¿Usted sabe de dónde viene el oro, el diamante y las otras piedras preciosas con que se fabrican las joyas? No muchos consumidores consideran el costo humano de su producción ni se preguntan de dónde vienen. Pero lo más sorprende es que tampoco lo hacen muchas de las compañías más grandes del sector.
La organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW), con sede en Nueva York, lanzó una campaña en las redes sociales para generar conciencia sobre este asunto.
“Queremos que la gente piense de dónde vienen las joyas”, explicó Jo Becker, directora de la división Derechos de la Infancia de HRW, al ser consultada por IPS.
“Y lo que es más importante, queremos que la gente le diga eso a las marcas”, subrayó.
“Queremos que escriban, que tuiteen, que llamen a las grandes compañías para presionarlas para que garanticen que su oro y sus diamantes no proceden de lugares donde se cometen abusos de derechos humanos”, explicó.
La campaña ya tiene un año, pero este mes, la organización lanzó en las redes sociales la etiqueta #BehindTheBling (detrás del brillo de las joyas) para reforzar su esfuerzo.
“Cuando comenzamos la campaña, las grandes marcas de joyas nos dijeron que a los consumidores no les interesaba el aprovisionamiento responsable. Queríamos demostrarles que no era así”, explicó Becker.
Señalar y denunciar
Cuando se escribió este artículo, la etiqueta #BehindtheBling se había usado 20,000 veces en Twitter desde el lanzamiento de la iniciativa, a principios de este mes.
Además, se enviaron unas 6,000 cartas a las empresas de joyas reclamando la total transparencia sobre sus prácticas de aprovisionamiento.
Fue fácil conocer las compañías a las que apuntar porque HRW divulgó un análisis interno sobre las prácticas de abastecimiento de las 13 compañías de joyas y marcas de relojes más grandes.
La organización comparó las prácticas para abastecerse de oro y diamante de cada una y las clasificó según un criterio específico, que incluye esfuerzos para evaluar y responder a los riesgos en materia de derechos humanos, crear la trazabilidad e informar públicamente de las acciones de las empresas.
Los resultados mostraron que algunas compañías tomaron acciones considerables para atender los riesgos de violaciones de derechos humanos en la cadena de suministro de oro y diamantes, pero otras no.
La mayoría de las compañías estudiadas por HRW no tienen una total trazabilidad del oro y el diamante que adquieren ni analizan la situación de los derechos humanos, y muchas de ellas ni siquiera suministraron los nombres de sus proveedores.
Claramente, ninguna de las compañías se clasificó como “excelente”.
Solo Tiffany y Compañía se consideró “fuerte” por tomar medidas significativas para lograr un suministro responsable, mientras que Bulgari, Cartier, Pandora y Signet, quedaron como “moderadas”, y otras cuatro lo hicieron en la categoría de “débil o “muy débil”.
Trabajo esclavo
HRW estima que hay millones de personas extrayendo oro u otras gemas a pequeña escala y de forma artesanal. En muchos casos, los hombres, las mujeres y los niños y niñas que trabajan en las minas son víctimas de violaciones de derechos humanos.
“No les pagan casi nada, están en condiciones horrendas, es común el trabajo infantil; no tienen nada de glamoroso el oro ni el diamante extraído de esa forma”, subrayó Becker.
Los últimos datos de HRW muestran que hay más de un millón de menores trabajando en la industria minera en el mundo, la mayoría en la extracción de oro y de piedras preciosas. Muchos de los países sobre los que hay una extensa documentación sobre el trabajo infantil se concentran en África occidental y central.
Por ejemplo, en Sierra Leona, miles de niños y jóvenes extraen diamantes a cambio de un lugar donde dormir, alimentos y herramientas de trabajo.
Hay informes similares respecto de Costa de Marfil, donde los niños son víctimas de organizaciones de tráfico y trata de personas y llevados a ese país desde el vecino Burkina Faso para extraer oro de forma artesanal.
El informe de HRW sobre su situación relata condiciones de vida similares a la esclavitud.
Farai Maguwu no tiene que leer sobre el abuso infantil en las minas de oro africanas. Como director ejecutivo del Centro para la Gobernanza de Recursos Naturales, ha sido testigo de los horrores que soportan muchos de esos menores.
Maguwu relató a IPS “el creciente problema que es para Zimbabwe” que haya niños y niñas trabajando en la minería artesanal en condiciones “mortales” y a menudo dejando de estudiar para poder dedicarse totalmente a la extracción de piedras.
“Recuerdo que en 2012 vi a tres jóvenes que regresaban de los campos de diamantes de Marange. Me contaron que lavaban piedras cuando un túnel cedió y mató a sus amigos”, relató.
“No son raras esas historias y la imagen de aquellos muchachos me perseguirá mientras viva”, acotó.
La difícil situación del trabajo infantil en la minería no es solo un problema de África.
Myanmar (Birmania) recibió sanciones por poner a la venta rubíes y otras gemas tras denuncias de que la industria minera local usaba menores víctimas de trata. Y las denuncias de abuso no han cesado en ese país asiático.
HRW también expresó su preocupación por las condiciones de trabajo en India, donde se lleva a cabo la mayor parte del proceso de refinado de las gemas, como el cortado y el pulido para fabricar joyas.
La organización estima que miles de menores podrían estar trabajando en otras etapas de la cadena de suministro y en pésimas condiciones laborales.
“Debemos mirar toda la cadena de suministro y asegurarnos de que esté limpia; necesitamos consumidores que le digan a las compañías que no es negociable”, subrayó Becker, quien comentó que la campaña ya arrojó resultados positivos.
La compañía alemana Christ acordó hace poco trabajar con HRW para garantizar una adquisición responsable de materia prima.
“Les dejamos claro a todos que seguiremos verificando y pidiéndoles que se hagan cargo de su suministro. Los consumidores deben hacer lo mismo”, insistió.