La Universidad de Puerto Rico cambió mi vida para siempre. Recuerdo que fui de ese grupo de estudiantes que se atrevió a entrar, en el 2011, luego de la huelga del 2010. En ese entonces me preocupaba un poco que volviera a ocurrir algo similar.
Pensaba que esos “pelús”, “manfuteros” e “idependentistas”, pudieran volver a tomar la Universidad durante otro proceso huelgario. Pero no fue así. La Universidad no volvió a entrar en huelga hasta el 2017. Para el 2010 no estaba de acuerdo con la huelga, ni siquiera entendía el valor y la importancia de la Universidad de Puerto Rico. Me atreví a entrar porque recibí una beca atlética y, en algunas ocasiones, uno que otro conocido me decía que era la mejor y la más barata para estudiar. En aquel entonces vivía de la indiferencia.
No obstante, recuerdo esos primeros días de “prepa”, cuando ni siquiera podía pensar por mí mismo, cuestionarme las cosas, tener la iniciativa de crear y ver las cosas de otra manera, con la esperanza de que otro mundo es posible. Inclusive, ni tenía el más mínimo aprecio por la lectura.
Todo ese proceso de crecer como persona se dio durante la marcha en las aulas de clase y en los pasillos de la Iupi compartiendo ideas con mis compañeros y profesores. Esos años que siguieron a mis días de “prepa” me enseñaron mucho. Entendí que la Iupi ayuda a transformar personas y que esa transformación se convierte en beneficio para el pueblo puertorriqueño.
Sin embargo, las administraciones del PPD y PNP no han entendido eso aún o, si lo entienden, han preferido mantener un vínculo con un sector que ha venido enriqueciéndose a costa del pueblo puertorriqueño. Pero aquí viene lo bueno he importante de todo esto, una vez más los “pelús” se han atrevido a tomar la Universidad porque se niegan a que el Gobierno nos quite una de las joyas más preciadas de nuestra sociedad, la educación pública universitaria.
Esta vez sí estoy de acuerdo con la huelga de los estudiantes y me reconozco como uno de esos “pelús” que criticaba antes de entender la verdadera importancia de la UPR. Los estudiantes no van a ceder ante los recortes. La huelga es un mecanismo de presión para que sus propuestas sean escuchadas y un motor para empujar al Gobierno a reconocer que la Universidad transforma personas, que a su vez transformarán la sociedad a un bien común. Este es solo el comienzo de una lucha que pretende, no solo ajustar las cuentas de la UPR, sino transformarla en una educación de calidad y asequible para todo el pueblo puertorriqueño.