A pesar de que las placas solares resistieron las ráfagas del huracán María en su techo, Madeline Batista no podía prender bombillas, ni la nevera, ni los enseres que necesitan electricidad. El sistema fotovoltaico instalado en su casa en Naguabo por la empresa Sunnova dejó de funcionar. Estaba conectado a la misma red de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) destruída por los vientos huracanados.
En las montañas de Adjuntas, mientras tanto, la organización comunitaria Casa Pueblo seguía prendida. Vecinos buscaron auxilio en las instalaciones de esa entidad, la única que tenía electricidad en el casco urbano durante la emergencia. Sus placas fotovoltaicas estaban acompañadas de baterías que permiten operar en todo momento con independencia de la AEE y a la vez usar la energía durante la noche. El lugar se convirtió en oasis energético autónomo. Lugareños llegaban a cargar teléfonos, se daban terapias respiratorias con máquinas que requieren electricidad y, sobre todo, se organizaban para ayudarse mutuamente tras la peor catástrofe natural que ha vivido el país en su historia contemporánea. Autogestión comunitaria en su máxima expresión.
Sin embargo, la mayoría de los más de 10,362 sistemas renovables que han instalado los puertorriqueños terminaron como un adorno en los techos, como el caso de Batista, encontró una investigación del Centro de Periodismo Investigativo (CPI). La naguabeña pertenece al grupo de clientes que hicieron contratos de compra de energía con la corporación Sunnova, cuyas placas fotovoltaicas y servicios no cumplen con la promesa de ahorro en la factura. Aunque no es la única que instala estos equipos en Puerto Rico, la empresa tejana es la principal proveedora de energía renovable a nivel residencial en la isla y la única certificada por la Comisión de Energía para ofrecerlos a modo de arrendamiento.
Principalmente por problemas de sobrefacturación de los sistemas que ofrece Sunnova, ya desde antes del huracán sobre 1,000 personas se habían querellado ante la Oficina Independiente del Protección al Consumidor (OIPC), una especie de defensor de los clientes ante la AEE y empresas de energía.
En el patio de Batista, en un pedacito de tierra que puede recorrer de un extremo a otro en menos de un minuto, en jardineras construidas con bloques de cemento a ambos lados del tendedero de ropa, Batista cultiva yautía, moringa, mangó, cebollines, papaya, col rizada, además de criar gallinas y gansos, para contar con cierta autosuficiencia y seguridad alimentaria. Del mismo modo había decidido instalar los paneles solares: quería estar preparada para cuando fallara el servicio de la AEE.
Tres años antes había firmado un contrato con Sunnova para comprarle energía solar y alquilarle 16 placas fotovoltaicas, con una factura de $108 mensuales por 25 años, y un pago adicional de $3 mensuales a la AEE, una promesa de mercadeo que no se cumplió, porque siempre tiene que pagar más. Ahora sube por una escalera de aluminio hasta el techo de su casa para demostrar su descontento adicional: “Me gusta la energía solar porque es limpia y sin ruido, pero si no tienes la batería que te permita desconectarte de la red, los paneles no sirven”. Al momento de entrar en el acuerdo de compra de energía con Sunnova, nadie de esta empresa ni de la AEE le informó que las placas fotovoltaicas iban a quedar inoperantes incluso de día, mientras reciben luz solar.
Batista alega que, para resolver la necesidad de baterías, en Sunnova le ofrecieron hacer un contrato adicional para suministrarle el equipo de almacenamiento de energía, pero eso no es negocio para ella, pues implica gastar aún más dinero.
El gobernador Ricardo Rosselló emitió una orden ejecutiva casi un mes después del huracán para acelerar el proceso de conexión de los equipos solares residenciales a la red eléctrica de la AEE, ante alegaciones de burocracia en la corporación pública para conectarlos. Pero esa medida no atiende los obstáculos de clientes como Batista, que está atada a un contrato con Sunnova que no puede romper.
