Estamos en verano, hace calor y el cuerpo sólo pide playa, sol, arena y un poco de diversión. Es en esta época donde los chinchorros se ponen de moda y el sandungueo “afincao” se vuelve el ritmo típico de la Isla. Es aquí donde entra en juego el famoso Cerro Gregorio, mejor conocido como el Cerro de Nandy, ubicado en el pueblo de los samaritanos, San Lorenzo. Este restaurante ecoturístico se encuentra oculto en la cima de una montaña la cual está aproximadamente inclinada a 45 grados del suelo. Sólo vehículos todoterreno y con fuerza 4×4 tienen la capacidad de enfrentarse a la aventura de subir el camino pedregoso. Sin embargo, los arriesgados no pueden faltar. Muchos de los visitantes a esta colina son amantes al deporte extremo y prefieren emprender su travesía en “fourtracks” o motoras diseñadas para “escambrear” en el fango. Desafiando así a la gravedad y, tal vez, la muerte con cada subida. Es que para la mayoría de los fanáticos que frecuentan el Cerro, su parte favorita es la peligrosa subida llena de vegetación y rocas de todos los tamaños. Pero no hay por qué preocuparse si no tienes un transporte reforzado con el 4×4. El dueño de esta loma, Nandy, te espera en el llanito para ofrecerte transporte en su “trolley”. El cual fue diseñado para aquellos que no están preparados para lo que este lugar les ofrece. Sólo hay que tener cuidado de no caer al momento de comenzar el viaje hacia la montaña. Y claro, estar “ready” para disfrutar de la naturaleza en todo su apogeo. Al llegar a la cima, se palpa una vista macro de los pueblos del área. Ésta ilumina el paisaje. De fondo, se escucha la música de Aventura o Gilberto Santarrosa ambientando el lugar. Quizás te estarás preguntando cuál es la especialidad culinaria en la estufa. Sus “chefs” se encargan de preparar, en un caldero gigante al fogón, comida típica al estilo del jíbaro puertorriqueño. Es en esta “cucina” que desfilan platos como los famosos guineitos en escabeche, el mofongo y el arroz con gandules. Sin embargo, el fricasé de conejo se ha convertido en la especialidad de la casa y el plato favorito de muchos. “Lo entretenido de este lugar es que tienes la oportunidad de vacilar durante la subida. Además, puedes beber, comer, bailar y compartir con tus amistades en un espacio diferente con una vista hermosa”, comentó Angel Santiago, fanático del Cerro. A pesar de que este sitio está abierto de lunes a viernes desde las 4 de la tarde hasta las 9 de la noche, son los sábados y domingos donde un sinnúmero de forasteros y turistas internos abarrotan el lugar para comer, bailar y beber hasta que cante el gallo. Tanto es el gusto que algunos visitantes de este Cerro opinan que debería ser “una de las siete maravillas del mundo”. Y como casi todo tiene su hueco en Facebook, sus fieles o encantados con la aventura crearon un grupo. Es en esta red social donde existe “Fieles al Cerro de Nandy”. Cientos de fanáticos hablan de su experiencia, explican cómo llegar al lugar y presentan imágenes memorables de sus momentos en la montaña. Ya sea bajo el calor del sol o el manto del cielo y las estrellas, el Cerro de Nandy busca ser un lugar social diferente, rodeado de la naturaleza que revive otros tiempos, unos más rurales. Y es que esta atracción turística rodeada del aire “acondisoplado” de los árboles y construida en madera ofrece un nuevo espacio de “jangueo” lejos de la contaminación, la prisa y el estrés del área metropolitana. Sólo basta ponerse los tenis, montarse en el 4×4 y emprender el viaje rumbo a la montaña para toparse con el antaño sobre ruedas del siglo 21.