Olvidados. Así se sienten los pescadores de Cataño, cuya Villa Pesquera quedó inhabilitada por los daños que ocasionaron los huracanes Irma y María en septiembre.
“Desde que pasó Irma estamos sin luz. No tenemos cómo conservar los pescados. Los pescadores no han podido ir a pescar; el que va es porque tiene un sitio donde vender rápidamente. No tenemos forma de vender el pesca’o porque no tenemos forma de almacenarlo”, informó Ramón Santiago, presidente de la villa catañense.
La falta de energía provocó la descongelación de los refrigeradores, lo que, según Santiago, provocó que ahora se encuentren llenos de agua.
“Ahora mismo tenemos una máquina de hielo pero no hay luz. Carecemos de una planta eléctrica, una planta eléctrica grande, fuerte, que pueda mover los freezers”, indicó Juan Cortiña, vicepresidente de la Villa.
“Si el gobierno nos ayuda y nos facilita o presta una planta que la máquina pueda generar hielo, el pescador puede salir y pueden hacerse las cosas más fáciles porque puede almacenarse el hielo par de días; pero ni eso tenemos”, denunció.
El panorama se complica ya que el huracán María destruyó el muelle de la villa pesquera que se estableció allí hace unos 60 años y que fue remodelada hace apenas 14.
Aunque las estructuras de cemento que albergan la oficina de la Villa y los espacios para los pescadores no sufrieron daño, el mar perjudicó seriamente el muelle, arrancó la brea del embarcadero, tapó gran parte de la rampa de los botes y tiró al agua el escamadero, un fregadero de aluminio grande donde le quitan las escamas a los peces.
Cuando Diálogo llegó al área ya los mismos pescadores habían limpiado bastante el lugar.
“Esto estaba to’ sucio, lleno de palos; el escamadero, eso lo arrancó. El muelle está todavía to’ roto. La rampa se tapó. Ahora pa’ echar el bote ahí es un problema”, relató Cortiña.
“Ahí amarrábamos las embarcaciones para cargar y descargar y no se puede caminar”, dijo señalando al muelle, una estructura de madera tratada y con robustos pilotes a la que faltaban varios segmentos.
“Nosotros los pescadores hemos tratado de levantar esto, pero se nos hace cuesta arriba. Nos vemos con las manos atadas porque tenemos que comprar los materiales [para la reparación] y ahora mismo no hay fondos para comprarlos. Los poquitos fondos que tenemos, hay que utilizarlos adecuadamente”, detalló Santiago.
Anotó que están tratando de reconstruir el muelle reciclando las maderas que encuentran en los escombros que dejó el huracán.
Ante los serios daños estructurales que impiden que los pescadores salgan al mar, Santiago resaltó que “muchos han tenido que botar su carná’, porque no hay sitio donde guardarla”.
“Esto también son pérdidas”, lamentó.
Precisaron que la cuantía de los daños ascendían hasta octubre a alrededor de $65,000. Calcularon los daños en el área del muelle y equipos en $45,000. Dijeron que a esto se suman unos $25,000 más por concepto de lo que había dejado de devengar desde septiembre los 25 pescadores que integran la villa. Precisó que muchos han tenido que recurrir al oficio de la construcción para poder sobrevivir.
Los administradores de la villa resintieron que a pesar de los evidentes daños que ha sufrido ese sector agrícola, ningún oficial del gobierno les ha visitado para conocer sus necesidades.
“Por aquí no ha venido nadie. Ni el alcalde ha venido ni siquiera a mirar. Este sector como que no es prioridad para nadie y aquí hay padres de familia. Nosotros tenemos alrededor de 25 pescadores comerciales que viven de esto y todos están afectados”, aseguró Cortiña.
“Ese estacionamiento”, dijo señalando al parking del lugar, “antes de Irma estaba lleno de embarcaciones, lleno” acentuó.
A la deriva
Santiago indicó que han tocado varias puertas en el Gobierno buscando ayuda, sin ningún resultado.
“No hay comunicación. Yo he tratado de llamar a varios sitios, para tener alguien que nos oriente”, expresó con frustración.
Señaló que se han comunicado con los departamentos de Agricultura y Recursos Naturales. En una de esas gestiones se les invitó a asistir a una reunión a Caguas.
“Cuando fuimos a Caguas, todo era para los agricultores que tenían fincas y entonces todo lo que hablaban era de las cosechas, de las cosechas y no hablaron nada de pesca. Esperamos un tiempito y nos fuimos”, relató frustrado.
“Nosotros dos éramos los únicos pescadores allí de como alrededor de 400 personas”, recordó el presidente de la Villa de Pesquera de Cataño.
Cortiña explicó que existen dos tipos de pescadores: los comerciales y los recreativos. Los comerciales, están ubicados bajo el Departamento de Agricultura para recibir incentivos y ayudas.
Sin embargo, en estos momentos, según él, no existe una dependencia que atienda específicamente las necesidades de ese sector. “Estamos todos ahí incluidos junto con el de los plátanos y los pollos”, lamentó.
Responde Agricultura
El secretario del Departamento de Agricultura (DA), Carlos Flores Ortega confirmó a Diálogo que muchos pescadores perdieron embarcaciones y estructuras tras el huracán.
“He tenido la oportunidad de visitar la mayoría de las Villas Pesqueras y la devastación y pérdidas es muy grande”, aseguró.
“Todo dependerá de las asignaciones de fondos que podamos recibir y lo que podamos obtener de los seguros”, advirtió al preguntársele sobre la recuperación de esa industria.
Indicó que estas pérdidas están contempladas dentro del estimado general de daños de infraestructura agrícola que oscila en unos $1.8 millones.
