajes”, novela que inmediatamente ganó el favor de la crítica y unos cuantos meses después sería congratulada con el Rómulo Gallegos, uno de los premios más importantes de la narrativa hispanoamericana. Hablar de “Los Detectives Salvajes” es necesario para entender la importancia que se le ha dado a Bolaños en la literatura de América Latina. Desde la publicación de esta novela se empieza a revelar ampliamente su gran ingenio, la agudeza de sus términos y el tratamiento efectivo de los temas, mientras muchos empezaban a citarlo como la nueva promesa de Latinoamérica. Natasha Wimmer, una reconocida traductora estadounidense, y quien asumió el reto de convertir algunas de las obras de Bolaños al inglés, se refería a él como una figura conocida sólo por un círculo pequeño que “sólo pudo romper la barrera de la popularidad después de la publicación de este libro”.
Uno de sus más cercanos amigos, su editor Jorge Herralde, manifestaba que en Bolaño se había creado un perfil de persona arrogante, que nunca abandonó ese carácter altivo y que muchas personalidades de su tiempo no lo soportaban y constantemente lo reprochaban. En un Homenaje Póstumo a Bolaños, Herralde revive una de esas acostumbradas pullas a otros escritores que se hacían comunes en él, el objeto del ejemplo era Isabel, la hija del ex presidente chileno Salvador Allende. La crítica a su obra fue certera, se refería a ella como la “escribidora”, porque según Bolaños le faltaba mucho a su obra, para llegar a ser una escritora. Según cuenta Herralde la respuesta de Isabel Allende fue inmediata, se ensañó contra Bolaño y en su réplica, publicada en un periódico chileno, reprodujo todo sobre la altivez y la prepotencia de Bolaño. Cosa curiosa, porque sólo consiguió herir su personalidad y su carácter, mas no le fue posible atacar su figura artística, esa que sigue viva y que se ha convertido en todo un fenómeno. Pronto se cumplirán seis años de la muerte de Roberto Bolaño, y ahora más que nunca es leído, criticado y elogiado. En Estados Unidos existe una epidemia de este autor, la traducción de sus libros al inglés han propagado ese frenesí por su narrativa. El fenómeno Bolaño se ha propagado no sólo en América, sino en el mundo, sus obras más importantes: “2666”, “Nocturno de Chile”, “Putas asesinas” y “Estrella distante”, ya se han traducido a varios idiomas y muchos escritores coinciden en que la lectura de Bolaños es un referente obligatorio para todos aquellos que sienten inclinaciones por las letras. El humo de su cigarrillo aún no se desvanece, todavía sigue allí, suspendido en la atmósfera. Y como lo mencionó Jorge Herralde en el discurso proclamado en su funeral “sus libros nos acompañarán y permanecerán: el triunfo es pues de la literatura a la que tan intrépidamente Roberto consagró su vida”. Para acceder al texto original puede visitar: http://www.alrededoresweb.com.ar/notas/el-fenomeno-bolanos.htm