
Desde una experiencia de vida y como operación de conocimiento me pregunto a menudo: ¿Qué opinan los puertorriqueños sobre la negritud? ¿Cuán arraigado está el racismo hacia los negros en Puerto Rico? En todo esto, me motiva la necesidad de aportar a un conocimiento menos impresionista y trillado de la realidad racial de los puertorriqueños y tener una representación más compleja, pero, por ello, más clara de las dinámicas de encuentro y desencuentro de sus componentes: aborígenes, españoles y africanos. En no menor grado, busco que las futuras generaciones de las familias puertorriqueñas negras no continúen reproduciendo en sí mismos las experiencias nocivas de la minusvaloración racial, producto de la ignorancia y de la persistencia de imaginarios a través de la cultura. Al explorar las letras de diez canciones populares del cancionero puertorriqueño, ocho de ellas compuestas por puertorriqueños negros, pude acercarme a cómo se construye a los puertorriqueños negros a través de la música. En Piel canela, Bobby Capó alude de manera oblicua a la belleza de la mujer negra, caracterizándola con el color y la textura de la conocida especia. Como contraparte a Piel canela, este cantautor negro, natural de Coamo, Puerto Rico, escribió para la década del 50 El negro bembón. En esta guaracha, relata y describe cómo fue asesinado un hombre por la única razón de tener “la bemba grande”; es decir, por la prominencia de sus labios, una de las características fenotípicas que más se identifican con la negritud en el imaginario popular. En Capullo y Sorullo, Bobby Capó narra la historia de una pareja de piel blanca. Ella dio a luz a nueve hijos y el único que procreó con su esposo, el noveno, nació con piel negra. A pesar de que un primer acercamiento a esta canción resalta el tema de la infidelidad, la letra de Capullo y Sorullo, también, refleja una realidad racial caribeña. Inclusive, provoca que se formule la pregunta: “¿Y tu agüela a’onde etá?”, interpelación a que se descubran las raíces raciales que a menudo se mantienen invisibilizadas. Por su parte, Catalino ‘Tite’ Curet Alonso fue el creador de Las caras lindas. Las caras y el sentimiento de la gente de su raza negra fueron descritas por el compositor oriundo del pueblo de Guayama en esta canción que interpretaba ‘el Sonero Mayor’, Ismael Rivera. Según Ángel G. Quintero (2003), a Curet le tocó vivir:
En 1971, la Sonora Ponceña grabó por primera vez la canción Tan bueno que era; escrita por el compositor y cantante negro Luigi Texidor. Este tema alude a la hipocresía social ante el fallecimiento de un ser humano negro al que en vida trataban con distancia, pero que a la hora de su muerte todos lloran. En Carbonerito, Peter Velásquez hace referencia al matrimonio compuesto por una pareja de negros “feos” que ha procreado seis hijos. Con el coro de una pieza musical infantil׃ “donde vas carbonerito, donde vas a hacer carbón a la viñañá…”, esta canción es una de las más populares de ‘Los mulatos del sabor’, El Gran Combo de Puerto Rico. Por otro lado, Calixto Ochoa, un acordeonista e intérprete del vallenato colombiano, escribió el tema El africano que popularizó en la década del 80 la orquesta de Wilfrido Vargas. Aunque es una canción de texto mínimo, con apenas dos estrofas y un coro, explícitamente alude al comportamiento atribuido a los hombres de raza negra, como lo es su hipersexualidad. Por su parte, Roberto Angleró es el autor de la bomba Si Dios fuera negro, que supone que si Dios fuera negro, los negros del mundo no hubiesen sido discriminados ni prejuiciados por su color de piel. Utiliza chistes y frases cotidianas que se refieren a lo negro como malo y feo para adjudicárselas de manera contrafactual a las personas de raza blanca. Con esta canción, el compositor cuestiona el supuesto absoluto de una supremacía racial blanca. Tras la petición del productor Sergio George para que compusiera una canción para Celia Cruz, Fernando Osorio se dio a la tarea de escribir lo que resultó en el último gran ‘hit’ de la fenecida cantante cubana. Para La negra tiene tumba’o, Osorio se inspiró en los abucheos que recibió Cruz en su última visita a Puerto Rico en un Día Nacional de la Salsa. Entonces, reconoció que Celia siempre salía airosa con