¿Cuáles son las contribuciones de los migrantes al comercio, a los negocios, a la economía de sus países de destino y de origen? Este es un tema que generalmente está desatendido en el debate internacional sobre este asunto habitualmente más vinculado a cuestiones como la incidencia de los extranjeros en el delito o en el desempleo.
Con el objetivo de romper con esa lógica expertos internacionales se reunieron recientemente en Buenos Aires en el primer Foro sobre Migración, Comercio y Economía Global. No casualmente, sino para resaltar los vínculos entre ambos temas, la jornada se realizó un día después de finalizar en la capital argentina la XI Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
“La migración está tratada hoy en el mundo casi como una cuestión policial. Sostenemos la necesidad de encarar el tema de otro manera, analizando la perspectiva económica favorable, especialmente sobre el comercio internacional”, dijo Aníbal Jozami, presidente de la Fundación Foro del Sur.
Esa organización no gubernamental argentina, promotora de la diversidad, organizó la actividad junto al Centro Internacional para el Comercio y el Desarrollo Sostenible, con sede en Ginebra, y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Los migrantes son hoy unas 244 millones de personas, algo así como tres por ciento de la población mundial, según números que brindó el uruguayo Diego Beltrand, director regional para América del Sur de la OIM.
En los últimos 50 años, se estima que la cantidad de migrantes creció en un 300 por ciento. Durante la jornada se presentaron distintas evidencias de su contribución económica, un terreno que habitualmente se soslaya.
Ese desconocimiento de la realidad del impacto positivo de las migraciones es la razón por la cual, dijo Beltrand, “en el mundo se ha reconocido ampliamente el libre comercio, pero raramente la libre movilidad de las personas”.
Según un estudio presentado por la OIM durante el foro, los migrantes aportan cerca de diez por ciento del producto bruto interno (PIB) mundial y son de especial auxilio para sus países de origen en los momentos de crisis económica a través de las remesas, que superan 15 por ciento del PIB nacional en países como El Salvador y Honduras.
La OIM estima, además, que la producción de los migrantes genera en los países de destino seis billones (millones de millones) de dólares a nivel mundial. Mientras, las remesas que envían a sus países de origen alcanzan los 15 millones de dólares anuales, según precisó Resedijo Onyekachi Wambú, de la Fundación Africana para el Desarrollo.
Otro prejuicio desmontado fue el de que la mayoría de los inmigrantes aspiran a trabajos muy elementales. El italiano Stefano Breschi, profesor de la Universidad Bocconi, de Milán, reveló que en las últimas dos décadas la migración de alta calificación creció en 130 por ciento contra apenas 40 de los poco calificados.
¿Por qué entonces los políticos de todos los países de destino del mundo intentan ganar votos con la promesa de poner más restricciones al ingreso de extranjeros, contra toda evidencia empírica?
Para Marina Manke, jefa de la División de Movilidad Laboral y Desarrollo Humanos de la OIM, “la migración es un fenómeno social y económico complejo, de manera que tenemos que ser muy sofisticados cuando hablamos del tema. Es muy difícil explicar a la gente que los inmigrantes tal vez hoy son desempleados, pero en el futuro aportarán de manera positiva a la sociedad su capacidad y sus conocimientos”.
Manke es una rusa que se casó con un alemán y emigró a Alemania, a la que visita cada fin de semana ya que trabaja en la ciudad suiza de Ginebra.
“Mi familia en Alemania ve grandes cantidades de inmigrantes en Berlín y les preocupa. Sucede que tenemos que ser muy pacientes. Tal vez de manera inmediata tienen un efecto negativo, pero en períodos largos la migración es un fenómeno ampliamente positivo”, explicó a IPS.
La jornada se realizó en el antiguo Hotel de los Inmigrantes de Buenos Aires, un edificio cercano al puerto hoy convertido en museo, donde a fines del Siglo 19 y principios del 20 el Estado argentino daba alojamiento gratuito durante los primeros días a familias recién llegadas tras largas travesías por mar.
Argentina es un país cuyos fundadores se fijaron el objetivo de atraer inmigrantes. Su Constitución Nacional, redactada en 1853, promete igualdad de oportunidades “para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”.
Así, entre 1881 y 1914 llegaron más de cuatro millones de extranjeros, que ya en 1895 representaban más de la cuarta parte de la población, según se lee en las paredes del museo. La mayoría de esos inmigrantes eran de Italia, España y otros países europeos.
Hoy las cosas cambiaron y Europa es el destino que es buscado por millones de inmigrantes y trata de cerrar sus fronteras.
“El mayor problema en Europa es que los datos no están reflejados en el discurso público. Si uno busca la información nos encontramos con un cuadro generalmente neutral o positivo acerca del rol que juega la migración en el mercado de trabajo y la economía”, explicó Martin Kahanec, profesor de Políticas Públicas de la Universidad Centro Europea, en Budapest.
“En el debate que precedió al Brexit en Gran Bretaña, por ejemplo, escuchamos narrativas que no estaban fundamentados con datos: los inmigrantes se quedan con nuestro trabajo o abusan de nuestro estado de bienestar”, dijo a IPS este especialista eslovaco.
“Aunque se usen argumentos económicos, lo que realmente guía los debates es el miedo”, concluyó.
Europa es el principal destino de los migrantes de África, el continente que más población exporta. Cada año, entre 15 y 20 millones de jóvenes africanos se incorporan al mercado laboral y una alta proporción no encuentra empleo, por lo que se ve impelido a dejar su país, según las cifras aportadas durante el foro, iniciando travesías donde la muerte puede impedirles alcanzar su objetivo.
América del Sur, en cambio, recibió elogios por sus políticas migratorias recientes.
A partir de 2009 se buscó fortalecer el proceso de integración regional con acuerdos de libre circulación. Esto permitió el otorgamiento de más de dos millones y medio de permisos de residencia a ciudadanos de otros países del continente, según datos de la Oficina Regional de la OIM para América del Sur, con sede en Buenos Aires.
En el caso de Argentina, el director Nacional de Migraciones, Horacio García, precisó que desde 2012 se han otorgado más de 1,350,000 permisos de residencia.
García, de todas maneras, advirtió que se necesita que el Estado se involucre en la integración al mercado laboral de los inmigrantes, tema del que hoy se desentiende.
“Es necesario identificar aquellas regiones del país donde hay posibilidades de trabajo, de manera que contribuyan al desarrollo, sus capacidades sean aprovechadas y se descompriman las áreas urbanas”, dijo.
Como otros países de la región, Argentina recibió masivamente en tiempos recientes inmigrantes de Venezuela, que huyen de la crisis económica, política y social de ese país.
El sociólogo argentino y especialista en Migraciones Lelio Mármora estimó ante IPS que tan solo en el último año y medio se radicaron unos 40,000 venezolanos en este país del Cono Sur.
Sin embargo, la apertura para los inmigrantes no es lo común en el mundo. Mármora fue uno de los que más enfáticamente condenó la “diferencia entre la libertad que existe para el movimiento de bienes y de personas”.
“Todo el mundo aplaudió la caída del Muro de Berlín y hoy tenemos cerca de 20,000 kilómetros de muros y vallas que impiden que la gente pase de un lado a otro”, criticó.