El termómetro ubicado en la puerta de una farmacia anuncia lo que ya todos preveían: 45º C. Para los lugareños no es novedad ya que están acostumbrados a las altas temperaturas a esta altura del año. Pero para un simple turista la temperatura no pasa inadvertida. La ciudad está vestida de fiesta. Es 11 de junio y los festejos por del Corpus Christi son la atracción de propios y extraños. La catedral local tiene sus puertas cerradas a la espera de la gran misa que se celebrará en la tarde. Las calles de Granada lucen atiborradas de personas que en cada una o dos esquinas decoran un altar. Todo luce impecablemente preparado para los festejos, la policía se encarga de cerrar el paso por la Avenida Colón. Nadie se queja, ni del calor, ni de los inconvenientes que causa al tránsito. Es una jornada de festejo para la ciudad. Esta imagen hubiese sido imposible allá por el año 1238 cuando Mohamed-Ben-Nazar mandó a construir el primer núcleo del palacio en La Alhambra. Esta ciudad fortaleza fue durante más de dos siglos una de las más importantes de la cultura musulmana en todo España. Dentro de esta fortificación no sólo se encontraban los espectaculares palacios que los Reyes Nazaríes mandaban a construir, sino que también contaba con varios servicios para la población que vivía allí. Sin embargo, los Reyes Católicos conquistaron Granada en 1492 y comenzaron a dejar su huella en la ciudad fortaleza. Carlos V fue quien llevó acabo tal vez el proyecto más ambicioso por los católicos: la construcción de un palacio de estilo romántico a pasos de la entrada de la Alcazaba, la zona militar, centro defensa y vigilancia de La Alhambra. Si bien el proyecto no se terminó de construir por el fallecimiento del rey, los católicos dejaron una marca insoslayable para cualquier visitante. Este es tan sólo uno de los ejemplos que podemos encontrar de la mezcla de culturas que sobreviven en España. Algo similar ocurre en la ciudad de Toledo en donde los musulmanes construyeron las murallas que rodean a la ciudad, pero más tarde los católicos, de la mano de Carlos V, reemplazaron las puertas de entrada a la ciudad con su propia arquitectura. Puntos cardinales Sin embargo, no toda España es igual. No todas las ciudades se parecen. En el País Vasco el euskera es el primer idioma, pero contrariamente a lo que este cronista creía no todo el mundo está hablándolo constantemente. La sorpresa sí fue escuchar que entre los niños se hablan en euskera. En Catalunya el idioma español se llama castellano, por eso los carteles indicadores de las estaciones de metro, por ejemplo, están en catalá. En Barcelona Messi es Dios, la camiseta culé con el dorsal número 10 cuelga de todo negocio de recuerdos que se precie de serlo de la ciudad. En Madrid hay calles y esquinas que te hacen acordar a Buenos Aires. Imaginen Avenida de Mayo pero a la enésima potencia. Son menos que la capital argentina, pero son de más lugares. La inmigración es una pata muy fuerte en Madrid, al igual que Barcelona concentran el mayor número de extranjeros. En Andalucía disfrutan de la vida de otra manera. Pues porque ellos son de otra manera, bien ganada tienen su fama de alegres. “En el sur sí que saben vivir de marcha”, me dijo un vasco en San Sebastián y no se equivoca, el sur tiene otro ritmo de vida. En España creen que hacia fin de año estarán empezando a salir de la crisis, mientras tanto todos hablan de la crisis. Los que tienen trabajo se encargan de cuidarlo y los que no, viven de paro; a fin de cuentas el sistema está pensado para eso. Además, en España creen que el año que viene, en Sudáfrica, van a ganar su primer mundial de fútbol. En definitiva, el sur no es el norte, los del norte dicen ser más trabajadores que los del sur y los del sur dicen que ser más amables que los del norte. Un amigo que vive en Madrid desde hace unos años compartió conmigo su visión sobre estos puntos cardinales. Según él en todas partes del mundo en el norte está la riqueza y en el sur la pobreza. Y algo de eso hay, digamos que ello se debe a que la cuadratura del poder es una suerte escalera, a medida que vamos subiendo, más dinero se encuentra. Palabras más, palabras menos esta es su tesis: El sur de España vendría a ser el norte de África y Andalucía es, al fin de cuentas, más rica que el continente negro. Pero si subimos por esta escalera imaginaria llegaríamos a Madrid, que es más rica que el sur de España. Ahora bien, el País Vasco y Catalunya vendrían a ser el sur de Francia, son más ricas que el resto de la península Ibérica, pero más pobres que el país galo. Asimismo, el sur francés es menos rico que el norte, allí donde se encuentra París. Claro que la ciudad de las luces tiene un escalón por encima suyo: Londres, el final de la escalera de la riqueza y el poder. Para acceder al texto original puede visitar: http://www.alrededoresweb.com.ar/notas/no-soy-de-aqui.htm
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