El Centro de Estudiantes del Recinto de Río Piedras ha estado lleno de mesas redondas esta semana. Allí, personal del Decanato de Estudiantes, Asuntos Académicos, Estudios Graduados y Administración, formaron equipos de trabajo para conocer las circunstancias de cada uno de los alumnos que llegaba a este lugar desde la incertidumbre.
Mientras algunos mantienen en sus mentes la pregunta de cuándo reanudarán el semestre, otros solo quieren saber cómo recuperarán su cotidianidad. La incógnita es cómo. Eso. ¿Cómo retornar?
Amir Beydoun es estudiante de primer año de la Facultad de Humanidades. Está ansioso por comenzar. Es su primer año y solamente ha tomado dos días de clases. “Quiero que [las clases] empiecen ya”, dice el estudiante en voz baja, como si su voz se alejara sin moverse de lugar, como si sus deseos por continuar el semestre ocultaran algo más.
“Soy de Bayamón, pero me estoy quedando en un apartamento con mi familia porque… mi casa quedó completamente destruida y tuve que moverme de ahí”, añadió Amir.
“Me he mantenido bastante tranquilo con la situación. Entiendo que todo esto está fuera de mis manos. Y estoy… más o menos… trying to keep calm. Sé que con el tiempo todo va a estar bien”, añadió el joven, como quien domina sus palabras.
Amir dice que está “bien”. Esta es la palabra precisa para dejarle saber a quién pregunta que —luego de perder su hogar— al menos está con vida y que al igual que muchas personas en el País, está “trying to deal with the problem”.
Aunque el Recinto de Río Piedras no ha establecido una fecha para el retorno de las clases, desde la presidencia de la Universidad de Puerto Rico se puso como meta reiniciar las actividades académicas en o antes del 30 de octubre.
“¿Qué te puedo decir? A mí me gustaría que empezaran las clases, pero también tengo que estar consciente que hay estudiantes [en el Recinto] que aún no están preparados económica ni emocionalmente para comenzar”, añadió Juan, estudiante de cuarto año de la Escuela de Comunicación.
Entre las preocupaciones de Juan está su trabajo, lugar al que no ha podido regresar. “Dijeron que nos iban a llamar luego, pero no sabemos cuándo nos van a llamar”, indicó el estudiante universitario, a quien también le preocupa el problema de la transportación en la Isla.
“Normalmente me tardo 15 minutos de Guaynabo a Río Piedras, pero hoy me tardé una hora en llegar”, señaló Juan, quien antes de que ocurriera el fenómeno atmosférico, se hospedaba en la residencia de Torre Norte, hasta que tuvo que desalojarla por falta de agua potable y electricidad y regresó a Guaynabo.
“El no tener un trabajo adónde ir, aparte de no poder estudiar en la Universidad, me ha hecho sentir como en el limbo”, confesó.
Al igual que Juan, Carlos, estudiante en la Escuela de Arquitectura, también se siente perdido ante la incertidumbre en la que ha entrado el País y, por extensión, la Universidad de Puerto Rico luego del paso del huracán María el 20 de septiembre.
“Ahora mismo estoy incomunicado. Soy de Morovis y allí no hay señal, pero gracias a mi primo que me avisó, supe que estaban reuniendo a los estudiantes”, dijo el joven.
Carlos llegó al recinto riopedrense a orientarse en términos de hospedaje, clases y las ayudas que están ofreciendo. “Me habían dicho que viniera para tener más información en cuanto a mi hospedaje, ya que fue utilizado para refugiados de la Cruz Roja. Acá, entonces, me dijeron que me dirigiera hacia la persona que lo administra, para entonces saber cuál es el estatus actual”, sostuvo.
En estos momentos, Carlos se está quedando con unos familiares, luego de que los vientos del huracán María le dejaran sin hogar. “Las cosas de mi casa yo las perdí. En términos de señal, agua y luz estamos ‘en la lucha'”, sustenta Carlos, al establecer que para poder estar al tanto de lo que está ocurriendo en la universidad tiene que viajar desde Morovis a Dorado. Asimismo, ha estado “de aquí para allá” en búsqueda de un oasis, viendo que puede resolver.
