“El Gobierno macharrán desde la palestra elitista” o “quién se cala a unos comemierditas con poder”, podrían ser otros títulos alternativos para reseñar el último discurso ante la Legislatura cargada de zombis. Los zombis son muertos en vida, que se alimentan de los cerebros frescos de tutilimundi que alcancen, en especial cuando todos “duermen”, cuando nadie escucha más que el ruido, la distorsión, o cuando ya no puedas chinchorrear después de la medianoche. Así prolongan nuestra estadía en moronlandia. Encima nos tragamos que con cerrar los chinchorros a la medianoche termina la criminalidad, el narcotráfico y hasta la desgracia de la hija de mi vecina preñá con quince años –digo la hija, porque su mai se preñó a los dieciséis–. Sin embargo, educar al pueblo para que comprenda que el futuro no viene en una cajita de craquer jacks está descartado. Enseñar urbanismo, educación sexual y hablar sobre los problemas sociales de actualidad en las escuelas sencillamente no es una opción de estos “moralistas”, y si te doblas, ten cuidao’. Si hablas, pa’ fuera; si opinas, también; ¿cultura? ¿educación? ¿salud? Y sigo divagando en una redacción tan caótica como nuestro gobierno, por eso de mantener un paralelismo inversamente proporcional. Unas 200 escuelas cerradas en el inicio pospuesto de clases, planes médicos al garete, el desempleo, el crimen, la ignorancia, los vicios enviciados del ocio, esa gran nada que nos rodea es una droga peor. No es medianoche. Puedo tomarme una medalla sin miedo al arresto, al paredón de fusilamiento por la licencia poética; pero doblarme nunca. Volvamos al tema de la educación. Este año lo más importante es que sin handsanitazer no hay clases. ¿Cuántos Kleenex podemos sacar de un poemario? ¿Cuántos rollos de Charmin nos pueden proveer García Márquez, Ana Lydia Vega, la Escuela de Artes Plásticas o la Sinfónica? ¿Cuál es el verdadero virus de la mano sucia o del moco sin tapar que nos vuelve más incultos cada día? La descarga continúa y releo las propuestas fortuñeras. Falta poco para que la inquisición vuelva a instaurarse, el reino de lo toman o lo dejan, y al que no le guste que se vaya al… “Esos, los que no votaron por mí”, pueden irse a la m… miseria del silencio ninguneado. Aquí se despide a los periodistas en una broma de malgusto llamada “tutevé”; porque tener dignidad, compromiso y responsabilidad es relativo al puesto que tengas en este reino de lo que bien llamó el escritor Luis Rafael Sánchez: “La ineptocrasia”. Quien sea sospechoso de tener criterio propio o no pertenezca a los de arriba –o peor aún, al grupo de lambones o al de hienas que ríen mientras se alimentan de carroña– no mamará teta, pal exilio de la prángana colectiva. No dejemos que la ineptud mezquina-conservadora nos moronee la cotidianidad y hasta la intimidad. El derecho a la libertad de expresión, a protestar, a recibir servicios de salud adecuados, crear arte, a amar a quien nos dé la gana. Tenemos que educarnos, leer, analizar lo que está sucediendo; lavarnos las manos, los ojos, los pensamientos, hacer camino. Mientras, el virus de la mano sucia seguirá devorando nuestros cerebros, el futuro y la dignidad. La autora es escritora.
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Diálogo
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