Los productos solares sin baterías nunca se establecieron en el mercado puertorriqueño para resistir el huracán, sino para alegadamente tener ahorros en la factura, explicó Máximo Torres, ingeniero y fundador de la empresa puertorriqueña Maximo Solar Industries.
“Ese modelo es para Estados Unidos, pero en Puerto Rico hay apagones y huracanes”, añadió Torres. Su empresa suplía placas fotovoltaicas financiadas por Sunnova hasta 2017, pero ya no tiene relación con esta. Por el contrario, ahora se dedica a instalar equipos con batería, como los de Casa Pueblo.
No era una novedad para la AEE ni para Sunnova ni para Maximo Solar que la mayoría de los equipos iban a quedar inoperantes en un contexto de huracanes más fuertes e intensos. Aún siendo un ciclón de categoría 2, el huracán Sandy dejó en 2012 a cientos de residencias sin su capacidad de usar energía solar en los estados de Nueva York y Nueva Jersey.
Esa fue una experiencia de aprendizaje para la industria: cuando la transmisión y la distribución de energía se llevan a cabo por medio de una infraestructura centralizada, el sistema es más vulnerable a los huracanes, como demostró María cuando cayó la red eléctrica porque las plantas generadoras estaban conectadas a una sola matriz de la AEE.
Ante la realidad de que la mayor parte de la energía se produce en el sur de Puerto Rico y se consume principalmente en el área metropolitana luego de ser transportada a través de las montañas por medio de cables que destruyeron los vientos, la alternativa es hacer generación distribuida en microrredes, o sea, producir la energía en muchos sectores cerca de diferentes centros de consumo, explicó el ingeniero Lionel Orama, coordinador del lnstituto Nacional de Energía y Sostenibilidad Isleña (INESI), un grupo de académicos de la Universidad de Puerto Rico (UPR) que investiga para resolver problemas energéticos del país.
“María nos dio en la cara y nos hizo saber que tenemos que cambiar la manera de ver el sistema fotovoltaico, ya no como una manera de pagar menos dinero a la AEE, sino que dé seguridad ante los huracanes”, añadió Orama.
Prende la independencia energética en la montaña
Alexis Massol, uno de los fundadores de Casa Pueblo, condujo el 26 de diciembre hasta el barrio Saltillo de Adjuntas, cruzó un puente levantado sobre una quebrada, recorrió un camino enlodado y llegó hasta lo que parecía una casita de cemento. Allí se levanta la antena de transmisión de la emisora radial de esta entidad comunitaria. A diferencia de la sede de la organización en el casco urbano, esta otra estructura tuvo que operar con una planta eléctrica tras el paso del huracán.
En el techo y sobre un rancho que construyeron en la parte posterior, se encuentran 42 paneles solares que Radio Casa Pueblo acaba de instalar. Adentro hay un banco de baterías que, en caso de mal tiempo que no permita a los paneles recibir suficiente luz solar, darán una autonomía energética por hasta tres días consecutivos.
Efraim Ayala, técnico de la empresa Maximo Solar, bajó una palanca desde donde indica “AEE” hasta colocarla “off the grid” o fuera de la red. “Ahora están desconectados de la Autoridad”, le informó a Massol. Y así fue cómo Radio Casa Pueblo inauguró la primera torre de transmisión radial de Puerto Rico energizada totalmente por una fuente renovable e independiente de la AEE.
“Ya no tenemos que pagarle dinero a la Autoridad. Vamos a tener ahorros”, celebró Massol, reconocido internacionalmente con el Premio Ambiental Goldman (considerado el Nobel verde). “Me siento feliz. La energía que producimos no tiene que afectar el ambiente porque es limpia. Queremos estar preparados para el cambio climático”, sumó.
