Miembros de la comunidad científica y profesional de la Isla reclamaron ayer al Gobierno de Puerto Rico que frene los permisos de construcción para “edificaciones en lugares vulnerables a procesos naturales con potencial destructivo”.
Por medio de un comunicado de prensa, los expertos señalaron que los efectos de esta práctica “quedaron evidenciados tras la devastación sufrida por cientos de miles de personas tras el paso de los huracanes Irma y María sobre el país” en septiembre.
“La construcción de proyectos mal concebidos y permitidos irresponsablemente en áreas sujetas a inundaciones, marejadas y deslizamientos de terrenos, según hemos advertido por años o décadas, ha tenido como desenlace y en gran medida el desastre que estamos viviendo, colocando a la inmensa parte de la población en una situación de inestabilidad económica y social extrema sin precedente en nuestra era moderna”, denunció el geomorfólogo y experto en asuntos sobre amenazas naturales, José Molinelli Freytes.
Para el también profesor en Ciencias Ambientales, la situación que actualmente vive el sistema ecológico local amerita por lo tanto que “los funcionarios de la administración gubernamental actual tienen el deber de empezar por reconocer y no repetir los errores cometidos en el pasado, si intentan encaminar la recuperación de Puerto Rico hacia una más resiliente y sostenible”.
En una dirección similar se expresó el planificador y científico ambiental Luis Jorge Rivera Herrera, quien precisó que el Gobierno debe repensar los próximos pasos en el desarrollo de una infraestructura que esté acorde a potenciales desastres ambientales.
“El gobierno debe dar indicios concretos de haber aprendido las lecciones de los huracanes Irma y María, empezando por rechazar el proyecto de la planta de incineración de Energy Answers, cuya ubicación propuesta está sujeta a la fuerza de las corrientes del Río Grande de Arecibo”, indicó.
“Sería sumamente insensato permitir entonces este proyecto industrial en un área reconocida como de vulnerabilidad extrema, máxime cuando tendría el potencial de contaminar toda esa costa con toneladas de residuos sólidos y cenizas durante una inundación mayor como la del huracán María”, subrayó el científico.
Escombros impactan las playas
Para los científicos puertorriqueños, uno de los grandes problemas que ocasiona la construcción en las costas son los escombros de estas edificaciones una vez se ven destruidas por un fenómeno atmosférico.
Este fue el caso de las playas de los sectores de Córcega, Barrero y Parcelas Estela de Rincón, reveló Ruperto Chaparro, director del Programa Sea Grant del Recinto Universitario de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
“Las playas de este municipio, que son el principal activo de su economía basada en el turismo y la recreación marina, están ahora llenas de pedazos de verjas, portones, serpentinas con navajas, varillas y columnas de cemento pertenecientes a edificios construidos y autorizados, sorprendentemente por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) y la Junta de Planificación”, denunció.
El exmiembro de la Junta de Playas de Puerto Rico añadió que ambas agencias “tienen el deber de gestionar y obligar a los dueños de estas estructuras a remover estos escombros, ya que representan un peligro a la seguridad de las personas”.
“El DRNA tiene la responsabilidad de ejecutar sin dilaciones el saneamiento del litoral costero de Puerto Rico y evitar la reconstrucción de estas estructuras tanto en Rincón como en la Parguera. Este último lugar es uno emblemático, donde numerosas personas durante décadas se han apropiado ilegalmente de la zona marítimo terrestre para construir sus casas de veraneo, destruyendo los manglares que proveen protección contra la erosión del mar mientras privan al resto de los ciudadanos del disfrute de esta franja costera,” señaló el científico.
A modo de ejemplo, Aurelio Mercado, catedrático de la UPR en Mayagüez, mencionó el colapso parcial del condominio Ocean Club en Rincón, luego de que las olas provocadas por el huracán María terminaran de socavar la base del edificio construido frente al mar.
Según el oceanógrafo, los cimientos de otros complejos de apartamentos en la costa de este municipio se encuentran en una situación similar. Sentenció que esta situación se hubiera evitado si el gobierno no hubiera autorizado la construcción de estos complejos de apartamentos en o contiguo a la playa, y por lo tanto, “en terreno sujeto al embate frecuente del mar”.
“Es importante mencionar que la erosión e inundaciones costeras son solo el principio de lo que serán muchos más casos como consecuencia del aumento acelerado del nivel del océano registrado en Puerto Rico, asociado al cambio climático”, sumó Mercado.