su inconfundible ¡azúcar! y que tenía mucho “tumba’o”. La letra de esta canción presenta a una mujer negra que no le teme a los retos y que va siempre hacia el frente sin importarle el qué dirán. Finalmente, Loíza es una canción que escribió Tego Calderón para su primera producción discográfica titulada El Aballarde. Calderón critica la falta de atención al pueblo puertorriqueño de Loíza cuya población está constituida, en su mayoría, por personas de raza negra; de 32,537 individuos censados, 18,838 se identifican como negros. El compositor señala que en Puerto Rico la justicia no opera igual para los negros y los blancos. Esta selección muestra un arco de representaciones y mediaciones contenidas en el discurso de la negritud. Ciertamente, la construcción de la negritud a través de discursos musicales populares no prescinde de los adjetivos ligados a la fenotipia del negro que históricamente lo ha mantenido al margen. Los discursos musicales, analizados desde la representación, sin lugar a dudas, posicionan a los puertorriqueños en una relación de poder que opera desde la racialización. A través del análisis exhaustivo de estos textos musicales caribeños, logré identificar discursos sobre el fenómeno de la negritud que evidencian la racialización en las prácticas musicales. Del análisis se derivan continuidades y, en algunos casos, rupturas, en las formas como se construyen las figuras del hombre y la mujer negros y qué tipo de atributos se vinculan con estos sujetos en los textos musicales. A su vez, al considerar la opinión de nueve compositores, músicos y cantantes puertorriqueños negros: Choco Orta, Ruth Fernández, Welmo Romero, Roberto Angleró, Tego Calderón, Luigi Texidor, Papo Rosario, Peter Velázquez y William Cepeda he forjado hipótesis a la luz de las opiniones de estos artistas sobre las representaciones que circulan en la música popular sobre la negritud. Sobre todo, pude auscultar cómo la raza organiza cognitivamente a la sociedad, y cómo los individuos conforman su identidad racial desde concepciones fundamentalmente binarias. Primero, en la música analizada, más allá de expresiones racistas, emergen mecanismos de construcción de identidades, valores, utopías y se organiza a la sociedad utilizando la raza como categoría principal para discernir lo que el consenso socio-cultural adjudica, de manera consciente o inconsciente, como positivo y negativo. Segundo, con las opiniones de los entrevistados, concluí que la mayoría de éstos calibran la música que alude a la negritud desde sus experiencias de vida ligadas a la marginación, exclusión y a la subestimación de sus habilidades intelectuales y talentos musicales. Tercero, los músicos puertorriqueños negros, consciente o inconscientemente, experimentan procesos de reconstrucción de su identidad racial principalmente por dos razones: (1) Puerto Rico es una nación racializada donde el discurso racial organiza cognitivamente a la población y, por ende, sus acciones, y (2) la música sirve como un mecanismo para negociar el discurso racial socialmente construido e impuesto. No obstante, sus modos de adquirir visibilidad operan desde diversos registros. Unos se apoderan de sus capacidades para componer o cantar y emiten críticas. Dentro de este grupo, los niveles de enfrentamiento contra el orden social varían. Esto queda evidenciado en letras como Loíza y El negro bembón. Otros se resisten o afirman su negritud, pero no dejan de emitir un mensaje, que aunque implícito, da cuenta de la existencia del discrimen y el prejuicio contra los sujetos negros. Tal es el caso de canciones como Piel canela y El africano. Indudablemente, la racialización opera como un dispositivo teórico y desde la noción de la música popular como archivo donde operan dinámicas de racialización de distinta orientación, pero con gran capacidad de reproducción. Sin duda, el análisis de las diez canciones y de las nueve entrevistas en profundidad evidencia cómo la música puede estudiarse para armar un mapa sobre la identidad de los puertorriqueños negros. A aquello que parece trillado y trivial hay que mirarlo críticamente para poder hallar fenómenos interesantes que explican el por qué la raza es el asunto más importante para definir los problemas sociales. ——