Casa Pueblo, con casi 40 años de autogestión comunitaria y de activismo en favor de causas ambientales, es una de las pocas organizaciones que puede cantar victoria. El huracán María puso al descubierto que, de la totalidad de los proyectos solares residenciales, comerciales e industriales conectados a la AEE (incluidos los de empresas que no son Sunnova) solo la minoría son capaces de operar de forma independiente tras un fallo de la red eléctrica. Los equipos forman parte del llamado sistema de medición neta, en el que las empresas le venden a la corporación pública parte de la energía que producen con sus sistemas renovables.
“Son como un 10% de todos los conectados al sistema de medición neta los que aproximadamente tienen baterías”, dijo al CPI Francisco Rullán, director ejecutivo de la Oficina Estatal de Política Pública Energética (OEPPE). “Ahora, con el embate del huracán, te diría que la mayoría las quiere instalar”. María provocó un gran cambio en la industria renovable del país: el movimiento hacia la instalación de baterías.
Para Efraín O’Neill, investigador de sistemas de energía en el Recinto Universitario de Mayagüez de la UPR, hablar de seguridad e independencia energética también significa que las empresas locales sean las que se encarguen de gestionar el sistema renovable.
La empresa tejana Sunnova controla el 62% de todo el negocio del sistema de medición neta a nivel residencial en Puerto Rico, según la investigación del CPI.
El sistema de medición neta cuenta con 10,362 abonados, aseguró la AEE al CPI. Además de los 6,000 clientes de Sunnova que ya están conectados a la red, esta tiene casi 4,000 esperando a que la AEE los enchufe al sistema de medición neta, lo que causaría que la empresa tejana tenga el control del 97% del negocio en Puerto Rico.
“Pasamos de una dependencia de fósiles a una dependencia de renovables para una compañía que no es de aquí. Seguimos sacando los chavos fuera del país”, alegó O’Neill sobre el dominio de Sunnova del mercado de renovables.
“Esto me preocupa. Tienes otra AEE básicamente. Esto es un problema”, señaló el director de la OIPC, José Pérez, en cuanto al desarrollo de un posible monopolio. “La empresa tiene entonces más responsabilidad en cuanto a la orientación que debe ofrecer a los clientes. Tenemos que evitar que estas compañías se conviertan en lo que era la AEE, por sobrefacturación, mal servicio e ineficiencia”, dijo.
El carro se convierte en una planta eléctrica
En Naguabo, en la marquesina de la casa de Madeline Batista, hay un carro con el bonete levantado. Ella tuvo que conectar un inversor de 1,500 vatios a la batería del vehículo, y enchufar una extensión para llevar energía a los enseres de refrigeración y el abanico. Pero necesitaba echar cada vez más gasolina para mantener el carro prendido y proteger la batería.
“En Sunnova me dijeron que mientras tanto, para resolver el problema, comprara una planta eléctrica”, añadió. “Y yo no soporto las plantas. No puedo dormir con el ruido”.
Tener planta eléctrica o servirse del carro invalidan por completo su objetivo de energía más limpia. La gasolina es derivada del petróleo que, junto con el carbón y el gas natural, son combustibles fósiles que causan el calentamiento global.
“Este movimiento de ciudadanos que están por la energía renovable, por energía más limpia, no merece eso después de que hacen una inversión tan grande”, sostuvo Pérez, el director de la OIPC.
Sunnova, sin embargo, culpa a la AEE por la interrupción del servicio de sus clientes.
“La gente se quedó sin energía porque basado en la reglamentación de la Autoridad, los paneles solares no pueden funcionar si el grid de la AEE no funciona. Si se cae la red, todos los sistemas renovables se caen en un 100%”, alegó Karla Zambrana, gerente general de Sunnova en Puerto Rico, en una entrevista con el CPI.
Los equipos renovables se desconectan automáticamente cuando se interrumpe el servicio de la AEE como una medida de seguridad, para no enviar electricidad a la red de la corporación pública y poner en riesgo a los empleados que la están reparando.
El 10 de octubre, durante las reuniones que el gobernador Rosselló mantuvo con distintos sectores durante la emergencia energética, se reunió con representantes de Sunnova para buscar una solución a los problemas de esta empresa. “El objetivo fue eliminar la burocracia del proceso de interconexión con la AEE, para que los clientes, una vez se restablezca el grid, comiencen a disfrutar de una manera expedita sin el proceso burocrático”, aseguró Zambrana.
