En Puerto Rico son muchos los jóvenes profesionales que se encuentren actualmente desempleados, emigran o aceptan “sub-empleos” que no van acorde a sus habilidades y necesidades.
Según estadísticas del Departamento del Trabajo y Recursos Humanos de Puerto Rico, solo dos de cada diez jóvenes tenían empleo para el 2015. Esto lleva al preocupante planteamiento acerca de si un título universitario todavía es la base para conseguir un buen empleo y si las escuelas están preparando a los jóvenes para enfrentar esta situación.
Esta problemática puede tener serias consecuencias en la salud mental y física de nuestros jóvenes. Asfiya Kidwai y Zain Sarwair exponen en su estudio Psychological Impacts of Unemployment- Evidence from the Literature (2015) que el desempleo inesperado o involuntario produce en los afectados un nivel más bajo de bienestar psicológico en comparación, con los que están empleados. Por estas razones es importante buscar soluciones y luchar por esta problemática social y educativa.
Por ejemplo, Uganda y Bangladesh, al igual que Puerto Rico, han estado atravesando por problemas de desempleo juvenil. Como consecuencia, han realizado estudios y programas para establecer posibles soluciones para manejar esta situación y evitar su aumento en los próximos años. Algunas de ellas podrían ser aplicadas al sistema educativo de Puerto Rico.
La primera medida implementada por estos países fue el aumento de los entrenamientos técnicos y vocacionales en las escuelas debido a que, actualmente, son los empleos con mayor demanda en el mercado laboral y es el tipo de educación que brinda a los jóvenes habilidades prácticas.
Sin embargo, en Puerto Rico, este tipo de capacitaciones técnicas y vocacionales no se incorpora debidamente en el sistema educativo convencional. Por esta razón, es necesario que el Departamento de Educación se enfoque en la creación y mejoramiento de escuelas vocacionales del País.
Esto ayudaría a que más jóvenes se especialicen en algún grado técnico antes de graduarse. Como consecuencia de ello, los estudiantes tendrían una opción para autoemplearse u obtener un empleo técnico al salir a la fuerza laboral.
La segunda medida se basa en desarrollar e incentivar a los jóvenes emprendedores. Esta medida está relacionada a la primera, ya que educar a los jóvenes con habilidades técnicas y prácticas ayuda a que tengan la posibilidad de comenzar su propio negocio.
Un ejemplo de ello lo implementó el gobierno de Etiopía. Ese país comenzó a alentar, hace algunos años, a los jóvenes a iniciar pequeños negocios para reducir la tasa de desempleo juvenil. Han registrado logros significativos como resultado.
Por otra parte, en Uganda tienen un programa llamado “Comparte una Oportunidad” (Share An Opportunity Uganda – SAO) que se basa en la educación vocacional. Tras su implementación han descubierto que tienen un tesoro de jóvenes emprendedores ambiciosos que solo necesitaban ayuda para desarrollar sus habilidades. Además, les ha ayudado a minimizar la delincuencia y el desempleo juvenil (Daily Monitor, 2017). Como resultado, esperan desarrollar más políticas y programas que apoyen aún más, la incorporación de la educación técnica a las escuelas.
En Puerto Rico existe actualmente la Ley de Incentivos y Financiamiento para Jóvenes Empresarios para financiar proyectos de jóvenes emprendedores. No obstante, es importante que se eduque a la juventud sobre estas leyes y cómo desarrollar sus ideas y habilidades para que se beneficien de la misma.
Para esto también se pueden incluir cursos de finanzas y vida independiente en los currículos de las escuelas de Puerto Rico. Esto les ayudaría a prepararse para enfrentar la transición hacia la fuerza laboral o para autoemplearse.
La última medida, y la que se debe considerar más importante es, que el gobierno debe invertir en la educación pública para hacerla accesible y de calidad; es decir, invertir en la educación de su gente.
Esto lo están haciendo países como China, India y Brasil. Están invirtiendo en su gente para hacer crecer su fuerza de trabajo. Del mismo modo, el Gobierno de Puerto Rico debe considerar esto como una inversión para el futuro y no como un “gasto público”.
También ayudaría a crear una educación pública de calidad y fomentar la equidad. Además, le brindaría a los jóvenes las habilidades necesarias para competir en los trabajos del futuro y de paso ayudar al crecimiento de la economía de Puerto Rico.