¿Fanática del básket? En realidad no. Fanática de un sólo equipo, y de recordar años de mi niñez dormida en los bancos del Coliseo Rubén Rodriguez, mientras mis padres y tíos desgarraban sus gargantas a grito limpio, en apoyo al equipo, que ya en ese momento, había alcanzado el récord de mayor cantidad de títulos consecutivos. No había juego de los Vaqueros, en Bayamón, al que mi madre no me llevara. Y no había partido de los Vaqueros, en cualquier otro pueblo, que no tuviera que pasar sentada frente al televisor, sin entender la explosión de emociones que retumbaba en mi casa. Con los años, inevitablemente, fuí contagiandome de la vehemencia y la pasión por las series del baloncesto nacional. Y desde el 1996 no sentía una energía que evocara las agradables memorias, tan claras, como la que se percibió anoche. ¡Vaquero párate! ¡Peter bobolón! ¡De 3, tírala de 3! ¡Vaqueros, ahí! ¡Árbitro vendío!… Así resonaban las calles del pueblo del chicharrón, mientras el equipo vaquero buscaba coronarse como campeones del Baloncesto Superior Nacional (BSN) en las tablas del Coliseo Rubén Rodríguez. Por momentos, la victoria para ambos quintetos se sentía tan cerca, pero tan lejos. Durante casi todo el partido, los Piratas dominaron el terreno, manteniendo empates en los minutos culminantes a 80-80 y 82-82, los cuales parecían predecir un desenlace lúgubre para el equipo que buscaba su decimocuarto campeonato desde 1996. No fue hasta los últimos 15 minutos, que la maniobra defensiva y ofensiva borró la desventaja de 13 puntos que habían defendido con garras los Piratas de Quebradillas. Los últimos 30 segundos de juego duraron una eternidad para los fanáticos “basketboleros”. El robo de balón de Christian Dalmau (quien fue el JMV de la serie), una tirada libre de Daniel Santiago cuando quedaban 36.3 segundos por jugar y otra de Javier Mojica al faltar 11.1 segundos, sellaron el triunfo de la serie final 84-82 y restauraron la historia y la reputación de los Vaqueros, quienes arrebataron con sangre la victoria en su propia casa. Con una euforia incontrolable celebraron los bayamoneses en el Coliseo, quienes saltaron a la cancha a celebrar con sus héroes, la decimocuarta coronación. Sin mencionar el ambiente de satisfacción y alegría que contagiaba en la plazoleta de las afueras del Coliseo, donde el municipio colocó pantallas gigantes para los seguidores que no consiguieron taquillas. ¡El mejor juego del año!, ¡Qué juego intenso!, ¡Los Piratas dieron la batalla!, ¡Se la sacamos del buche!, gritaban con ardor los fervientes vaqueros en los negocios del pueblo, quienes recordaban las victorias de los 1970, cuando el equipo consiguió la dinastía, aún vigente, de cinco campeonatos corridos en la historia del BSN. Hay que recordar que los Vaqueros empataron anoche sus conquistas con los Atléticos de San Germán, obteniendo, ambos, 14 coronas nacionales. Por otro lado, según Primera Hora, el quinteto de Quebradillas reconoció que tuvieron un buen juego, aunque al final se quedaron sin gasolina. “Éste no fue nuestro momento, aunque llegamos más lejos de lo que muchos pensaban. Bayamón se merecía este campeonato; jugaron muy bien y el pueblo de ellos también se lo merece”, expresó Jones Camacho en entrevista con el rotativo. Mientras los residentes de Bayamón preparábamos las casas con flores para la visita del equipo campeón, los Piratas, quienes jugaron con el corazón, se marchaban con la frente en alto por una excelente y agitada batalla.