En los primeros cinco minutos de Residente, René “Residente” Pérez Joglar nos dice que por su ADHD [Attention Deficit Disorder Association] si una persona no le dice algo interesante en los primeros tres minutos de conversación, él no le prestará atención. Me pregunto si Pérez Joglar aguanta su propio documental.
Residente, que estrenó en Netflix este mes, resulta una combinación ecléctica entre la búsqueda de identidad a través de varias culturas y un ejercicio de narcisismo en el cual Pérez Joglar presenta los conflictos de zonas empobrecidas y la tristeza de muchos, que forma parte del proceso de composición de su último disco.
En Residente, Pérez Joglar nos explica que se hizo una prueba de ADN para conocer sus orígenes genéticos, y que para su álbum –que estrenó el año pasado–, desea incluir música de todas estas regiones, con el propósito de tener un disco tan diverso como su composición genética. Su expedición lo lleva a varios países: Kirguistán, Georgia, Rusia, Armenia, Ghana y Burkina Faso.
El documental no presenta, claramente, cuáles países son parte de su genética. En muchos casos, el cantante explícitamente dice que tiene un porcentaje de un país en específico, pero después vemos que va a Londres y Barcelona y no menciona nada de la genética. Por momentos, parece que el artista se enfoca meramente en el proceso musical y olvida su proyecto genético. Esto se debe a malos cortes. En general se puede decir que el filme es confuso gracias a la edición.
Este es uno de los mayores problemas del documental. El aclamado rapero quiso hacer demasiado: explorar países, presentar el sufrimiento de las personas y desarrollar un proyecto artístico que incorpore la música típica de estos países. Es demasiado para un documental y no se siente balanceado. Los cineastas solo usan las situaciones dolorosas –como los genocidios y las guerras de estos países– para mostrar cómo eso ayuda en el proceso de creación e inspiración musical.
Por ejemplo, hay una escena en la que un niño narra que su padre salió con un arma a defender su aldea y no ha vuelto. El niño no puede contener las lágrimas y vemos que Pérez Joglar intenta calmar al niño. ¿Qué exactamente tiene que ver esto con la grabación del álbum? El niño no era músico y el álbum sería lo mismo sin incluirlo.
En el filme las personas comparten sus historias por cinco minutos, luego el cantante nos dice cómo estas situaciones les afectan y utiliza músicos marginados de zonas empobrecidas para su nuevo álbum.
El filme presenta varios problemas políticos que merecen ser expuestos y analizados con más profundidad. Los conflictos políticos también se reducen a meras interpretaciones huecas como: “el conflicto entre estas dos regiones [Pankisi y Osetia del Sur] es porque ellas no se escuchan”.
En un momento dado, pensé que el cantante podría ser tan arrogante como para ir a tratar de lograr la paz entre estos dos países. Estos eventos merecen ser trabajados con más delicadeza y mucho más conocimiento del que Pérez Joglar nos puede proveer.
Las narraciones del artista también dejan mucho que desear. El documental, por medio de las escenas, logra mostrar la naturaleza de estos países, pero tenemos los voiceovers de Pérez Joglar soltando gotitas del saber tan sabias como “la inspiración es como los venados, siempre tienes que estar preparado”. Por un instante, sentí que prefería escuchar Atrevete te te o La jirafa que tener que escuchar a Pérez Joglar por más de noventa minutos.
Por el lado positivo, Pérez Joglar regresa a Puerto Rico para grabar una canción sobre las cosas que nos unen como puertorriqueños. En esta parte también discute la historia colonial de la Isla. Mucha de la información presentada no es nueva para los puertorriqueños que estamos conscientes sobre la situación colonial, pero las entrevistas e historias son interesantes y funcionan para informar a quienes no son puertorriqueños, o sencillamente no están conscientes de lo que ha vivido el País. Al hablar de Puerto Rico, Pérez Joglar suena mucho más elocuente y sé que en varios fragmentos dejará a algunos pensando.
Pero la mejor parte del documental son las fantásticas canciones que el artista graba. Los momentos en los cuales el artista está trabajando con las sílabas de la letra, las notas musicales y los músicos de otros países son fascinantes. Por lo menos, el documental nos muestra cómo uno de los cantantes más populares de Puerto Rico se inspira y graba sus canciones.
Realmente, Pérez Joglar es, sin duda, uno de los artistas puertorriqueños más importantes de nuestros tiempos. Su evolución musical como artista, así como sus rimas y su integración de varios tipos de música en su trabajo más reciente son evidencia de todo lo que este hombre puede ofrecer. Musicalmente, es un hombre muy diestro, muy creativo y muy inteligente.
Dicho esto, no pienso que es un artista perfecto o infalible y mi interés tiene un límite. Aunque no soy un hater, y disfrutaría de verlo cantar gratis en la Avenida Universidad nuevamente, creo que el documental es solo para fanáticos y me negaría a ver Residente una vez más. Honestamente, tuve que esforzarme para terminarlo porque no captó mi interés en los primeros tres minutos.