Para la OIPC, los problemas con el sistema de medición neta son una responsabilidad compartida con la AEE. “Cuando comenzó el sistema de medición neta, podías estar más de un año esperando a que la Autoridad te conectara. Luego hubo legislación de 2014 y 2016 que bajó el tiempo a 70 días. Es un avance significativo, pero estamos bien atrás”, sostuvo Pérez. “Hay jurisdicciones en Estados Unidos donde lo puedes hacer hasta por internet y se tarda dos o tres días. No es justo que para querer producir energía limpia tengas que esperar tanto”, agregó.
Hoy el país solo genera un 2% de su energía con fuentes renovables procedentes principalmente de utilidades solares y eólicas contratadas bajo la administración del exgobernador Luis Fortuño, en un proceso actualmente cuestionado en los tribunales. La Ley 82 de 2010 ordena generar un 12% de toda la electricidad con recursos como el sol y el viento para el 2019.
Confusión tras el media tour de Sunnova
Al día siguiente de la reunión con Rosselló, el principal oficial ejecutivo de Sunnova, John Berger, aparecía en medios impresos en Puerto Rico hablando de que traería baterías para resolver la falta de energía entre sus clientes. Solo que cometió un error: no indicó que había un costo adicional.
A raíz de esta publicidad, una residente de Carolina con 30 placas solares de Sunnova, Lydia Rosa, creyó que las baterías se las iban a dejar gratis, porque entendía que así la empresa asumía su responsabilidad de arreglar el problema.
No fue la única. “Mucha gente llamó a mi oficina para quejarse de que necesitaba una batería”, añadió el director ejecutivo de la OIPC, hablando sobre la confusión creada tras el media tour de Sunnova.
La empresa tuvo que hacer una aclaración en los medios: el equipo de almacenamiento de energía tenían que pagarlo los clientes.
Rosa asegura que cuando se comunicó con la empresa para solucionar su problema, le ofrecieron una batería de 13.5 el kilovatio hora (KWh), a $100 dólares por mes, por 10 años. El aparato de almacenamiento de energía nunca sería de ella porque, al igual que las placas solares que están en su techo, Sunnova solo ofrece equipos por medio de arrendamiento, un modelo de negocio conocido como PPA (Power Purchase Agreement). Sunnova no permite que sus clientes compren baterías a un mejor precio con otro proveedor.
“Esto es una cogida de idiota que nos dieron a los puertorriqueños”, opinó Rosa.
¿Por qué Sunnova está ofreciendo las baterías ahora?, preguntó el CPI a la ejecutiva de Sunnova.
“El impacto de María nos hizo cambiar el modelo de negocios para dar la solución al cliente y que pueda disfrutar de energía de forma continua. Ahí fue que tomamos esta decisión de mercado”, aseguró Zambrana.
¿Pero no lo habían pensado antes del huracán?
“Sí. El huracán María lo que hizo fue acelerar el tiempo de traer el producto”, respondió. Sunnova lleva cinco años en el mercado de Puerto Rico.
El huracán también puso en evidencia las tensiones entre la AEE y una Sunnova deseosa de expandir el negocio y resolver el caos entre sus clientes. La orden ejecutiva de Rosselló no cumplió su cometido en la medida en que la AEE no agilizó el proceso de conexión de los equipos privados a la red eléctrica pública. Al primero de diciembre, el sistema de medición neta contaba con 10,362 abonados, lo mismo que antes del huracán. La lentitud de la respuesta de la AEE hizo que Sunnova alzara la voz. La dirección de la empresa envió una carta (que no hizo pública) al director ejecutivo Justo González, a la Junta de Gobierno de la AEE y al gobernador alegando inacción de la agencia y la renuencia de esta para trabajar en colaboración con Sunnova, según un comunicado de esta última.
