En 2015, una investigación de la revista Nature Climate Change reveló que Estados Unidos era el responsable del 40% de la “deuda climática mundial”. En diciembre de ese mismo año, en París —en el marco de la XXI Conferencia sobre Cambio Climático (COP 21)— unos 195 países firmaron un pacto a fin de establecer medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Le llamaron el Acuerdo de París. Estados Unidos, bajo la presidencia de Barack Obama, aceptó las condiciones.
Dos años más tarde, y a solo cinco meses de asumir el poder, el presidente estadounidense Donald Trump, decidió retirar al país de este acuerdo ante la justificación de que el pacto limita el desarrollo económico de Estados Unidos.
“Fui elegido para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no de París”, lanzó Trump al tiempo que sostuvo que la determinación “representa una reafirmación de la soberanía estadounidense”.
Empero, el anhelo del presidente de Estados Unidos —que tan pronto como en febrero de 2017 contaba con un nivel de desaprobación de un 53%, según una encuesta de CNN/ORC— es volver a sentarse a la mesa con la comunidad internacional para fijar un pacto que “sea justo para Estados Unidos, sus negocios, sus trabajadores, su gente y sus contribuyentes”.
Pero lo que a la luz de los ojos de Trump parece cosa sencilla, ha recibido un freno precisamente del resto del mundo con el que se quiere sentar a renegociar.
Francia, Alemania e Italia advirtieron de forma conjunta que, si bien lamentan la decisión de Washington D.C., el documento firmado en 2015 está lejos de poder ser enmendado.
“Nosotros, los jefes de Estado y de gobierno de Francia, Italia y Alemania, tomamos nota con pesar de la decisión de Estados Unidos de abandonar el acuerdo universal contra el cambio climático. No se puede renegociar el acuerdo porque es un instrumento vital para nuestro planeta, sociedades y economía”, leen declaraciones conjuntas de los tres países y que fueron reseñadas por El País.
Poco antes, el presidente galo, Emmanuel Macron, se dirigió al mundo en aras de expresar su decepción por el anuncio que ayer hiciera Trump.
“Estados Unidos le ha dado la espalda al mundo (…) no se equivoquen, en el clima, no hay un plan B, porque no hay un planeta B”, expresó.
Asimismo, durante el mensaje Macron alertó a ingenieros, científicos, emprendedores y a “todos los ciudadanos decepcionados por la decisión de Trump” a ver en Francia una segunda patria y los invitó a trabajar en su país para identificar las “soluciones concretar para el clima y el medio ambiente”.
“Hagamos el planeta grande otra vez (Make our planet great again)”, concluyó.
Al mandatario francés también se unió la Organización de Naciones Unidas (ONU), entidad que recordó “el inmenso daño que causa el cambio climático y la enorme oportunidad que representa la acción climática”.
“Es crucial que Estados Unidos siga siendo un líder en materia ambiental. El Secretario General [António Guterres] espera colaborar con el gobierno y todos los actores estadounidenses y con el mundo entero con el objetivo de construir un futuro sostenible para las generaciones venideras”, expresó el portavoz del secretario, Stephan Dujarric.
Por la misma línea se lamentó el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, quien señaló por medio de su cuenta en Twitter que la acción de Trump es “una decisión seriamente errónea”.
“No es así como funciona. Los americanos no pueden dejar así como así el Acuerdo de París contra el #cambioclimático” – @JunckerEU ???? pic.twitter.com/Q1gj7zDwmz
— Comisión Europea (@UEmadrid) 1 de junio de 2017
“Intentamos explicárselo [el Acuerdo de París] al señor Trump de forma clara con frases cortas en alemán en Taormina. Parece que el intento no tuvo éxito”, había alertado previamente Juncker.
También tomó parte en la discusión el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, y quien fuera una pieza clave en la firma del acuerdo en 2015.
“Las naciones que sigan en el Acuerdo de París serán las que recojan los beneficios en empleos e industrias creadas. Creo que Estados Unidos debería estar en el grupo de cabeza. Pero incluso en ausencia de un liderazgo estadounidense; incluso aunque este gobierno se una a un pequeño puñado de naciones que rechaza el futuro, confío en que nuestros estados, ciudades y empresas darán un paso adelante y harán más para liderar el camino y ayudarán a proteger el único planeta que tenemos para las futuras generaciones”, sentenció Obama por medio de un comunicado.
Incluso, el malestar por la determinación de Trump llegó hasta Puerto Rico, donde el gobernador, Ricardo Rosselló Nevares, comunicó que “la salida de los Estados Unidos del tratado de París es un error” y que su administración se opone a la gestión.
“El cambio climático es un problema real y requiere de todos para dejar un planeta sostenible a la próxima generación. Cambios pequeños en el clima tienen impactos grandes en nuestro ambiente. Nuestra administración está comprometida con proteger el ambiente (…) Pese a esto, al día de hoy, no se conoce de algún cambio a la regulación federal por lo que seguiremos aplicándola junto a la regulación local para proteger el ambiente. Nuestro compromiso como administración irá dirigido a hacer nuestra parte para proteger al planeta”, expresó Rosselló Nevares en declaraciones escritas.
En síntesis, el Acuerdo de París tiene como objetivo “reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático, en el contexto del desarrollo sostenible y de los esfuerzos por erradicar la pobreza, para lo cual determina tres acciones concretas”.
En el artículo 2 del documento, se establece como prioridad mantener “el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1.5 °C con respecto a los niveles preindustriales, reconociendo que ello reduciría considerablemente los riesgos y los efectos del cambio climático”.
Asimismo, se establece como parámetro “aumentar la capacidad de adaptación a los efectos adversos del cambio climático y promover la resiliencia al clima y un desarrollo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero, de un modo que no comprometa la producción de alimentos”.
En tercer renglón, el acuerdo insta a los países miembros a “elevar las corrientes financieras a un nivel compatible con una trayectoria que conduzca a un desarrollo resiliente al clima y con bajas emisiones de gases de efecto invernadero”.
En 2016, a un año de entrar en vigor, el acuerdo reportó “un progresivo aumento de las acciones a favor del clima”.
“Esta sensación de urgencia y estas medidas no solo tienen que continuar, sino aumentar y acelerarse en 2017 y en los años y décadas venideros, porque el nivel actual de ambición sigue siendo insuficiente. En 2016, la Organización Meteorológica Mundial anunció que las temperaturas medias en todo el mundo habían aumentado 1 grado centígrado en 2015 y que las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera —el principal gas de efecto invernadero— superaron la marca significativa de 400 partes por millón durante todo el año”, sostuvo entonces Patricia Espinosa, Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
La salida de Estados Unidos del Acuerdo de París se da meses antes de que se celebre la próxima conferencia anual sobre el clima de la ONU —que se realizará en Bonn, Alemania, en noviembre de 2017— bajo la presidencia del pequeño estado insular en desarrollo de Fiji.