En el mundo tan apresurado e impersonal en el que vivimos, es difícil despertar en los demás sensibilidad, solidaridad y compasión. Muchas personas nos enseñan a trabajar, a adaptarnos a la rutina, a vivir como los demás… pero son muy pocas las que nos enseñan realmente a sentir pasión por lo que hacemos y por defender aquello en lo que creemos.
Todavía recuerdo tu clase de español de décimo grado. Apenas me estaba acostumbrando al cambio que representaba salir de una intermedia de campo e ingresar a la “superior del pueblo”. Entre tus chistes, tu durísimo tono de voz y tu hablar pausado y fuerte cuando querías que te entendieran, pasó el año entero. Allí viví desde paveras interminables, hasta el pasme con la nena que me gustaba.
Sin embargo, lo que mejor recuerdo de tu clase era tu pasión por el español como vehículo de comunicación. Recuerdo todavía cuando nos decías que independientemente de las formalidades y detalles del idioma, cuando un sujeto emite un mensaje y otro sujeto lo recibe y lo interpreta, hay comunicación. Que si bien las comas, puntos y acentos eran importantes, lo más importante en la comunicación es que se logre esa interacción entre emisor y receptor.
Gracias te doy por la inspiración que sembraste en mí, que me hizo interesarme por el campo de la Comunicación. Esa semilla que sembraste en nosotros sé que germinó con éxito.
Hace unos días, por medio de un compañero de esa clase, vi un video en el que te arrestan en una de las manifestaciones que se llevan a cabo en Peñuelas en contra del depósito de cenizas. Sentí un apretón en el pecho, casi llegando a las ganas de llorar. Impotencia, frustración… de todo un poco. Sentía que, aún con todos los años que has dedicado a enseñar a los demás, no hay cansancio en tu labor, no hay desanimo. Sentí que tu vocación de maestro aún no termina. Hoy tu clase no se da en un salón… hoy se da en la calle; en la protesta. Hoy el curso se imparte dentro de un espacio y un tiempo diferente.
Admiro profundamente tu pasión y entrega, no de ahora, sino de mucho tiempo defendiendo aquellas causas que consideras justas. Eres tú quien lleva el mensaje de la forma más valiente que puedas haberlo hecho. Tanto tú, como los demás héroes y heroínas que se levantan a defender a mi pueblito de Peñuelas, los respeto y les deseo muchos años más, para que continúen educando con el ejemplo de tesón y perseverancia.
Espero que nosotros, los que fuimos tus alumnos y los que no, sigamos tu ejemplo. Que nos dediquemos a defender con ahínco las causas en las que creemos, el suelo en el que crecimos y el aire que respiramos.
A ti, Lucas Cruz y a todxs lxs bravxs que luchan a diario para que Peñuelas siga estando de pie…
Gracias.
Vea aquí el momento del arresto del maestro Lucas Cruz (Minuto 24:30)