“La AEE ha incumplido con la orden ejecutiva del gobernador, lo cual, desafortunadamente, ha creado una situación que pone en duda los esfuerzos y el compromiso de la AEE de restaurar rápidamente la energía eléctrica a sus clientes y de cumplir con sus obligaciones. Por la presente, Sunnova solicita que se establezca una fecha final y definitiva para completar este proceso”, sostuvo Berger en la comunicación.
“La falta de electricidad después de tres meses, y la renuencia de la Autoridad a trabajar con empresas como la nuestra, continúan impidiendo los esfuerzos de ayuda y recuperación en la isla, en detrimento de los residentes locales”. El director ejecutivo de la AEE no atendió varias peticiones de entrevista para hablar sobre este tema y otros aspectos de las energías renovables.
Calidad de vida ante la emergencia
Entre la vegetación de un sector que se conoce como El Hoyo, en Adjuntas, aparece una vereda de unos tres pies de ancho pavimentada con cemento, que conduce a 25 casas humildes construidas principalmente de madera. En ocho de los hogares, Casa Pueblo ha instalado equipo solares: dos paneles fotovoltaicos y una batería, con un inversor de 300 vatios, a los que conectan dos bombillas, una radio de mano y una neverita pequeña.
Una vecina guarda en la neverita dos botellas de agua, una merienda y la insulina que necesita conservar fría para suministrarla a su esposo, mientras que más adelante, en una vivienda situada sobre una loma, María Medina ahora puede encender la máquina que necesita para hacerse diálisis diario y remediar la insuficiencia renal. Ya no tendrá que darse el tratamiento manual, menos efectivo que el tratamiento mecánico. “Para mí esto ha sido una oportunidad de salir de la crisis”, explicó Medina, a quien Casa Pueblo le añadió dos placas adicionales para que funcione la máquina de diálisis. “Este fue mi regalo de Navidad”, celebró.
Para que Puerto Rico dé el salto a la sustentabilidad energética, hay que comenzar por reducir el consumo y pensar en equipos que suplan las necesidades más importantes, opinó Orama.
“Hoy día puedes montar placas solares con almacenamiento de energía que te está saliendo en 20 centavos el kilovatio hora, casi lo mismo que le estás pagando a la AEE. Tenemos que empezar otra vez a hablarle a la gente de que hay equipos que dan una calidad de vida en emergencias. Eso es mucho mejor que cero energía o que una planta eléctrica que hace ruido, daña el ambiente y te hace gastar dinero y tiempo haciendo filas para comprar gasolina”, sentenció Orama, refiriéndose a sistemas alternos al de Sunnova.
El equipo solar de emergencia que repartió Casa Pueblo cuesta unos $1,800 y ha sido una salvación en medio del gran apagón causado por el huracán. “Tenemos que pensar en un sistema que nos sirva para lo esencial, para ir poco a poco independizándonos de un sistema basado en el petróleo”, añadió Massol.
A pasos de la plaza de Adjuntas, en la casona de la organización comunitaria, Massol entró cuando apenas comenzaba a llegar la electricidad al municipio. Habían pasado más de tres meses del huracán. Vio a una vecina que pedía una lamparita de mano, de esas que se cargan con solo dejarlas por el día a pleno sol. Luego de observar a una empleada de Casa Pueblo suministrar esa herramienta, Massol señaló un letrero colgado en el techo de la sede de la organización, que exhibe un mensaje: “Transformando la crisis con alternativa solar energética”.
Ese lema no es una fantasía, declaró al CPI. “Aquí hay una opción energética que opera perfectamente. Este discurso ambientalista no es un mensaje utópico. Es un mensaje práctico”, sostuvo Massol.
Cuando la energía solar es más cara
En la OIPC, el abogado Pérez pasa revista sobre la importancia de las energías renovables y sobre lo mal que se han implantado en Puerto Rico.
