Como ciudadano y sujeto consciente, me urge denunciar la cruda exposición de brutalidad policiaca exhibida el viernes en la madrugada. En primer lugar, el despliegue de tres cuartas partes de la comandancia municipal de San Juan para intervenir con alguien en estado de embriaguez pone de manifiesto la ineptitud de la Uniformada y, sobre todo, la clara provocación que emanaba de su intervención. Por otro lado, la movilización de una veintena de patrullas, agentes de operaciones tácticas y un sinnúmero de policías estatales para apaciguar esa “arriesgada” operación, denota las actitudes y las intenciones que la Policía tenía desde un principio. Lanzando gases, rompiendo cámaras, persiguiendo a jóvenes fue que este contingente de uniformados, sin identificación, irrumpió en la avenida. No obstante, hubo muchos que ni con eso se conformaron y saciaron su anhelo de poder agrediendo abusiva y cobardemente a civiles. Por ejemplo, fui testigo de que un joven que trató de colocarse entre medio de un guardia y una chica que intentaba salir del perímetro, fue agredido en el rostro con una macana. En el piso, después de ser esposado, lo pisotearon y patearon entre cuatro guardias. No conformándose con eso, chocaban su cabeza contra una pared. Ese joven, que no pesaba más de 120 libras, además de ser víctima del abuso policiaco, fue uno de los varios detenidos a raíz de los incidentes. Brutalmente golpeado, el estudiante fue el único acusado de incitar un motín. Irónicamente, su intervención ocurrió casi una hora después de la llegada de la Policía, cuando trataba de regresar con su amiga a la casa. Los otros detenidos terminaron siendo aquellos que fueron agredidos hasta no poder ser ignorados. Aquellos que fueron detenidos por “sustancias controladas” para luego ser acusados de obstrucción a la (in)justicia son la mediocre apología de las acciones de la Policía.
Mas, ¿dónde están aquellos cinco “héroes” del orden con sus cabezas rajadas? Comparan las heridas de alguno de ellos con alguna de las tantas heridas recibidas en el rostro y la cabeza , por el joven José Flores, acusado de motín? ¿Dónde están las patrullas diezmadas? Algo que sí sabemos, en fin, es de aquellas brutales e innecesarias heridas de muchos jóvenes que sólo confraternizaban en su espacio. Cómo todo un buen instigador de motines, la Policía de Puerto Rico lanzó la piedra y ahora, trata de esconder la mano. El motín lo comenzó, lo siguió y lo terminó la Uniformada.