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12 de junio de 2009
Por Karina C. Calzada -Especial para Diálogo Digital-
Si eres estudiante universitario de seguro tuviste que haber escuchado alguna vez de Ade. Ade es una de las chicas más populares en toda la Universidad, especialmente en la facultad de Naturales, “Arquitortura” y Derecho, pero realmente esta chica se cuela en cualquier lado. Aunque algunos piensen que Ade es popular solo con los chicos, se equivocan, porque Ade tiene como locas a las nenas también. Me pregunto, así como quien no quiere la cosa, ¿qué rayos será lo que tiene Ade? Ade, mejor conocida como Adderall, es un estimulante recetado a base de anfetaminas que ha logrado esparcirse como la pólvora por todas las universidades. Esta pastilla, la cual sirve para tratar los problemas de jóvenes y adultos con Déficit de Atención y otros trastornos como la narcolepsia, ha logrado posicionarse en el botiquín de los estudiantes como cualquier otra pastilla contra el dolor de cabeza. La “pastillita milagrosa”, como le dicen algunos, ayuda a que las personas incapaces de concentrarse por un periodo largo de tiempo lo logren a fuerza del estímulo en su dopamina (hormona relacionada con los procesos cognitivos, entre otros). Sin embargo, el problema reside en el momento en que una persona que no padezca de ningún tipo de déficit de atención o problemas relacionados, decida utilizar la pastilla para maximizar sus esfuerzos de aprendizaje. Por su parte, el doctor en psiquiatría, Luis Raúl Colón, opina que esta modalidad es compleja y abarca muchos elementos, pero entiende que se debe en gran medida a la cantidad de material que se le asigna a los jóvenes universitarios hoy en día, ya que en su mayoría, supera el tiempo que se tiene disponible.
“Todo esto tiene que ver con la tecnología, con la tecnología todo se acelera. El sistema tiene más información, hay más línea de acceso a todo tipo de conocimeinto y esto muchas veces conlleva a que se sobrecarguen las capacidades normales del ser humano”, afirmó. Además, el Dr. Colón señaló la facilidad de acceso que existe hoy en día a todo tipo de estimulantes y drogas en general, que bien pueden llegar a manos de cualquiera. Uno de mis ejemplos más cercanos, reside en uno de mis conocidos. Carlos, nombre que he decidido otorgarle para proteger su identidad, consigue estas pastillas dentro de la Universidad a diversos precios. “Hay quienes te quieren cobrar hasta $5 por solo 10 miligramos, pero yo tengo un panita que me consigue 30 (miligramos) por 3 pesos que es bastante raro conseguir por ahí”, aseguró Carlos. Al preguntarle a mi amigo por qué utlizaba esta pastilla, entre risas contestó: “Es imposible pasar la clase de Genética sin un poquito de ayuda”. Sin embargo, no estoy segura de la parte del “poquito”, ya que Carlos confesó haber llegado a ingerir hasta 80 miligramos en tan solo un día. El Dr. Colón afirma, que aunque esta pastilla ayuda a que la persona logre concentrase, no mejora el rendimiento. Por lo tanto, la persona estará despierta por más tiempo prolongando su estudio y retendrá una información superficial o “botella”, lista para vaciar en el papel al momento del examen. El uso extremo de esta pastilla puede crear una adicción psicológica que desemboca en euforia, pérdida del sueño, pérdida del apetito, bajones en su estado anímico, entre otras. Aunque parezca sorprendente, he escuchado a Carlos preguntarse a sí mismo cúando fue la última vez que comió, teniendo contestaciones de “creo que llevo como 24 horas (sin comer)” que realmente han logrado escandalizarme.