Identificar 100 territorios donde la pobreza rural esté más arraigada en América Latina y el Caribe para aplicar allí nuevas herramientas y políticas innovadoras para combatir el hambre es la nueva estrategia que se debatirá en una reunión ministerial que se celebrará a comienzos de marzo.
Así lo anunció en Santiago, la capital chilena, Julio Berdergué, representante regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), al explicar los objetivos de la 35 Conferencia Regional del organismo, que se celebrará entre el 5 y el 8 de marzo en Montego Bay, en Jamaica, con la presencia de los ministros y representantes de los 33 países del área.
“Tenemos sobre 43 millones de latinoamericanos y caribeños que todos los días van a dormir con sus estómagos vacíos. Además tenemos una situación epidémica de malnutrición y particularmente de sobrepeso y obesidad”, advirtió el también subdirector general de la FAO.
La población de la región alcanza a 651 millones, según las proyecciones más actualizadas.
Berdegué dijo que la erradicación del hambre es una tarea inconclusa y calificó de “aterrador” que “cientos de miles de niños sufran hambre”.
La propuesta de ubicar esos cien territorios responde a que combatir el hambre “se hace cada vez más difícil porque estamos llegando al corazón duro del problema, al hambre que se concentra en poblaciones indígenas, rurales remotas, mujeres y personas de la tercera edad”, sostuvo.
“Para erradicar el hambre y la extrema pobreza, tenemos que lidiar con estos problemas de desigualdad étnica, de género, económica y territorial y esas son palabras mayores”, explicó.
Las últimas cifras de FAO indican que la condición de hambre aumentó gravemente en Venezuela, afectando a 1.3 millones de personas. Además la lucha contra el hambre se frenó por la muy alta incidencia de la pobreza extrema en Haití, con el 47 por ciento de la población en esa condición, por ejemplo.
A eso se suman los pequeños repuntes de población bajo condición de hambre en Argentina o Perú.
El representante regional alertó también sobre los efectos del cambio climático que amenaza a la agricultura y lamentó que millones de habitantes rurales de la región vivan en extrema pobreza.
La extrema pobreza rural afecta al 46 por ciento de esa población, de la que el 25 por ciento vive en la indigencia en “un hecho sorprendente en una región muy rica, con una agricultura muy poderosa”, dijo.
Crucial el rol de las comunidades rurales
Preguntado por Inter Press Service (IPS) sobre el rol de las comunidades rurales e indígenas ante estos agudos problemas, Berdegué respondió que “tienen un papel crucial en la seguridad alimentaria”.
“La persistencia del hambre es muy alta en las poblaciones indígenas. En muchos países hasta cuadriplica los promedios nacionales”, detalló.
Por eso, sostuvo que “sin que las comunidades indígenas sean actores centrales, no hay forma de resolver el hambre en esos lugares. Esto no se va a resolver trayendo comida en helicópteros”.
“En estas comunidades tenemos un tema de inequidad de género importante, acceso a la tierra, acceso al poder político al interior de las comunidades, a la participación y eso es un tema sensible porque hay normas, usos, costumbres propias de estos pueblos”, planteó.
A juicio de Berdergué, “el empoderamiento de la mujer indígena es parte de la agenda en la lucha contra la pobreza rural y el hambre en las comunidades indígenas”.
La Conferencia en Jamaica debatirá también el sobrepeso que afecta a la mitad de la población regional y la obesidad que padecen unos 90 millones, en todos los países y en todos los sectores.
Según estimaciones de la FAO, en 26 países de la región las enfermedades asociadas a la obesidad son responsables por 300,000 muertes cada año, comparado con 166,000 personas muertas por homicidios.
En la lucha contra la obesidad y al sobrepreso juegan un rol protagónico los 15 millones de agricultores familiares y campesinos de la región que producen verduras frescas y alimentos tradicionales que contribuyen a una dieta más sana, saludable y diversificada.
Otro tema crucial en la 35 Conferencia será la conservación de los recursos naturales calificados por el representante regional como “fundamentales para una vida sana y para la supervivencia nuestra y de todas las demás especies del planeta”.
Berdegué pidió debatir “cómo seguimos haciendo agricultura, cómo las poblaciones rurales siguen viviendo en el campo en esta era del cambio climático y cómo establecemos sistemas de prevención y de gestión de los riesgos más eficaces en un momento en que estos riesgos y amenazas se hacen mucho más intensos”.
“Hay una preocupación en la población, especialistas y gobiernos, porque no podemos seguir teniendo una agricultura que consuma el 70 por ciento del agua fresca. Ya no es tolerable decir que producimos más alimentos pero sobre la base de meterse con los bosques tropicales. Ya no se tolera una agricultura muy intensiva en el uso de fertilizantes que terminan en los ríos causando contaminación”, subrayó.
Por su parte Eve Crowley, secretaria de la Conferencia Regional y representante regional adjunta de la FAO, indicó que en Jamaica se analizará el problema de la migración que afecta a miles que escapan debido a la violencia, la falta de oportunidades, la pobreza y los riesgos ambientales.
“Queremos que la migración sea siempre una opción y no una necesidad”, dijo.
Crowley resaltó, asimismo, el tema del conflicto indicando que “las sociedades con conflicto e inestabilidad política tienen mayor niveles de hambre que las sociedades sin conflicto”.
“Cuando baja el conflicto, baja la inseguridad alimentaria. Cuando los precios de alimentación suben, como en la crisis del 2008, había un aumento en las manifestaciones y en la inestabilidad política”, sostuvo.
En los primeros años del siglo, América Latina y el Caribe avanzaron significativamente en la lucha contra el hambre y fue la primera región del mundo en alcanzar para 2015 el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, al reducir a la mitad la proporción de personas que sufrían hambre, con relación a los niveles de 1990-1992.
Según Berdegué, “en lo que respecta al hambre y reducción de la pobreza, América Latina y el Caribe han hecho bien la tarea… el problema es que hemos ido perdiendo velocidad”.
“Veníamos avanzando muy aceleradamente y el mundo miraba lo que esta región estaba haciendo bien…miraban nuestras políticas públicas. Pero en los últimos años esta gran velocidad la hemos perdido. Lo que queremos debatir con los países es cómo volvemos a poner el pie en el acelerador”, explicó.
Hemos ido mejorando nuestra capacidad de erradicar el hambre. Hoy día tenemos instrumentos y herramientas que hace 15 o 20 años no nos las imaginábamos. El problema se mantiene, pero las respuestas específicas a los problemas han ido variando y yo diría que han ido mejorando”, concluyó.
De seguir así, pareciera que la meta que se autoimpuso la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC) de que no haya más problemas de hambre para el 2025 se aleja más que acercarse.
La nueva apuesta que pondrá ahora sobre la mesa la FAO en Jamaica a los 33 gobiernos de la región, será centrar la lucha contra el hambre en 100 bolsones, todos rurales, donde la pobreza extrema es más dura y persistente.