El experto enfatizó, además, sobre la necesidad de exigir y velar porque se mantenga libre de estructuras, una franja de separación o retiro del mar para cualquier edificación construida cerca a la costa en el futuro.
Problemática que se replica a las ciudades
Además de las costas y las playas, el grupo de científicos y profesionales boricuas añadió los permisos para la construcción en espacios urbanos inundables como otro factor que se debe corregir.
En este caso, el experto en planificación urbana Félix Aponte González explicó que haber permitido la construcción de múltiples complejos residenciales y comerciales en áreas inundables cada vez más lejanas de los centros urbanos “ha potenciado nuestra vulnerabilidad a estos eventos extremos”.
“Impermeabilizar miles de cuerdas de terreno limita significativamente la escorrentía que puede penetrar en el suelo, aumentando entonces el caudal y la velocidad con que llegan las aguas a los ríos y quebradas, propiciando inundaciones y daños. Haber fomentado el desparrame urbano tuvo como resultado, además, la extensión de la red energética hacia lugares cada vez más distantes, haciendo del sistema de distribución uno más frágil ante los vientos fuertes y costoso para mantener y manejar apropiadamente”, sostuvo.
Para Aponte González, esta situación también impactó el sistema de bombeo a cargo de servir agua potable y recogido de aguas sanitarias a cientos de miles de ciudadanos, quienes no cuentan ahora con estos dos servicios esenciales y dependientes de su electrificación.
La situación expuesta por Aponte González se complica al tomar en cuenta los riesgos a la salud que ocasiona la falta de servicios esenciales como el agua potable, abonó el experto en salud pública, Pablo Méndez Lázaro.
De acuerdo con el profesor y coordinador del proyecto sobre resiliencia urbana a eventos meteorológicos extremos del Departamento de Salud Ambiental del Recinto de Ciencias Médicas, el grado de complejidad de salud a causa de la falta de estos servicios impacta particularmente a niños, adultos mayores y personas con condiciones crónicas o inmunocomprometidas, cuya vulnerabilidad es mayor a los problemas en la salud pública.
“Los casos de gastroenteritis, conjuntivitis y leptospirosis han aumentado, igualmente la exposición de muchas comunidades a inundaciones con aguas contaminadas. Se han disparado también los lugares donde proliferan vectores y el contagio para estas y otras enfermedades ya se había hecho patente anteriormente, como ha ocurrido con el zika, el dengue y el chikunguya en años anteriores”, enumeró Méndez Lázaro.
Según el experto, el gobierno debe mostrar urgencia sobre todas estos factores a fin de tener respuestas eficaces y preventivas que ayuden a enfrentar los efectos del cambio climático.
“El cambio climático pondrá en peligro la calidad de las aguas superficiales y costeras, la seguridad e higiene de los alimentos y el control de las enfermedades infecciosas, tal y como han demostrado los dos huracanes recientes y la sequía de los años 2014 y 2015,” advirtió el profesor.
Urgen a cuidar mejor los bosques
Para el grupo de expertos, el paso de los huracanes Irma y María también puso en evidencia la función que proveen los bosques y otras áreas naturales para el sostenimiento y desarrollo de Puerto Rico.
En palabras de Elvira Cuevas, directora del Instituto para el Estudio de Ecosistemas Tropicales de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, “las reservas naturales, los refugios de vida silvestre, los bosques estatales y diversos ecosistemas, constituyen un recurso vital para el sostenimiento de nuestra sociedad”.
“Las comunidades de Punta Santiago en Humacao y aquellas en el llano costero entre Arecibo y Barceloneta, pudieron resultar más afectadas de no haber sido por la Reserva Natural de Humacao y la Reserva Natural del Caño Tiburones, respectivamente, cuyos humedales ayudaron a almacenar y con ello amortiguar, el impacto de las inundaciones en estas dos áreas”, aseguró la experta.
“Ha sido notable también c[omo los ciudadanos han podido abastecerse de agua provenientes de manantiales en la región del karso y el interior montañoso, tras haber tomado las medidas sanitarias de rigor”, apuntó.
Cuevas destacó que estos ecosistemas también se vieron protegidos gracias a la cobertura forestal de estas regiones, “evitando quedarse sin el preciado líquido tras haber fallado el sistema de distribución de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados”.