A pesar de todo “e irónicamente”, a Carlos la situación actual del País le inspira. Incluso, a pesar de que para muchas personas la solución es irse de Puerto Rico, este joven prefiere mantenerse en la Isla.
“Yo que estoy comenzando mis estudios universitarios en arquitectura, puedo enfocarme en buscar soluciones alternas a la crisis desde mi campo de estudio. Desde la arquitectura yo podría pensar en una mejor eficiencia al diseñar casas y edificios. En otras palabras, la solución no es rendirse. La solución consiste en rehacerse, recomenzar y trabajar”, añadió.
La meta de Carlos, no obstante, precisa de que el País pueda contar con los cimientos necesarios para sus actividades sociales, comerciales y académicas. Los servicios de electricidad, comunicaciones y agua potable son claves para esos objetivos.
Es por eso que Bárbara Solano, estudiante en la Escuela de Comunicación del recinto riopedrense, opina que existen múltiples factores que podrían socavar las metas de la administración universitaria de querer reestablecer las clases oportunamente.
“Entiendo que dadas las condiciones que está enfrentando el País, no estamos listos para retomar las labores académicas en el recinto. Todavía hay personas que aún están batallando con sus casas porque lo perdieron todo”, sostuvo.
La casa de Bárbara no cuenta con una planta eléctrica que sirva como generador de electricidad, pero tiene una estufa de gas y una nevera pequeña que al momento funciona con el hielo que han podido conseguir.
“Como soy de Canóvanas, el hielo lo tengo que conseguir en los barauques de Río Grande”, indicó la joven universitaria al establecer que las filas en algunos establecimientos “han disminuido”, si se comparan con los primeros días después del huracán.
No obstante, a Bárbara le preocupa la situación de las becas y la realización de su práctica de periodismo. “Me da un poquito de ansiedad porque, obviamente, estaba contando con eso”, añade.
Bárbara —al igual que otros estudiantes— antes de los problemas que causó el huracán María en la Isla, también contaba con un trabajo parcial fuera del recinto. “Ahora mismo estoy sin empleo, sobreviviendo con los poquitos ahorros que tengo”, lamentó
“La verdad es que me causa ansiedad esto de estar sin clases, sin poder comenzar mi práctica. Me preocupan las metas que tenía programadas como estudiante universitaria, pero también entiendo que hay otros asuntos que merecen más atención porque son más importantes que esto”, añadió.
A pesar de las situaciones que apunta Bárbara, Anette Otero González opina que sí se deben reiniciar las clases pronto.
“Creo que ya es hora de volver a comenzar. Me hospedo en Torre Norte, pero podría viajar desde Cidra”, comentó la estudiante graduada de la Facultad de Humanidades.
“Al menos en Cidra el tema de la gasolina está bastante tranquilo y —como soy estudiante de estudios graduados— solo tendría que viajar dos días a la semana”.
Anette es otra de las estudiantes que se ha quedado sin empleo. Su contrato culminó el pasado 30 de septiembre. “Creo que, como es un trabajo de gobierno, se quedará en stand by por un tiempo, expresó la estudiante, quien además llenó la solicitud de voluntarios de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) con la esperanza de ser llamada.
“Hace varios días que no voy a mi casa. No sé si ya tenemos agua. Teníamos una planta [eléctrica], pero se dañó. Estamos resolviendo con comida enlatada, porque como en Cidra hay muchos establecimientos que aún no han abierto, para comprar comida tendríamos que viajar a Caguas o ir a Cayey”, añadió.
“En cuanto a la Universidad quisiera saber cuándo vamos a acabar o si vamos a pasar las navidades en los salones” – se cuestionó la estudiante de traducción en forma jocosa.