La gente que quiere la Universidad de Puerto Rico (UPR) tiene que movilizarse en defensa de la Junta Universitaria. Desde hace tres semanas viene fraguándose una maniobra para hacerla inoperante por parte de varias figuras de la Administración Central: Ana Falcón, secretaria ejecutiva de la Junta, y Gladys Escalona, vicepresidenta de Investigación. Ayer lograron retirarle el apoyo administrativo que necesita para reunirse y la Junta –representantes claustrales, rectores, estudiantes– tuvo que abandonar las instalaciones de la Administración Central para reunirse en Ciencias Médicas.
Debe reiterarse que ante la falta de cuórum y la virtual inoperancia de la Junta de Gobierno, así como ante la ausencia de un (a) presidente(a), le corresponde el turno de actuar a la Junta Universitaria. Ante el vacío de autoridad, la Junta Universitaria cumple así con el principio jurídico de necesidad, según la jerarquía que establece la Ley Universitaria (Ley Núm. 1 del 20 de enero de 1966, según enmendada), de velar por el bienestar de la comunidad y la salud del sistema de la UPR.
¿Por qué torpedear la única instancia representativa que hoy queda en pie de eso que conocemos como Sistema UPR?
¿Por qué servirle de esta manera tan traicionera y poco edificante a la Universidad en estos momentos?
¿Con qué autoridad actúan estas personas de la Administración Central si la Junta es un cuerpo superior a ellos?
¿A quién le conviene que la Universidad se paralice y no pueda cumplir con sus procesos de admisión, administración, diseño de presupuestos, coordinaciones académicas?
Es hora de inundar de nuevo los teléfonos de la Administración Central y llamar a estos funcionarios y recabarles que cumplan funciones en favor de la Universidad y no en contra. La comunidad universitaria de Río Piedras y Carolina, que es la base académica de Escalona y Falcón, respecivamente, debería gestionar la rectificación de estas dos colegas o sus renuncias inmediatas.
Hay que moverse en esta coyuntura crucial para la vida de la UPR. Es preciso también auxiliar el proceso de admisión de nuevos alumnos y aquellos que estaban en trámites de intercambios para que completen sus procesos exitosamente. Ese es el otro flanco que los enemigos quieren usar para debilitar nuestra institución. Hay que moverse ahora y gestionar, quizá mediante una campaña de promoción espontánea, horizontal, lo que hoy llaman “crowdsourcing”, y desplegar una campaña pro nuevos alumnos en la UPR.
Podemos. Vamos.
El autor es profesor en la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico.