La solidaridad y el trabajo en comunidad son alternativas que pudiera ayudar a Puerto Rico a enfrentar una crisis alimentaria.
Así lo puntualizó la economista y planificadora Martha G. Quiñones Domínguez, en respuesta al informe anual de la Cámara de Mercadeo, Industria y Distribución de Alimentos (MIDA), en el que se reveló que el hurto de productos de alimentos incrementó el año pasado.
“El problema es que hay que pagar la casa, hay que pagar la luz, hay que echarle gasolina al carro. Entonces, ellos van decidiendo dónde depositar el dinero. Lo que pasa es que cuando hacen esas evaluaciones, mucha gente se percata que no le sobró dinero para comprar la leche a la segunda semana después de cobrar”, explicó la profesora de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Arecibo.
Actualmente, en Puerto Rico un 46% de las personas viven bajo el nivel de pobreza, así lo constató Diálogo a través del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico.
“El robo es robo, pero el que roba por necesidad no lo juzgamos de la misma manera”, argumentó, por su parte, el sociólogo Nelson Arnaldo Vera. Según el también profesor de la UPR en Aguadilla, la acción de apropiarse ilegalmente de un objeto, más que entrar a discusión de política pública, se debate de manera moral.
Para el experto, más que pasar juicios sobre las personas que roban, se debe evaluar qué cosas se hurtan para entender la intención de la acción.
Según el estudio de MIDA, los artículos que encabezan los hurtos en Puerto Rico son las bebidas alcohólicas, el café, desodorantes, mariscos y otros, que incluyen dulces, shampoo, carnes enlatadas y medicamentos ‘over the counter‘ (OTC), así lo explicó el contable Eduardo González Green.
De acuerdo con el profesor Vera, el robo de bebidas alcohólicas podría responder a la constante propaganda de estos artículos que sugiere y busca incentivar pertenecer a una estilo de vida dentro de la sociedad.
En el caso de los productos de aseo personal y medicamentos, el sociólogo apuntó a que la necesidad y el tamaño podrían ser posibles causas para hurto. “En el caso de los productos no perecederos como las salchichas, jamón o atún, podrían ser un atractivo porque vienen enlatados, precocinados y duran más tiempo”, puntualizó.
Basado en estos hurtos, los comercios han tenido que implementar medidas de seguridad dirigidas a estos productos principalmente, indicó el profesor.
Comedores sociales como alternativa
A pesar de que los robos en supermercados locales no se limitan a comida, lo cierto es que existen distintas maneras para atajar una crisis alimentaria y que han sido probadas alrededor del mundo.
Por ejemplo, Quiñones Domínguez apuntó a los comedores sociales que se desarrollaron bajo la crisis en Argentina, como una validación de lo que estaba ocurriendo en el país.
“[Estos comedores sociales] aportaban también a las protestas y a las discusiones públicas para mejorar las condiciones. El comedor social es una de esas alternativas”, explicó la economista.
De hecho, en el Recinto de Río Piedras de la UPR (UPRRP), el movimiento estudiantil desarrolla el segundo proyecto de comedor social, luego de que se evidenciara una alta incidencia de hambre entre los estudiantes universitarios.
Según Quiñones Domínguez, la existencia de más comedores sociales alrededor de Puerto Rico será una necesidad ante la crisis que enfrenta la sociedad puertorriqueña. “Lo que pasa es que en Puerto Rico la politiquería ha criminalizado los comedores. Lo criminalizaron porque fueron los estudiantes quienes lo han desarrollado”, puntualizó la profesora.
Las expresiones de la también planificadora responden a que, durante la apertura de la UPRRP —luego de 72 días de huelga— la administración universitaria decidió eliminar el vagón que utilizaba un grupo de estudiantes para confeccionar los alimentos de los compañeros que permanecían dentro del recinto.
El Comité de Comida comenzó como una propuesta para satisfacer las necesidades alimentaria de los estudiantes en huelga, así lo explicó la estudiante de ciencias naturales Monica Ruiz Morales, integrante del comedor social conocido como el “Comi Comi”. Este comedor alimentó diariamente un aproximado de 160 estudiantes, “algunas veces se nos complicaba la cantidad, porque trabajamos con una cantidad constante y de momento llegaban 250 personas para algún pleno y no teníamos las ollas o cucharones suficientes, pero siempre logramos servir todas las comidas”, puntualizó Ruiz Morales.
Los estudiantes abastecían su alacena mediante donaciones de los estudiantes y de la misma comunidad, quienes según Ruiz, también lograron beneficiarse de el comedor.
Actualmente, luego de la remoción del vagón, Ruiz Morales apunta que “cada vez llegan más personas a las mesas de Arquitectura, la necesidad nos dio el permiso de servirle un plato de comida al estudiantado que es afectado por las medidas de austeridad”.
Sin embargo, para Quiñones Domínguez también existen otras alternativas, como el cooperativismo, que podría ayudar a enfrentar la crisis económica en Puerto Rico y, por extensión, evitar una crisis alimentaria. Además, la economista dijo a Diálogo que en otros países también se están estableciendo lugares donde la gente pueda buscar comida, como si fueran unos supermercados “baratos”, como los identifican en Estados Unidos.
“Anteriormente, en Puerto Rico lo que se hacían era un evento comunitario; se hacía una compra y alguien cocinaba. Entonces, todo el mundo aportaba en ese tipo de forma. Eso lo vamos a tener que volver a establecer”, puntualizó.
Pérdidas e incertidumbres en el sector empresarial
Además de ser un problema social, los hurtos en los supermercados representan un impacto para el sector empresarial del País. La merma de mercancía ha sido un tema de discusión desde el primer estudio que publicó MIDA en el verano del 2015. Sin embargo, el robo de mercancía por clientes y el robo institucional, ha sido cada vez mayor, así lo mostró el estudio Retrato de la Industria de Alimentos en Puerto Rico 2016 de MIDA.
De hecho, según este estudio, el costo total de la merma en los supermercados participantes fue de 2.13%. Este porcentaje supone una pérdida en la industria de $116 millones.
La merma o pérdida incluye desde la ineficiencia y negligencia en el manejo de inventario, el robo causado por los propios empleados, los clientes, proveedores y otros. Principalmente, el robo interno y el hurto en tiendas han sido muy significativo.
De acuerdo con el estudio consultado, el 60% de los supermercados participantes “no pudo determinar el costo de la merma y este es el riesgo de la incertidumbre”.
Sobre esto, la economista Quiñones Domínguez mencionó que el problema es que los supermercados y mayoristas no contratan a un personal de seguridad que intervenga con el hurto.
“Los administradores se enteran de la pérdida en el proceso anual de inventario o [auditoría]”, puntualizó la experta, en referencia a la falta de estrategias para evitar el incremento de estos robos y, por ende, los daños económicos para este sector.