Igualmente informó que el Programa Pesquero, a cargo del agrónomo Carlos Rodríguez, está haciendo un inventario de las instalaciones y sus necesidades para incluirlo en las peticiones de asistencia de desastres al Departamento de Agricultura federal (USDA, por sus siglas en inglés) y a la Legislatura de Puerto Rico.
En cuanto a las ayudas que pudieran tener los pescadores y las villas pesqueras del País, Flores Ortega reconoció “que son muy pocas”. Señaló que por el momento, los pescadores solo pueden solicitar al Programa de Asistencia para Desempleados por Desastres (DUA, por sus siglas en inglés) de FEMA para que “mantengan su sustento en lo que se restablece la industria”.
Aclaró que las ayudas al sector pesquero se dividen en dos, la que solicita individualmente cada pescador que tenga licencia de pesca, que debe gestionarse en la Región Agrícola correspondiente a su zona y la que se solicita como organización de pescadores, que se tramitan a través del programa de Fomento de la Industria Pesquera (FIP) del DA en San Juan.
En la Región Agrícola pueden recibir incentivos para compra de artes de pesca y motores de botes. En el Programa de FIP, se solicita reparación y mantenimiento de las villas pesqueras. Para estas mejoras se solicitan fondos de Resoluciones Conjuntas de la Legislatura quienes asignan el presupuesto para su ejecución.
A pesar del presente panorama, el funcionario confía en que los pescadores se recuperarán. “Una vez esto mejore las asociaciones de pescadores podrán volver a la normalidad”, declaró.
Falta organización
Los pescadores también enfrentan otro obstáculo al momento de hacerse escuchar: la falta de representación.
Cortiña atribuyó esta situación a que, a diferencia de otros sectores agrícolas, los pescadores no están organizados.
“Yo creo que es porque no está organizado como otros sectores, como el del pollo, los plátanos, la leche que están bien organizados. Ellos pueden cabildear y jalar para su lado, pero nosotros los pescadores como estamos un poco desorganizados en ese sentido pues no tenemos ese pushing para pedir ayuda”, comentó.
“A nivel Isla no hay organización, lo que hay son villitas regadas por ahí y esa fuerza no la tenemos”, subrayó.
Según el último censo de pescadores realizado por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales en 2008, en Puerto Rico hay unos 868 pescadores dispersos en 92 centros pesqueros a lo largo de las costas boricuas.
Cortiña comentó que cuando llegan este tipo de desastres los que suelen beneficiarse son los que pueden cabildear porque están organizados. “Al pescador como que lo dejan a un lado y se olvidan de ellos”, comentó.
“Por eso es que tú miras a las noticias y es muy poco lo que se habla de los pescadores, se habla mucho de la agricultura, pero muy poco de los pescadores”, añadió.
El vicepresidente de la villa pesquera de Cataño dijo que fueron en febrero de este año a conocer el secretario de Agricultura que entró en funciones este año, Carlos Flores Otero, así como al nuevo personal de la agencia y la encontró desolada.
“Aquello está vacío allí, no hay empleados, ahora mismo. Actualmente, no hay una persona que esté de director o al frente del proyecto de pesca que antes existía. Estamos, como quien dice, a la deriva. Tienen un agrónomo que corre todas las bases y él admitió que no conoce mucho de pesca”, denunció.
¿Sin pescado para cuaresma?
Santiago y Cortiña temen que la situación que afrentan en este momento debido a los huracanes Irma y María afecte la temporada de pesca más fructífera: la cuaresma, que es cuando la población suele consumir más pescado.
“Si el gobierno no ayuda adecuadamente al sector de la pesca, ahora, para que se reponga va a afectarse la cuaresma del año que viene, porque no se le está dando la ayuda necesaria para que las villas (pesqueras) puedan levantarse”, sentenció Cortiña. El pescador teme que las villas permanezcan inhabilitadas hasta entonces.
Anotó que otra cosa que les perjudica es que cuando un temporal azota a la Isla durante esta época la situación se complica aún más para los pescadores, pues la devastación que ocasiona coincide con los meses de noviembre y diciembre “que es la época más mala para la venta de pesca’o”, de acuerdo con él.
Explicó que durante ese periodo la dieta de los puertorriqueños cambia, pues vienen las festividades de Acción de Gracias y Navidad en las que los consumidores optan por consumir pavo y cerdo.
Apasionados de la pesca
Para ambos pescadores la pesca es su motor, su bugía, lo que les impulsa a levantarse cada día.
“Yo me crié en ese residencial de ahí, Rosendo Matienzo Cintrón. Cuando yo aprendí a cruzar la calle, donde primero caí fue aquí. Los pescadores de aquel entonces, que ya casi todos se murieron, me enseñaron a hacer redes y trasmayo. Yo hago nasas, palancre, de todo. Yo aprendí el oficio desde muchacho”, expresó con orgullo.
“Me fui a estudiar, estudié biología y trabajé un tiempo en la empresa privada y hace unos añitos atrás volví otra vez para la pesca…Es mi pasión”, añadió con un amplia sonrisa.
También lo es para Santiago. “Yo estuve en el ejército tres años, luego trabajé 36 en el hospital de veteranos y me retiré, pero mi pasión siempre fue la pesca”, afirmó.
“Para mí es como llenarme de vida otra vez. La pesca es una pasión para el que es pescador de verdad, no es como una cosa que uno tiene de hobby. Esto es una pasión. Es una forma de ganarse un dinero de forma honrada”, recalcó.
En esta historia también colaboró José Karlo Pagán. Lea además: Naufraga la pesca boricua luego del huracán.