Las quejas presentadas a la oficina son de clientes que pagaban alrededor de $300 a la AEE y, tras firmar un contrato con Sunnova tratando de bajar la factura, pagaron a esta empresa hasta $200 mensuales más casi $200 a la corporación pública, para una total de $400.
“Fuiste a buscar algo mejor y saliste peor”, resumió Pérez.
Cuando los consumidores hacían acuerdos de alquiler de placas fotovoltaicas con Sunnova que, por ejemplo, iban a producir 1,500 kilovatios, la final terminaron generando la mitad. “Como las placas generan menos de lo que el cliente necesita, el equipo se interconecta con la AEE para comprarle electricidad. Nunca vas a pagar solamente $3 pesos a la AEE que te prometieron, siempre más”, explicó.
Sunnova sostuvo que no puede garantizar a los clientes que solo van a pagar los alegados $3 a la corporación pública. “La factura de la AEE para cada cliente depende de la cantidad de energía utilizada de la red después de que se le ha descontado la producción de energía solar”, indicó en un comunicado.
El CPI confirmó que al menos una compañía, Alpha Solar, vende contratos de Sunnova, por lo que en ocasiones los clientes están haciendo negocios con Sunnova sin saberlo. Luego de firmar un acuerdo de compra de energía, las que instalan los equipos de Sunnova son Windmar Home, New Energy, Pura Energía, Integrated Solar Operations y Mel Pro.
Sunnova llegó a Puerto Rico en 2012, cuando el costo de la energía de la AEE era bastante cara, de sobre 28 centavos el kilovatio hora (kWh). Trató de hacerle la competencia a la AEE implantando un costo de casi 20 centavos el kWh. Pero eso no iba a durar mucho tiempo.
“La compañía sabía que el costo de kilovatio hora de la Autoridad no iba a quedarse tan alta. El pueblo de Puerto Rico no podía seguir pagando esas cantidades”, añadió Pérez.
Madeline Batista paga 19 centavos el kWh a Sunnova, más 21 centavos el kWh por la factura de la AEE. Cuando el costo de la energía de la corporación pública bajó a 17 centavos el kWh en 2016, la de Sunnova se mantuvo más alta. Ella siempre pagaba dos facturas altas, con criterios de cobro diferente; y siempre pagaba más de lo que le prometieron.
La OIPC considera “leoninos” los contratos con Sunnova que obligan a renunciar a resolver disputas en los tribunales locales para hacerlo por medio de un proceso de arbitraje en el estado de Texas, que tenían que pagar los propios consumidores, según Pérez.
De las quejas presentadas ante la OIPC antes del huracán, 300 se convirtieron en querellas formales ante la Comisión de Energía, que supervisa la política pública energética y mantiene una investigación al respecto.
“Ahora hay que añadir un nuevo factor a la investigación: ver cuál es la expectativa del cliente cuando se hace un contrato y si la expectativa era tener solamente energía limpia o si era tener sustentabilidad cuando se cayera el grid”, explicó José Román, presidente interino de la comisión. La investigación indaga en si, de acuerdo con la expectativa de seguridad energética de los clientes, ahora Sunnova tiene que dar el servicio de baterías libre de costo, añadió Román.
En Adjuntas saben que, a pesar de lo costoso de los equipos solares, estos pueden llevar el país a la independencia energética. Para que cuando el pueblo esté a oscuras, un grupo de vecinos pueda ir al cine comunitario alumbrado con energía solar, como hicieron el 23 de diciembre para ver un un documental. Y que Casa Pueblo pueda enviar un cable para energizar las cabinas de la emisora radial, que se encuentran detrás de la casona, como hicieron tras el huracán María. La organización ya ha repartido casi 10,000 lámparas que se cargan con sol. Por la noche, en la oscuridad de la montaña, se pueden ver las luces en movimiento.
Comentarios a emartinez@periodismoinvestigativo.com | Esta historia fue posible como parte de una colaboración con Futuro Media Group respaldada por la Ford Foundation. Publicada originalmente en el Centro de Periodismo Investigativo.